El Octubre Rojo vuelve como boom editorial
El 25 de octubre de 1917 del calendario juliano sucedió la gran revolución del siglo XX. A partir de ese hito y durante más de siete décadas, Rusia fue símbolo del socialismo, y del rechazo al viejo orden europeo y occidental. La desintegración del régimen en 1991 puso fin catastróficamente al mayor experimento de comunismo e igualdad. A un siglo de su consecución, LA GACETA repasa esta historia mediante una serie de publicaciones elaboradas donde ocurrieron los hechos. En la edición de ayer: “Lenin, y el zar y su amante, ‘juntos’ en una mansión ‘art nouveau’”. Mañana, un recorrido por los hitos del zarismo desde la amenaza polaca en el Kremlin hasta los huevos de Fabergé
La Revolución Rusa se distingue entre sus semejantes por haber sido la primera ejecutada con las consignas del marxismo. Cien años después, a aquella novedad se suma el desenlace conocido: la caída del comunismo y el desmantelamiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ese final abrupto hace que el comienzo parezca más interesante y tal vez explique el “regreso” del Octubre Rojo como boom editorial.
El fenómeno libresco está compuesto por reediciones de textos paradigmáticos y la aparición de títulos nuevos que no necesariamente suponen lecturas novedosas, pero sí ensanchan la diversidad de la galaxia de críticos, promotores, justificadores, analistas, publicistas y detractores del bolchevismo. A partir de 1917, todo ensayista de las humanidades que se precie de tal ha tenido que ocuparse de un modo u otro de las estelas omnicomprensivas de la Revolución Rusa. Pero las consecuencias necesitan de causas que las precedan y, a la par de autopsias literarias del movimiento que ocupó el Palacio de Invierno, abundan los estudios específicos sobre la autocracia de los Romanov. Un poco de cada cosa -hasta novelas ambientadas en el estalinismo- incluye la selección de libros de esta edición, que desde luego muy lejos está de agotar el catálogo bibliográfico sobre la materia revolucionaria rusa.
El interés renovado por el país de Lenin, ya sea en virtud del siglo de la insurrección roja, de la irrupción del presidente Vladimir Putin como actor internacional relevante o del Mundial de Fútbol venidero, ha propiciado la traducción al español de autores contemporáneos como Serguéi Dovlátov. También la difusión de los trabajos menos conocidos de dos premios Nobel de Literatura que denunciaron las aberraciones del régimen soviético: Aleksandr Solzhenitsyn y Svetlana Aleksiévich. Aparentemente sus respectivos libros, “Archipiélago Gulag” y “El fin del ‘Homo sovieticus’”, son los retratos más logrados de “los horrores del horror”. Pero la inquietud por la Revolución Rusa trasciende a comunistas y anticomunistas (¿o populistas y antipopulistas?) porque las utopías de la igualdad y de la libertad siguen vigentes. El Octubre Rojo pide ser leído y pensado no tanto por la respuesta que implicó sino porque ciertas preguntas fundamentales permanecen abiertas.
Simon Sebag Montefiore
“Los Romanov, 1613-1918”
Simon Sebag Montefiore, historiador y académico de Cambridge, logra decodificar la maraña infernal de relaciones y acontecimientos que produjeron el nacimiento, el desarrollo y la disolución de la dinastía de los Romanov. En 840 páginas, este libro presenta las vicisitudes que explican el poderío que alcanzaron los zares y los motivos de su decadencia. El aislamiento de la autocracia impidió “leer” con precisión las abundantes señales del levantamiento que se avecinaba y que terminó materializándose el 25 de Octubre de 1917. Sistemáticamente, las autoridades imperiales desoyeron las advertencias: frente a cada embate, se cerraron aún más en la rigidez autocrática, y esa aversión al cambio sostenida sobre las intrigas y el pensamiento mágico de Rasputin resultó determinante para la extinción de los Romanov. El autor desenrrolla este proceso complejo sin descuidar los detalles de la trama principal ni las facetas humanas de sus protagonistas. Todo ha sido tratado con minuciosidad: los excesos y legados descomunales de los dos “grandes”, Pedro y Catalina; el misticismo de Nicolás II y Alejandra (“Alix”); la entrada de Alejandro en París después de vencer a Napoleón; la debilidad congénita de Miguel, el primer Romanov. La obra se sustenta en innumerables fuentes historiográficas, en especial, la correspondencia conocida e inédita que intercambiaron los zares con familiares, amantes, funcionarios, nobles, personalidades prominentes y la realeza europea. Es, en suma, un libro acerca de una casta que logró forjar su propio Imperio Romano, pero también un retrato terrible sobre los efectos del poder absoluto.
Sheila Fitzpatrick
“La Revolución Rusa”
La reedición de este ensayo esclarecedor de los años 80 ofrece la oportunidad de comprender los significados de la gesta bolchevique. “Todas las revoluciones llevan ‘liberté’, ‘egalité’, ‘fraternité’ y otras nobles divisas inscritas sobre sus banderas. Terminar en desilusión y decepción está en la naturaleza de las revoluciones. Lo que crean es menos de lo que los revolucionarios esperaban y distinto”, postula la especialista australiana.
León Trotski
“Historia de la Revolución Rusa”
Uno de los autores de la ocupación del Palacio de Invierno, León Trotski, es también el autor de esta obra clásica que describe con pelos y señales el antes y el durante del Octubre Rojo, y lo evalúa. El ensayo -elaborado cuando Trotksi ya había sido defenestrado por Stalin- expresa la versión de los ganadores de la Revolución. “No es posible pensar en otro giro más radical en la historia, sobre todo porque se desarrolló en una nación de 150 millones de habitantes. Los eventos de 1917 merecen ser estudiados”, propone su artífice.
LEONARDO PADURA
“El hombre que amaba los perros”
Leonardo Padura despliega su magistralidad en esta novela que interroga mientras une los ocasos de León Trotski; de su asesino, Ramón Mercader; del sueño revolucionario soviético y de uno de sus subproductos latinoamericanos: la Cuba comunista. “El hombre que amaba a los perros” es un abordaje documentado y, a la vez, cautivante, de tragedias personales y colectivas, o de cómo ambas se retroalimentan con una lógica circular.
John Reed
“10 días que conmovieron al mundo”
John Reed llevó a su máxima expresión el principio periodístico que “ordena” estar en el lugar de los hechos. Su crónica in situ de la Revolución Rusa sigue siendo imbatible: una primera aproximación a la historia que, 100 años después, todavía conserva el calor, el color y los matices de los acontecimientos. Prologada por el propio Lenin, la reedición del libro del redactor estadounidense permite advertir hasta qué punto el género en boga en estos días, la crónica, ya estaba vigente en 1917.
Pablo Stefanoni y Martín Baña
“Todo lo que necesitás saber sobre la Revolución Rusa”
Los profesores argentinos plasman en este libro un encomiable esfuerzo didáctico dirigido a neófitos de los asuntos bolcheviques.
Neil Faulkner
“La Revolución Rusa. Una historia del pueblo”
En esta obra crítica y revisionista, el arqueólogo británico sostiene que fueron las masas y no una élite la que tomó el poder en Rusia a comienzos del siglo XX.
Carlos Canales, Miguel Del Rey, Ricardo Sánchez
“Tormenta roja. La Revolución Rusa 1917-1922”
Los autores recorren el camino expansivo de las ideas de los jefes revolucionarios Lenin y Trotski.
Richard Pipes
“La Revolución Rusa”
Después de escribir este ensayo exhaustivo y minucioso, Pipes llegó a la conclusión de que no hubo nada positivo ni grandioso en la Revolución Rusa, sino todo lo contrario.
Catherine Merridale
“El tren de Lenin: Los orígenes de la revolución rusa”
La autora sugiere que todo comenzó en un tren: el que trajo del exilio a Lenin. Ello acaeció en plena Primera Guerra Mundial y gracias a la ayuda de los alemanes.
Carlos Taibo
“Historia de la Unión Soviética. De la Revolución Bolchevique a Gorbachov”
El catedrático español escudriña las implicancias de la creación, desenvolvimiento y caída del bloque constituido a partir del Octubre Rojo.
David M. Glantz y Jonathan M. House
“Choque de titanes. La victoria del Ejército Rojo sobre Hitler”
Este libro de 1995 permite entender la serie de sucesos que llevaron a Stalin a ganar la Segunda Guerra Mundial.
Víctor Serge
“El año I de la Revolución Rusa”
Visión apasionada de un militante bolchevique, este libro escrito entre 1925 y 1928 expresa el ardor de quienes vieron en la experiencia rusa una oportunidad única para realizar la igualdad.
Juan Eslava Galán
“La Revolución Rusa contada para escépticos”
El escritor español conjuga su experiencia en la novela para narrar con estilo ameno y atrapante las marchas y contramarchas que desencadenaron la Revolución.
Rosa Luxemburgo
“La Revolución Rusa”
La voz de esta pensadora esencial fue una de las primeras que alertó sobre las derivas totalitarias de la Revolución, como acredita este libro prologado por Hannah Arendt.
Sean McMeekin
“Nueva historia de la Revolución Rusa”
El historiador estadounidense propone, entre otras lecturas, que el estallido revolucionario fue consecuencia no de la lucha de clases, sino del agotamiento de la autocracia.
Julián Casanova
“La venganza de los siervos. Rusia, 1917”
El investigador español analiza los hechos de Octubre a partir del régimen de servidumbre que durante siglos oprimió y excluyó a la mayor parte de los rusos.
China Miéville
“Octubre. La historia de la Revolución Rusa”
El escritor británico intenta contestar con simplicidad la pregunta que plantea la instalación del primer Estado comunista: ¿cómo tuvo lugar esta inimaginable transformación?
Helen Rappaport
“Atrapados en la Revolución Rusa”
La especialista británica rescata las vivencias e impresiones de los testigos “involuntarios” de la Revolución: los extranjeros que en ese entonces visitaban Petrogrado.
James Harris
“El gran miedo”
El historiador disecciona los crímenes que perpetró el estalinismo para consolidarse en el poder: persecuciones, purgas, deportaciones y confinamientos en los campos de concentración.