El resultado de los comicios de ayer consagra un statu quo en la provincia. Hoy, nada será muy diferente a cómo venía siendo. Cuanto menos, a como era en 2015.
El resultado en las urnas le otorga al oficialismo tucumano un triunfo contundente: 140.000 votos de ventaja sobre sus adversarios. Son unos 60.000 votos menos que en las PASO, pero también es un resultado mejor que el conseguido por Juan Manuel Urtubey, que en dos meses pasó de ganador a perdedor en Salta, sin escalas.
Claro está, también es una banca menos con respecto al reparto que planteaban las PASO. Pero, por sobre todo, el resultado final da cuenta de que el binomio gobernante no prescindirá de su antecesor. José Alperovich, el mandatario que consiguió hacerse de las cuatro bancas en juego en 2005, seguirá formando parte de la constelación del poder justicialista con Juan Manzur y a Osvaldo Jaldo.
En la oposición también todo seguirá como en 2015. La “peronización” de Cambiemos en Tucumán volvió a mostrar que es una fórmula eficiente. La yunta entre José Cano (un opositor con 300.000 votos) y Germán Alfaro (el intendente gracias al cual Cano puede contar 300.000 votos) le dio al macrismo un empate de escaños en el distrito. La relación entre el oficialismo radical y la Intendencia se está tornando imperativa. Pero el statu quo va más allá: si el “canismo” no comienza a abrazar a los otros sectores radicales, los resultados (al igual que en 2015) seguirán siendo honrosos segundos lugares. Claro que Cano podrá plantear diferencias acaso irreconciliables con el sector del legislador Ariel García; pero, en el otro extremo, hacer campaña prescindiendo de la senadora Silvia Elías de Pérez suena a lujo oneroso.
La nota altisonante fue de FR: de 88.000 sufragios pasó a 155.000. Al final del escrutinio, a la cuarta banca ya no la disputó el PJ, sino Cambiemos contra FR. Ricardo Bussi estuvo a pocos votos de consagrarse. Lo cual deja a la dirigencia de centro derecha del PRO local casi en situación ornamental.
El “fenómeno” instala un planteo incómodo para “el día después” del oficialismo tucumano. Entre las PASO y ayer, el justicialismo perdió 5,5% de votos y, casi de manera lineal, el bussismo ganó 6,3%. Los votos del Frente Justicialista no fueron al FIT (sólo creció 1,5%) ni se quedaron en casa (votó un 4% más del padrón). Entonces, ¿por qué, en 60 días, decenas de miles de votantes del peronismo antimacrista migraron no al peronismo macrista sino a un espacio no-peronista como el bussismo? Hay dos respuestas posibles: por alguna razón que la sociología explicará en algún tiempo; o porque algunos sectores del propio oficialismo alentaron ese desplazamiento.
Vienen días azarosos de uno y otro lado del 2 a 2.