No le gusta cuando dicen que el fútbol la salvó. Porque fue ella la que se levantó, con esa fuerza que se nota en cada palabra y en la mirada. Evelina Cabrera no baja la vista. ¿Por qué hacerlo? Tampoco se siente cómoda cuando la ponen en un pedestal por ser un ejemplo. Pero eso termina siendo inevitable al contar su experiencia de cómo salió de la calle, cómo fundó la Asociación Femenina de Fútbol Argentino (Affar) y cómo llegó a ser elegida por la publicación norteamericana The Economist como “Change Maker” (agente de cambio) por su trabajo social y deportivo. A Tucumán llegó como invitada de la Municipalidad capitalina para dar charlas motivacionales a mujeres futbolistas y a quien se encuentre a su paso. Tiene mucho para contar, y eso conmueve.
Claro que Evelina no menosprecia el deporte que la abrazó, la atrapó y la moldeó. De hecho, es una abanderada de los mensajes inclusivos en un deporte que por décadas ha sido machista. ¿Qué quiere en un futuro? Que los padres y las madres se liberen de estereotipos para que a sus niñas no sólo les regalen Barbies, sino también una pelota; desea que aquellas jovencitas que están viviendo en la calle sientan que se puede tener otra vida, que el deporte hace bien, que pueden encontrar un futuro; y sueña que haya menos “no podés” y más “yo te ayudo, te doy una mano”. Hoy tiene 31 años, es presidenta de la Affar, es directora técnica del equipo de fútbol femenino de mujeres ciegas “Las Ramonas”, y en su escuelita cuenta con cerca de 150 futbolistas.
- ¿Es tu bandera alentar a las niñas y jóvenes en este deporte?
- Está bueno que tomen confianza de que hay un futuro para ellas en el alto rendimiento. Pero para mí es más importante decirles que pueden desempeñarse en cualquier ámbito, que quizás pueda llegar a ser difícil, ya que hay mucha discriminación hacia la mujer. Si quieren ser dirigentes, futbolistas o periodistas lo pueden hacer.
- ¿Qué te pasa cuando leés tu historia, que es tan fuerte?
- Lo tengo tan asimilado que por ahí leo de alguien en similares situaciones y digo ¡qué loco! Mis amigas me dicen “pará, si a vos te pasó lo mismo o hasta peor”. Lo tengo procesado, lo asimilé, lo que no quiere decir que no haya dolor.
A los 13 años Evelina Cabrera se fue de casa. Ella dice que sus padres no la abandonaron, sino que ella los veía “abandonados”. No quería repetir sus mismos errores y se fue a la calle, donde aprendió a “manguear” para comer lo que fuera, a cuidar autos y a masculinizarse para parecer más varón y evitar que la manosearan o que la violaran. “Fue horrible. Después me salió bien, pero la idea es que nadie pase por eso. Para ello hay que darles herramientas, para que sepan que pueden ser otra cosa”, sostiene.
- ¿Recibiste muchos “no” en tu vida?
- Todo el tiempo, desde el hecho de querer y pedir un trabajo digno cuando vivía en la calle, hasta querer estudiar. Hay algo que nunca voy a olvidar: cuando era más chica tenía que buscar los papeles de secundaria para seguir estudiando, ya que había quedado libre en el último año. Mi director era a la vez mi profesor de Ciencias Sociales. Fui a pedirle los papeles y me preguntó qué quería hacer en la vida. Le dije que entrenadora. Y se empezó a reír y agregó que yo no podía enseñarle nada a nadie. Si hubiese sido otra persona, con otro carácter hubiera quedado destrozada. Si no estás fuerte y vulnerable tomás eso y quedás destrozada. Yo lo tomé como una herramienta motivacional. Siempre digo que es terrible cuando no tenés recursos, sos vulnerable y tenés vergüenza. Ahí pensás que tu única realidad es lo que tenés a tu alrededor.
- Mencionaste la vergüenza como algo que no sirve para que uno se levante. ¿Qué más dificulta salir adelante?
- Nuestro alrededor. A veces tenemos personas que amamos y que nos dicen que no vamos a triunfar, que nos ponen trabas, que hay que enfocarnos sólo en trabajar. Eso hace que des marcha atrás. Yo trabajaba en una fábrica de muebles de 7 a 19. Salía de ahí e iba a estudiar para ser entrenadora. Era mi sueño. Lo hice.
- ¿Por qué elegiste el fútbol?
- Al fútbol lo encontré de grande. Yo ya era personal trainer y trabajaba como tesorera en un restaurante. Ahí una compañera me contó que jugaba al fútbol y justo yo andaba buscando algo diferente al tenis o al vale todo, que son deportes más individualistas. Probé y encontré la garra, el compromiso. A veces me ponen el título de que el fútbol me salvó y no fue así. Fueron mis ganas de querer cambiar. El fútbol me moldeó, me dio herramientas y valores, horarios y cuidados. El deporte me dio orden.
- ¿Compartís lo que querés transmitir con el movimiento Ni Una Menos?
- Si, por supuesto. Me moviliza, para que las futuras generaciones tomen conciencia de sus derechos desde chiquitas y empiecen a compartirlos. De grandes las tenemos que trabajar, hasta en nuestro lenguaje. Es algo con lo que ya venimos encima.
- Los padres son fundamentales también...
- Las primeras creencias las pasan los padres. Y sobre el fútbol, estaría bueno que entiendan que el deporte no tiene género. Cualquier persona debe tener derecho a jugar. Dicen que el hockey es para mujeres, y no es así. Lo mismo pasa con el fútbol.
Actualmente Evelina, además de viajar por toda Argentina y el mundo llevando un mensaje motivador a las jóvenes, es instructora de gimnasia, coach ontológico, estudia Marketing y management deportivo e Inglés, y es entrenadora de fútbol del Club EVCA (tiene las iniciales de su nombre). El club tiene un convenio con Boca Juniors para tratar de solventar gastos, ya que muchas jugadoras son becadas. Entrena desde niñas de tres años, hasta mujeres ciegas. Asegura que la moviliza cuando llega una chica y le dice que quiere aprender, y sonríe al recordar cuando una de las nenas recibió de sus padres un regalo de cumpleaños especial: una pelota: “ya está. Esa nena tiene un cambio, ya tiene la mente abierta”. Y así Evelina ha sembrado una semilla.