José Melitón Chavez - Obispo de Añatuya
La elección del padre Carlos es una muestra clarísima del rumbo que el Papa le quiere dar a la Iglesia en estos tiempos. Todos aquellos conceptos vertidos por el Santo Padre desde el comienzo de su ministerio, cuando habla de una Iglesia misionera, de una Iglesia servidora, que sale al encuentro de los hombres, que camina con la gente, cuando habla de la necesidad de pastores que él llama “con olor a oveja”, todo podría quedar en lindas imágenes si no fuera porque van acompañadas por acciones concretas. Una de estas acciones del Santo Padre es haber elegido para Tucumán, que es una Iglesia muy importante, una arquidiócesis, a un sacerdote simple, un simple sacerdote. El padre Carlos suele decir de sí mismo: “yo soy un cura, nada más”. Un cura sí, pero ahora con este servicio tan importante de ser cabeza de la Iglesia de Tucumán para animar a toda la iglesia de este tiempo. Es una clarividencia del Santo Padre que avisora una Iglesia con este estilo de servicio, de misión, y para eso tiene que pensar en pastores que la lleven a cabo con ese estilo.
Más allá del impacto que nos ha producido a todos, la elección de Carlos como arzobispo ha despertado mucha alegría.
En mi caso, es el nombramiento de un hermano. Si bien no coincidimos en los cursos del seminario porque yo le llevaba dos años, desde aquellos años somos amigos. Juntos hemos soñado la Iglesia, juntos la hemos sufrido, juntos la hemos caminado durante tantos años. Por lo tanto, sentirlo hermano en el Episcopado, y sobre todo del NOA es una fortaleza interior impresionante. En ese sentido, uno se siente reforzado en la vocación y en el servicio por el ministerio de Carlos. Esperamos que dé muchos frutos para la iglesia de Tucumán. No dudo que se avisora una Iglesia misionera para Tucumán y para todo el futuro.