Independencia, tensión y muchas dudas: seis respuestas para entender qué puede pasar hoy en Cataluña

Independencia, tensión y muchas dudas: seis respuestas para entender qué puede pasar hoy en Cataluña

El jefe de Gobierno catalán, Carles Puigdemont podría anunciar hoy avances en el plan secesionista.

MANIFESTACIÓN. Catalanes se manifstaron en contra de la secesión en Barcelona. REUTERS
10 Octubre 2017

El jefe de Gobierno catalán, Carles Puigdemont, comparece hoy ante el Parlamento regional para anunciar el próximo paso en su plan secesionista, incluida una posible declaración de independencia unilateral. Las claves de un día crucial para la crisis que tiene en vilo a España y Europa:

1- ¿Qué puede ocurrir?

Puigdemont podría cumplir con su plan original, aplicar la victoria del secesionismo en el polémico referéndum no autorizado del 1 de octubre y anunciar la independencia de la región, que sería en principio aprobada por la mayoría independentista en la cámara. O bien podría apartarse de esa hoja de ruta y pedir simplemente diálogo y negociación al Gobierno central.

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Un tercer escenario posible pasa por una vía intermedia con valor sobre todo simbólico:que Puigdemont se limite a anunciar la independencia pero la postergue para abrir margen a una negociación con Madrid, como especularon hoy fuentes de su partido, el PDeCAT. La CUP, el partido antisistema que apoya al Gobierno regional, reclamó por el contrario una declaración de independencia efectiva.

"Sospecho que no habrá declaración de independencia y que la CUP retirará su apoyo al Gobierno, lo que provocará su caída y nuevas elecciones", pronosticó en diálogo con la agencia DPA, Sebastian Balfour, profesor emérito de la London School of Economics.

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2- ¿Por qué hay incertidumbre sobre el plan secesionista?

La ley usada para convocar el referéndum del 1 de octubre -suspendida por el Tribunal Constitucional español, al igual que la consulta en sí- prevé la declaración de independencia en un plazo de 48 horas después de la difusión de resultados oficiales, algo que ocurrió ya el viernes. El propio Puigdemont adelantó que llevaría una declaración de independencia al "Parlament" catalán.

Sin embargo, los independentistas vienen sufriendo importantes contratiempos que aumentan la presión para que eviten la vía unilateral. El referéndum se celebró sin garantías mínimas, el ansiado apoyo internacional no llegó, en los últimos días hubo una ola de grandes empresas catalanas que dejaron la región por la incertidumbre y el domingo se produjo una masiva manifestación en Barcelona a favor de la Constitución y la unidad de España.


CARLES PUIGDEMONT. El jefe de Gobierno catalán podría declarar hoy la independencia. REUTERS

3- ¿Qué pasaría inmediatamente después de una hipotética declaración de independencia en Cataluña?

Es difícil saberlo. Lo que está claro es que un nuevo país no puede crearse de la noche a la mañana. La llamada Ley de transitoriedad jurídica aprobada por el Parlamento catalán pretende actuar como una normativa general para el plazo que transcurra entre la declaración de independencia y la aprobación de una Constitución catalana.

La lista de tareas es más que larga: la nueva república tendría que crear su propia moneda o imprimir millones de pasaportes. Cataluña carece también de Ejército y solo cuenta con una Policía autonómica. Otro problema más difícil de resolver sería el reconocimiento internacional del nuevo Estado: hasta ahora no parece que haya países dispuestos a dar ese paso.

4- ¿Cómo reaccionaría el Gobierno español a una declaración de independencia de Cataluña?

"Vamos a impedir la independencia de Cataluña. Tomaremos las medidas para impedirlo que sean necesarias", aseguró el lunes el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

La respuesta podría pasar por aplicar el artículo 155 de la Constitución española, que permite "adoptar las medidas necesarias" para "obligar" a una Comunidad Autónoma "al cumplimiento forzoso" de sus obligaciones. En el caso de Cataluña, esto podría implicar la intervención de autoridades puntuales o la disolución del Parlamento regional para convocar elecciones anticipadas en la región.

Un problema es que ese artículo nunca se aplicó hasta ahora. Otras opciones para el Gobierno serían declarar por decreto una Situación de Interés para la Seguridad Nacional -lo que le permitiría nombrar una autoridad funcional en la región- o limitarse a aplicar el Código Penal para perseguir la desobediencia del Gobierno catalán.

5- ¿Qué postura adopta la UE?

La Unión Europea (UE) mantiene una distancia prudente ante un "asunto interno" de España, pero al igual que potencias como Francia o Alemania, defiende la unidad de España y aclara que una Cataluña independiente quedaría automáticamente fuera del bloque. Para reingresar tendría que iniciar el largo recorrido por negociaciones y exámenes de sus sistema legal y político y contar finalmente con la aprobación de todos los países del bloque, España incluida.

Otros países afrontan además sus propias tensiones con movimientos independentistas locales -como Reino Unido con Escocia- y tienen por eso poco interés en alentar ese tipo de tendencias. La salida de Cataluña, que reúne un 20 por ciento del producto interno bruto (PIB) español, tendría además consecuencias económicas que sacudirían a toda la zona euro.

6- ¿Por qué convocó Cataluña un referéndum independentista?

El nacionalismo histórico en Cataluña vivió en los últimos años un auge debido en parte a dos catalizadores: el impacto de la crisis económica que sacudió España desde 2009 y la sensación de afrenta cuando el el Tribunal Constitucional español anuló en 2010 algunos puntos del nuevo Estatuto de Autonomía catalán.

Aprovechando ese clima, Puigdemont llegó al Gobierno catalán el año pasado prometiendo un referéndum en el que la región pudiera decidir sobre su independencia de España. Unos 5,34 millones de catalanes estaban llamados el 1 de octubre a responder a la pregunta: "¿Quiere usted que Cataluña sea un Estado independiente en forma de república?".

El "sí" ganó con un 90 por ciento de votos, aunque la participación rondó el 42 por ciento y los partidarios del "no" boicotearon la consulta.


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