Aquella noche histórica de Atlético en Quito está tan presente como si el tiempo hiciera un acto de negación y evitara soltar ese recuerdo tan vivo como ejemplificador para el fútbol nacional. Esa noche histórica de Atlético quedará definitivamente grabada en la memoria popular porque se consumó como hazaña, la misma que hoy necesita la Selección cuyos colores y escudo utilizó el “Decano” para construir el 1-0 a El Nacional, por la fase clasificatoria de la Copa Libertadores.
Los dos mundos vuelven a unirse, tal cual sucedió el 7 de febrero pasado. Ahora no es Atlético el que saldrá al estadio “Atahualpa” vestido con la camiseta argentina. Será la Selección la que deberá emular la proeza del “Decano” y vencer a Ecuador para llegar al Mundial. O al menos para darse una vida más en el repechaje.
El “Decano” tuvo todo para perder sin jugar siquiera: voló en un avión de línea desde Guayaquil a Quito porque nunca dejaron despegar a su vuelo charter. Llegó una hora tarde a la cancha, no sin antes haber recorrido una autopista en un bus devenido en auto de Fórmula Uno. Y, a pesar de todo ese esfuerzo de película, pudo haber sido descalificado por no presentarse a tiempo. Pero zafó y concretó lo imposible.
La Selección debe seguir ese ejemplo y decirse a sí mismo: Sí, se puede. “Mientras haya fe todo es posible”, sostiene en un tono bíblico Cristian Lucchetti, siendo él uno de los apóstoles de 25 de Mayo y Chile que consiguió redactar uno de los momentos deportivos más maravillosos para un club que acaba de cumplir 115 años de existencia.
La Selección parece estar encapsulada en malos augurios. Viene de tres partidos desconcertantes sin poder marcar (lo hizo, pero con un gol en contra de Venezuela), pese a que tiene al mejor futbolista del mundo y a grandes artilleros. Se siente acorralada, porque si no suma de a tres en Quito, no habrá cita mundialista, prácticamente.
“La unión del grupo y el sueño que perseguíamos siempre se interpuso a cualquier problema. A pesar de todo lo que nos pasó, apretamos los dientes, fuimos por la hazaña y se logró”, cuenta desde Chipre Leandro González.
“Algo similar a lo nuestro en ese momento le está pasando ahora a la Selección. Tiene todo en contra y está en un momento complicado, pero estoy seguro de que va a salir adelante. Deberá sacar ese fuego interior que tienen los grandes”, pide coraje “LG”, sabiendo que todo puede cambiar a partir de la magia y compañía que reciba Lionel Messi. “Espero no lo dejen solo”, reclama.
Puede sonar curioso, pero no lo es. Al temor al apunamiento se lo combate con la cabeza e inteligencia. “Es difícil cuando no podés cambiar el aire. Por eso no hay que hacer grandes distancias corriendo”, aconseja González mientras que Ignacio Canuto apela a la garra. “Es verdad que la altura afecta la cabeza, pero si vas mentalizado y lo planificado sale bien de entrada, todo se minimiza. Diferente es sí todo te sale al revés. Ves la cuesta demasiado empinada”, reconoce “Tato”, ahora jugador de Lanús.
Lucchetti toma el ejemplo de la sangre... “Confiar a muerte en el amor propio de cada uno y jugar con el corazón. Me parece que esa es la clave para poder ganar. Después, esto es fútbol y la pelota tiene que entrar”, dice.
Bruno Bianchi, que se acuerda de cada detalle de la victoria 1-0 sobre el “Militar” (con el gol de Fernando Zampedri), habla desde el lugar del simpatizante argentino. “La Selección tiene todo como para poder ganar en Quito”, se ilusiona, y destaca: “la mejor forma de anular el tema de la altura es olvidándote dónde estás jugando”.
Por nombres, actualidad, cotización y pergaminos, la Selección cuenta con material de sobra como para ganar en cualquier terreno. Sea hostil o no. “No creo que sea un milagro que Argentina gané allá. Tiene equipo para hacerlo y clasificarse. Está todo como muy raro y loco, pero si los jugadores sienten que pueden manejar la situación y se hacen cargo del partido desde el comienzo, todo cambiará para bien. Así nos mentalizamos nosotros”, recuerda Canuto.
Aquella noche, la noche histórica de Atlético en Quito, está tan presente hoy como si el tiempo apenas fuera un espejo donde se refleja lo que la Selección necesita ver. “Nada es imposible. Si ellos creen, jugar el Mundial es posible. A nosotros nos pasó de todo en la previa a la revancha con El Nacional, pero cuando la pelota comenzó a rodar fuimos 11 contra 11 y todo lo malo quedó afuera. Argentina debe hacer lo mismo: abstraerse del entorno y creer en sus fuerzas”, alienta Lucchetti.