QUITO.- Más allá de todas las finales y los récords batidos con Barcelona, Lionel Messi está a horas del partido más complejo de su vida, el que puede llevar a Argentina a Rusia 2018 o el que puede dejar al bicampeón afuera de un Mundial después de casi 50 años. Más que nunca, deberá ponerse el equipo al hombro cuando visite a Ecuador.
La “Pulga” atravesó todo lo imaginable con Argentina -desaires, lesiones, renuncias, sanciones-, pero su amor por la “albiceleste” y su afán por conseguir lo único que le falta a su increíble palmarés, un título con la Selección, lo mantiene en pie. Ganador de cinco Balones de Oro, el crack vivió su noche más triste aquel 26 de junio de 2016 en Nueva Jersey, donde Argentina perdió su tercera final consecutiva: Mundial de Brasil 2014 y Copas América de 2015 y 2016. Golpeado por ello y ante la profunda crisis institucional del fútbol argentino, esa noche decidió renunciar a la Selección. Dio marcha atrás meses después, pero nadie quiere imaginar qué podría pasar tras un mal resultado en Quito.
Anotó cuatro goles en los nueve partidos que disputó en la Eliminatoria rumbo a Rusia 2018, en una etapa de sequía en que Argentina es el segundo equipo con menos dianas, 16 en 17 partidos, sólo detrás de Bolivia.
Rusia podría ser el último Mundial del Messi en su mejor momento. Qatar, en 2022, podría ser el escenario de su magistral talento, pero es probable que el paso del tiempo ya comience a notarse.
Como Brasil no pudo ser, Rusia es la gran oportunidad para él. Y ahora depende de un solo partido a 2.850 metros de altura frente a un Ecuador ya eliminado, pero que quiere calmar su pena derrotando al mejor jugador del mundo.
La ciudad de Quito vio en 2013 a un Messi suplente ante Ecuador. Cuatro años después, y sea cual sea el resultado, la ciudad está pendiente de él y será el escenario de una noche histórica. El capitán, que hace casi un año que no da declaraciones a la prensa argentina, hablará con el balón.
¿Todo depende de Messi? No, pero para él, hoy se jugará todo. Nadie imagina un Mundial sin Messi. Y menos él.