En avenida Alem 830 existe Sol de Perú, una suerte de embajada gastronómica que ofrece sabores típicos del país incaico sin la paquetería de la cocina gourmet, con la abundancia de lo casero y en un ambiente íntimo que despierta la nostalgia de quienes no tienen más remedio que extrañar sus costumbres. Sólo hacía falta un televisor para que fuera el refugio perfecto de la pasión de un grupo de peruanos que no querían sentirse visitantes en una noche crucial para la “Rojiblanca” conducida por el argentino Ricardo Gareca. Perú está a un paso de clasificar a un Mundial después de 35 años, y la ilusión se percibe en el aire, como desde la puerta del restaurante se percibe el aroma del anticucho (trozos de corazón de res en brochet) que prepara Vilma Tucto Esteban. Como muchos de sus compatriotas, Vilma llegó a Tucumán hace más de 20 años para estudiar Medicina, aunque luego cambió por Enfermería, y hace un par de años, se asoció con Álvaro Menezes para abrir el local de comida típica peruana.
“Yo soy peruana, pero no quiero que Argentina se quede afuera. Un Mundial sin Argentina no es Mundial”, asegura Vilma, después de servir a los comensales con ají de gallina, seco de res con frejolada y el anticucho.
El partido ya comenzó, pero Álvaro todavía batalla para sintonizar algún canal. Ya van más de 10 minutos y no hay noticias. Hasta que a “Rosy” le avisan por celular que hay gol de Argentina. “Ay no, me muero”, se agarra la cabeza Luz Peñafiel, la que más sufre de todos. Para su fortuna, Álvaro logra encontrar la sintonía y el televisor le revela que no, que Argentina sigue igual de peleada con el arco. Y que el arquero Pedro Gallese pinta para figura.
Sólo tres personas en el local hinchan por Argentina: Luis Luna, junto a su mujer, Mónica Abregú, y su hija Abril. “Muchos de mis compañeros con los que estudié Medicina son peruanos, así que quisimos venir a este lugar para compartirlo con ellos. Y si hay un gol, lo voy a gritar, por supuesto”, se anima Luis, que no pudo darse el gusto.
Roxana Hinojosa, profesora de danzas peruanas, tiene el corazón dividido. “Soy tucumana hija de padres peruanos, adoro Argentina y mis alumnos son como mi familia, pero me crié y me formé culturalmente allá, así que me siento peruana. Y sería una alegría muy grande para el pueblo peruano llegar al Mundial”, opinó.
“Rosy”, oriunda de Lima, es algo más crítica. “Vivo aquí hace 35 años. Cuando juega Argentina, yo hago hurras y tiro cohetes por la Argentina. Es más, invito amigos para que veamos juntos los partidos. Pero creo que se han confiado demasiado en la trayectoria de sus jugadores y en su mayor experiencia. Si hubiesen puesto un poco más de ganas, como lo hacen en Europa, no estarían sufriendo como nosotros”, sentencia.