Aunque con matices, los candidatos a integrar el Consejo Asesor de la Magistratura (CAM) en representación de los abogados coincidieron en la necesidad de racionalizar y evitar los viajes de autoridades costeados por el órgano. La posición más crítica fue sostenida por la fórmula de Rubén Zingale y Gabriel Álvarez (sur), quienes consideraron que los traslados, viáticos y hoteles de lujo son “una recompensa” para la función ejercida a título gratuito.
La discusión sobre la necesidad, oportunidad y conveniencia de los viajes oficiales surgió varias veces durante la gestión saliente del instituto encargado de preseleccionar a los jueces. A fines del año pasado y con motivo de una misión a Chile, los consejeros llegaron a intercambiar sus diferencias a los gritos. A mediados de septiembre, el CAM publicitó que había gastado $ 128.000 en un viaje oficial a la Ciudad de Buenos Aires concretado en agosto. La política relativa a los traslados demandará previsiblemente definiciones a la próxima mesa de autoridades del CAM. Los letrados matriculados elegirán a sus representantes el 9 de octubre. En la capital compiten cinco listas: Marcelo Fajre-Julieta Tejerizo; Rodolfo Gilli-José Adle; Marcelo Seidán-Pablo Cifre; Jorge Conrado Martínez-Alfredo Falú y Martín Robles Levin-Susana López. En el sur hay cuatro binomios: Pamela Ibarra-Luciano Antezana; Diego Vals-Martín Tello; Ricardo Maturana-Silvia Rivero, y Rubén Zingale-Gabriel Álvarez. A todos ellos LA GACETA envió un cuestionario con 30 preguntas (dos listas omitieron el envío de la contestación).
Martínez-Falú
“No creo que los viajes de la gestión saliente hayan sido polémicos en sí mismos. Todos los viajes de los consejeros fueron públicos; tuvieron la misión de fortalecer y mejorar el CAM provincial, y resultaron beneficiosos. Es más, como es ad honorem la función del consejero, viajar resulta hasta un sacrifico personal. En el caso de Martínez (consejero suplente saliente), este fue elegido para integrar el Fofecma (Foro de Consejos de la Magistratura), por lo que viajó exclusivamente para cumplir dicha responsabilidad. En adelante, seguiríamos limitando los viajes a cuestiones ineludibles y con la mayor austeridad posible”.
Fajre-Tejerizo
“En general, la crítica sobre la ejecución presupuestaria vinculada a los viajes de consejeros puede esconder una velada forma de minar la credibilidad del instituto. Es nuestra decisión que todo desembolso, además de público, sea responsable y austero”.
Gilli-Adle
“Los viajes oficiales deben ser llevados a cabo por el representante natural del CAM, que es su presidente. A las capacitaciones pueden ir otros consejeros, si el tema lo justifica. Ahora bien, los viajes internacionales, por su altos costos, tienen que ser soportados por quienes decidan viajar. No todos los viajes son iguales, pero debe primar la prudencia”.
Robles Levin-López
“No hay que abusar de la función que se va a cumplir. Cada consejero debería costearse su viaje y, en todo caso, que una parte pequeña del presupuesto esté destinado a viáticos, con un determinado cupo anual por consejero. Y que sea un monto fijo el que se otorgue”.
Zingale-Álvarez
“Este servicio debe ser ad honorem de principio a fin, y no recompensado con viajes oficiales, viáticos y hoteles de lujo, lo que generó gastos innecesarios. La misma crítica cabe respecto de la pretensión de los consejeros actuales de contar con vehículos de alta gama, y generar en el Consejo una bolsa de trabajo para pagar favores políticos y profundizar el nepotismo”.
Vals-Tello
“El nuevo Consejo deberá establecer un plan estratégico. Si somos elegidos, propondremos que la prioridad sea el incremento de las ternas. Las capacitaciones, convenios, viajes de representación, etcétera, deberán ajustarse a las prioridades definidas”.
Seidán-Cifre
“Los viajes sólo deben realizarse a los fines estrictamente de capacitación o para ‘tomar conocimiento’, nunca por motivos protocolares o para la firmas de convenios”.