Hace unos meses ingresó un pedido que sorprendió a todos los empleados de la fiscalía que conduce Diego López Ávila. El representante legal de la última pareja del sacerdote pidió autorización para que se exhumara el cuerpo del sacerdote e iniciar un juicio de filiación.
Se trata de la mujer que habría desatado la furia de la joven que fue descubierta amenazando al sacerdote. Esta, en el momento de la muerte de Juan Viroche, habría estado embarazada, según confiaron las personas más cercanas al sacerdote.
El abogado necesitaba realizar un análisis para determinar si la criatura (no se sabe su sexo) era hija de Viroche, trámite que se realiza en el fuero civil y que se maneja en el mayor de los secretos.
El fiscal López Ávila analizó el escrito y respondió que no era necesario realizar la exhumación del cuerpo, ya que por la investigación del caso, él tenía en su poder un perfil genético del sacerdote. Entonces sólo quedaba extraer la muestra del recién nacido para realizar la comparación. LA GACETA no pudo constatar si este trámite ya se había realizado ni, mucho menos, cuáles fueron los eventuales resultados.
El inicio de este trámite tiene su razón de ser. El niño tiene el derecho de saber cuál es su origen y, posteriormente, poder reclamar los bienes que le correspondan por ser el hijo del sacerdote. “Entendemos que se trata de un planteo justo porque él necesitará alimentarse y educarse y no podemos establecer si la madre está en condiciones de hacerlo sola”, comentó una fuente de la Justicia.
En el expediente figura que esta era la última pareja del sacerdote. Varios testigos aseguraron que Viroche estaba enamorado de ella y que estaba dispuesto a dejar los hábitos para poder formar una familia con ella.