¿Quién levanta el sobrecito de edulcorante en los despachos oficiales en vez de uno con azúcar natural? ¿Por qué algunos bares tucumanos no tienen en sus mesas azúcar? El nivel de ebullición llegó a tal punto que el sorbo que toman los funcionarios tucumanos, en sus oficinas o fuera de ellas, es amargo. Y ese nuevo hábito se lo deben a sus pares de la Municipalidad de la Ciudad de Córdoba. La Provincia ha presentado una batalla legal y dialéctica en el impensado conflicto que se desató con la capital mediterránea por las limitaciones en esa metrópoli al uso del endulzante natural en los bares. Y no es un dato menor. El enfrentamiento por la polémica ordenanza que limita el uso del azúcar en los bares, incluso, ha llegado a unir a adversarios electorales que, dentro de 40 días estarán enfrentándose en las urnas por cuatro bancas en la Cámara Baja. Sin embargo, en la Casa de Gobierno la fórmula gobernante sigue sospechando de una “mano negra” de Cambiemos en el avance contra el principal cultivo tucumano. En Córdoba, en tanto, consideran que tanto el gobernador Juan Manzur como su vice, Osvaldo Jaldo, recurren al acting para dramatizar una novela que no es tal, sino sólo la protección de la salud de la población, según argumentan en la ordenanza. “Los dos al bailando”, señalan los cordobeses. Fuera de broma, las autoridades de esa provincia consideran que la leyenda que se colocará en los bares sirve de referencia para establecer que no es una prohibición total del producto: “el consumo excesivo de azúcar es perjudicial para la salud”. De todas maneras, no deja de generar suspicacias.
En Tucumán, ni el Gobierno, ni los factores de la actividad azucarera toman como chiste la ordenanza que está para promulgación del intendente Ramón Javier Mestre. Incluso, el decreto 2.897 del Ministerio de Desarrollo Productivo, firmado por el propio Manzur, indica que el verdadero perjuicio para la salud poblacional pasa por sustituir un endulzante natural, como lo es el azúcar, “por otros no naturales con probados efectos nocivos para la salud”. Y, en los considerandos, enfatiza lo que el gobernador viene sosteniendo en cada discurso: “la norma (ordenanza) no sólo carece de sustento científico sólido, sino que ataca a la actividad más relevante de la región del NOA”.
Los términos elegidos para la elaboración del decreto son tan duros como la postura institucional adoptada por el Estado tucumano. “Declárase prioritaria, en virtud del interés público comprometido, la defensa y promoción de la actividad azucarera”. El avance judicial será el siguiente paso, una vez que Mestre decida -dentro de los ocho días hábiles siguientes- si promulga la ordenanza y la reglamenta. Antes de declarar “la guerra productiva”, Manzur quiere reunirse con el intendente cordobés, con el fin de explicarle que aquella medida no tiene sustento científico. Ahora bien, ¿qué es lo que enfrenta al Gobierno tucumano con un municipio cordobés? La ordenanza puede llegar a sentar jurisprudencia y causar un efecto dominó en otras jurisdicciones. De hecho, en Rosario (Santa Fe), una funcionaria del área de Salud dejó entrever que debe tomarse el mismo camino que Córdoba. Además, en el Poder Ejecutivo creen que Mendoza también se uniría a esa ola antiazúcar. Es sabido el enfrentamiento que existe con los productores vitivinícolas, que impulsaban el uso del mosto como endulzante de bebidas analcohólicas, a través de beneficios impositivos para la actividad y sustituyendo al azúcar. Esa es una herida cuyana que sigue abierta.
El acto de ayer en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno ha sido una clara muestra de que los funcionarios, industriales, cañeros y obreros del surco están dispuestos a enarbolar la bandera azucarera en conjunto cuando hay avances como el de Córdoba en esta oportunidad. El interrogante que se abre es: ¿qué harán los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy) y Juan Manuel Urtubey (Salta) respecto de los embates hacia la actividad? Hasta ahora hay silencio de radio.
En Tucumán están convencidos de que los cordobeses no pueden prescindir de un endulzante natural para la alimentación como tampoco sustituir al azúcar de las tradicionales recetas de sus alfajores. La cuestión se soluciona en una rueda de café, charlando institucionalmente. Eso sí, endulzado con azúcar, pero no en exceso.