La historia de cómo el paco se llevó al hijo de Raquel “golpeó” a los candidatos opositores
Una vecina del barrio Primero de Mayo relató a miembros del frente Cambiemos cómo la droga destruyó a su hijo y a otros jóvenes. José Cano pidió a la Provincia que invierta más en seguridad y apuntó que la Policía no tiene suficientes uniformados
La primera foto de José Cano y Domingo Amaya juntos tras los dimes y diretes políticos de las Primarias quedó como una anécdota, en segundo plano. La realidad de Raquel Paz traslució la de muchas familias del pobrísimo barrio Primero de Mayo, en Las Talitas, y remeció la visita que funcionarios nacionales y candidatos de Cambiemos hicieron ayer a la mañana.
Los dirigentes recorrieron obras que financia la Nación para mejorar el hábitat en varios municipios y, en ese contexto, entraron en casas de familia. Raquel recibió a Amaya (secretario de Vivienda de la Nación), Cano (candidato a diputado por Cambiemos) y Marina Klemensiewicz (subsecretaria de Hábitat y Desarrollo Humano). Más tarde, llegó la postulante Beatriz Ávila. También había funcionarios municipales y concejales.
Los visitantes se sentaron alrededor de una mesa que ocupaba el lugar central de la precaria casa. En esa mesa falta desde hace 10 días uno de los hijos de Raquel, Franco Barrojo, de 22 años. “Se quitó la vida, era adicto”, explicó ella sin rodeos. La conmoción y la indignación tomaron los rostros de los presentes. Amaya la escuchó en silencio, con la mirada fija. Cano negó con la cabeza y renegó contra la Provincia. Klemensiewicz siguió con atención el penoso relato.
Con palabras simples, la mujer de 56 años fue hilvanando ideas, imágenes, esperanzas. “Es algo duro que tenemos en el barrio. La mayoría de los chicos son adictos. Cinco van muriendo en dos meses, se quitan la vida o se la quitan”. Repite incontables veces que la situación es desesperante y que otro de sus hijos también es adicto y, como Franco, también está en tratamiento en un hospital público. No nombró ni una vez la droga que se llevó a su hijo: el paco, residuo de la pasta base de cocaína. “A veces no se dejan ayudar. Los chicos no pueden razonar sus problemas... se quitan la vida. Eso (por el paco) está de puerta a puerta. Está tan cercano...”, lamentó. Recordó que el intendente oficialista Carlos Najar fue de los primeros en ponerse a su disposición y que gracias a la Nación recibe contención y se reúne con otras madres. Porque hay otras madres; dice que muchas. “Compartimos experiencias. Nos reunimos aquí. El problema de la adicción no es sólo del que consume, es de toda la familia”, reflexionó.
Cuenta que trabajaba limpiando casas, pero que se quedó sin trabajo hace meses. Desde entonces vende sánguches de milanesa para subsistir. Pero tiene un horno pizzero y pide ayuda para emprender algo que le permita tener más ingresos trabajando en casa, para no descuidar a su otro hijo. Raquel no soporta ver a los chicos a merced de la droga. “Me escuchan, les hablo mucho. Me siento con ellos aquí a la vuelta, donde se juntan”, graficó. Vuelve a decir que es durísimo ver cómo el paco está tan cerca.
Los vecinos están entusiasmados porque dicen que es la primera vez que funcionarios nacionales están en el barrio. Algunos piden chapas, pensiones o trabajo, otros reclaman por la inseguridad. Muchos, con temor, denuncian a los transas.
“A su suerte”
“No es normal que una mamá nos plantee que vio que su hijo se le fue de las manos y que nadie hizo nada”, lamentó Cano. Recordó que la seguridad es responsabilidad de la Provincia: “en vez de estar creando fantasmas de los que hay que ‘defender Tucumán’, tiene que resolver esos temas”, instó ofuscado. Explicó que, en lo que le compete, la Nación está avanzando, peléandole al narcotráfico. “La gente plantea situaciones así en toda la provincia y esto requiere de una política de Estado. En la sección Este hay 43 comisarías y 830 efectivos. Pedimos a la Provincia que replantee la política de seguridad. Tienen que destinar recursos, el 100% del presupuesto en seguridad es para sueldos. Por acción u omisión, se deja a la gente librada a su suerte”, consideró. Amaya reconoció que la historia de Raquel lo enmudeció. “Siento tristeza. La política tiene que servir para servir a la gente. La Provincia no tiene planes estratégicos y menos en este tema. No se puede pedir todo a la Nación. La obligación es de la provincia”, enrostró. Klemensiewicz explicó que parte del dinero que su área destina a barrios vulnerables es para desarrollo humano. “Habrá un taller en la casa de Raquel sobre adicciones. Esas muertes son sintomáticas, muestran la enfermedad de una comunidad. El Estado es el primer responsable. Las obras que hacemos ayudan a que entre la ambulancia o el colectivo, a urbanizar y generar convivencia, a retomar el espacio público”, concluyó.