Diego Armando Guzmán Villalobos: un violín, una batuta y una nueva vida

Diego Armando Guzmán Villalobos: un violín, una batuta y una nueva vida

El músico venezolano, flamante incorporación de la Orquesta Estable de la Provincia, trae una valija llena de ideas para profundizar el trabajo en las orquestas infantiles y juveniles.

EN LA GACETA. “La cumparsita” abrió el minirrecital que dio el músico venezolano. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO EN LA GACETA. “La cumparsita” abrió el minirrecital que dio el músico venezolano. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
29 Agosto 2017

› en la fila y en el podio 
Violinista, director de orquesta. Acredita amplia experiencia como director invitado en importantes orquestas, en Venezuela e internacionales. También como violinista (Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela, Orquesta Sinfónica de Guárico, Orquesta Sinfónica Simón Bolívar).

PERFIL

› En la fila y en el podio 
Violinista, director de orquesta. Acredita amplia experiencia como director invitado en importantes orquestas, en Venezuela e internacionales. También como violinista (Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela, Orquesta Sinfónica de Guárico, Orquesta Sinfónica Simón Bolívar).

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El músico venezolano, flamante incorporación de la Orquesta Estable de la Provincia, trae una valija llena de ideas para profundizar el trabajo en las orquestas infantiles y juveniles

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Cuando nació, hace 35 años en Caracas, su padre eligió el nombre de su mayor ídolo en el fútbol y lo llamó Diego Armando Guzmán Villalobos.

Hace menos de dos semanas que está en la provincia y ya ha tocado el violín varias veces. Una de ellas fue durante la sesión de fotos para LA GACETA, cuando deleitó a los periodistas con varias piezas.

Viajó para audicionar por un puesto en la fila de los segundos violines de la Orquesta Estable de la Provincia, y ganó. Será miembro formal desde el 1 de septiembre, pero ya lo invitaron a sumarse a los ensayos de “La traviata”, que se estrena esta semana.

“La audición fue una interesante renovación para mí, porque tengo 25 años en la música pero me inicié como violinista. Toqué en distintas orquestas en Venezuela, y luego decidí estudiar dirección con maestros valiosísimos como José Antonio Abreu, que fundó el Sistema de Orquestas en Venezuela”, cuenta.

En ese devenir, Guzmán Villalobos dejó de lado el violín por la dirección, sobre todo desde 2003, cuando se conforma la red orquestal en Yaracuy, adonde él se había mudado. “Me dediqué a dirigir; eventualmente daba alguna clase -recuerda-. Venir a la audición supuso un desafío doble para mí, porque implicó retomar el violín tras casi una década sin estudiar. Asumí el reto, en un concurso con 13 aspirantes activos como violinistas. El resultado es que agradó bastante, gracias a Dios”. El reto no fue menor: eligió, además del repertorio estándar impuesto a los concursantes, parte del Concierto N° 1 para violín de Max Bruch.

Con los chicos

El nuevo violinista de la Estable no se limitará a la silla y al atril, sino que operará también desde su vasta experiencia en el Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela. “Sé que aquí hay distintas iniciativas. Conozco la Orquesta Divino Niño, que dirige Marcelo Ruiz. Voy a apoyarlos en todo lo que sea necesario, así como con la Orquesta La Abejita, de Yerba Buena”.

Explica que el suyo es un trabajo con múltiples facetas, no solamente como director. “Los chicos no sólo reciben las indicaciones desde el podio sino también en clases. Se trata de apoyar a los profesores compartiendo conocimientos y experiencias -afirma-. Me gusta ser lo más cercano posible, estrechar el vínculo. Hay un componente artístico y cultural, pero también un aspecto social: cuando se le está dando clase de violín a un niño o a un joven, la clase no sólo es para él sino para su núcleo familiar y su comunidad. Se da el caso en muchas orquestas donde están los amiguitos en el salón, y es algo contagioso: la semana siguiente ya ingresan los primitos. Entonces ocurre algo que el maestro Abreu dice con frecuencia: que ahí viene el germen de transformación de la música sinfónica en América latina que comenzó en Venezuela. Que con este enfoque de enseñanza y de esperanza la música clásica evoluciona”.

De mayorías

Gracias a esa evolución la música clásica deja de ser un fenómeno de minorías para minorías. “Con la masificación de la práctica pasó a ser un fenómeno de minorías para mayorías -sostiene-. Sólo los que estudian música la llevan al gran público. Pero el Sistema de Orquestas involucra también las instituciones, los padres y toda la comunidad en los ensayos, en las clases, en los conciertos, en todo el funcionamiento. La música pasa a ser un fenómeno de mayorías para mayorías”.

El músico resalta la armonía que conlleva no sólo el carácter social por la inclusión, por las facilidades de inscripción, por tener el instrumento (que se otorga) sino por tener acceso, y que se le garantice al niño o al joven el derecho a una enseñanza musical y artística de calidad. “Con la posibilidad de que opten tal vez por tomar la música como forma de vida, que lleven al máximo ese potencial adquirido -agrega-. Que viniendo de donde vengan tengan la posibilidad de mostrar su arte en las grandes salas de concierto, con los grandes públicos, y en cualquier lugar. Es un compendio bastante completo”.

No sólo Mozart

El músico aclara que el trabajo de las orquestas venezolanas no se circunscribe a la música sinfónica. “Hay un movimiento coral, escuelas de luthería, coros de niños con capacidades diferentes (mi esposa dirige uno de esos coros) y al lado está el coro de manos blancas, que cantan con lenguaje de señas -señala-. Además el programa Alma llanera, de música folclórica venezolana con instrumentos tradicionales; Nuevos Integrantes, con estrategias de estimulación y lúdicas sobre todo, para estimulación musical en el vientre materno; de Agrupaciones Populares de otros géneros: tocan salsa, merengue, todos los ritmos tropicales; orquestas afro-venezolanas, orquestas de campanas, orquestas de rock sinfónico y jazz. Y además, la música llega a las cárceles, donde se enseña a a tocar instrumentos y a cantar”.

Diego Armando Guzmán Villalobos hace honor a su nombre: es vital, enérgico, y lleva puesta la camiseta de la música que evoluciona.

> Como muchos  

La dura decisión de emigrar de Venezuela

“La decisión mía de salir de mi país es común a muchos compatriotas. La situación se tornó crítica el año pasado. Se añaden las revueltas populares y toda la cadena de acontecimientos. Pese a todo, hay todavía muchos connacionales que siguen trabajando en pro de nuestro país dentro de Venezuela. Pero centenares de miles han dejado el país en busca de otras perspectivas”. El músico estima que a principios de 2018 podrá traer a Tucumán a su esposa y a sus dos hijos. 

> Del caribe 

Extrañará las playas pero no el calor

“San Miguel de Tucumán es una ciudad grande, muy activa, y la gente que he conocido es hospitalaria, amable, me agradó muchísimo. Soy de San Felipe, 300 km al oeste de Caracas, cerca de Barquisimeto. Es una ciudad con mucho acervo cultural, historia, rodeada de vegetación todo el año, de clima duro, muy caliente. A 40 minutos está la región costera, con playas espectaculares. Eso voy a extrañar”.   


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