“Ayelén se había salvado dos veces, pero ahora no se salvó y ya no está aquí con nosotros”
La vida de Ayelén Gómez siempre fue dura. A lo largo de sus 31 años padeció la discriminación de los demás, sufrió abusos sexuales y una discapacidad física, sumada a su condición de mujer trans, le impidió acceder a un empleo. Esas circunstancias la empujaron a la calle, donde conoció el hambre, el frío, las drogas y la prostitución. Y así falleció: la asesinaron mientras trabajaba en el parque 9 de Julio.
Ayelén nació en un cuerpo de varón pero siempre se sintió mujer. Cuando era una niña jugaba con las muñecas de sus hermanas y se vestía como ellas. “En mi casa siempre la aceptamos como era y la apoyábamos”, cuenta Giselle Gómez, una de sus hermanas. Cuando Ayelén cumplió siete años sufrió un accidente doméstico que en la adultez le impediría trabajar: le dio la corriente y se quedó sin movilidad en la mano derecha.
“El caso de Ayelén es una irresponsabilidad más del Estado”
A los 16 años, la jovencita decidió abandonar su casa. Por aquel entonces su familia vivía en El Colmenar y Ayelén no soportaba el acoso de sus vecinos, que la insultaban y agredían cada vez que salía a la calle. Giselle recuerda que su hermana dejó la escuela, anunció que se iría a vivir con una amiga y prometió que buscaría un trabajo para ayudar a su familia. “Primero se la veía bien, incluso formó una pareja que duró un par de años. Pero después desapareció un tiempo; nos contó que empezó a dormir en las calles, que pasaba frío y hambre, que no sabía qué hacer y que dos veces estuvo internada”, relata su hermana.
La historia se repite
A esa altura ya estaba claro que nada sería fácil para ella. En 2009, Ayelén sufrió el primer ataque sexual por parte de policías. Giselle cuenta que su hermana regresaba de una fiesta, caminando a la vera de la ruta, y que fue atacada por dos policías que estaban parados en un auto. “La metieron entre los yuyos y la abusaron, le pegaron muchísimo y la ramearon. Por ese hecho a ella le quedó mal el ojo, varias cicatrices en el pecho y en las piernas. Esa vez terminó internada en el hospital Padilla y nunca supimos quiénes eran esos policías. No sé por qué le hacen esto a una persona, que se haya cambiado de género no quiere decir que pueden abusar de ella, todos somos seres humanos”, expresa Giselle, horrorizada.
Para Ayelén fue largo el proceso de recuperación. Pero siguió adelante sin imaginar que la historia se repetiría tres años después. En abril de 2012, la detuvieron por una supuesta contravención y la llevaron a la seccional 2°. Le contó a su abogado, Carlos Garmendia, que dos policías la encerraron en el “chancho” y abusaron de ella. Una vez más el ataque quedó impune.
El video que muestra cómo fue la detención de Ayelén en 2012
Como estos policías amenazaron con matarla si la volvían a ver, Ayelén escapó hacia Buenos Aires. “Al principio llamaba todos los días, estaba contenta porque había empezado a estudiar en el bachillerato Mocha Celis. Pero después dejó de comunicarse y su teléfono nos daba como fuera de servicio, no sabíamos qué hacer. Después supimos que andaba en la calle”, rememora Giselle.
Coqueta
Ayelén regresó de Buenos Aires en octubre del año pasado y comunicó sus intenciones de finalizar sus estudios en el Cetrans, pero nunca se inscribió. Nuevamente comenzó a desaparecer por varios días, de manera intermitente. “Le decíamos que deje la prostitución; no teníamos mucho para darle porque somos humildes, pero no le faltaba un techo y un plato de comida”, dice Giselle desde la puerta de una casa sin ningún lujo, rodeada de perros y gallinas, en medio del campo y a casi tres kilómetros de la ruta 302 que conduce a Ranchillos.
La última vez que Giselle y su familia vieron con vida a Ayelén fue el jueves 10 de agosto. Ese día ella estaba contenta. Se calzó un pantalón de jean con una remera negra y una campera corta. Se maquilló, se perfumó y miró a su hermana: “¿cómo me queda?”, le preguntó. Ayelén era coqueta; nada le gustaba más que el perfume y el maquillaje.
Cuando encontraron su cuerpo el sábado al mediodía, debajo de las tribunas del club Tucumán Lawn Tennis, Ayelén estaba desnuda y tenía un puñado de tierra y pasto en su boca. A menos de 50 metros estaban tirados su ropa y un frasco de perfume.
Sospechas
¿De quién sospechan? Ante esa pregunta Giselle duda. Primero relata que Ayelén les había contado pocas semanas atrás que se había encontrado en el parque con uno de los policías que abusaron de ella en la seccional 2°. “Él estaba en una moto, se le acercó y le dijo que más vale que se vaya porque la iba a matar”, cuenta.
Inmediatamente después menciona a las amigas de Ayelén y advierte que estas le tenían envidia. “Hay gente que dice que las amigas no la querían, que querían que vuelva a la mala vida, que ande en la calle, que se ande drogando”, comenta.
Y, por último, menciona a una tal “Luisa”, la mujer que regentea a las chicas trans en situación de prostitución en las zonas del parque y El Bajo. “Ayelén nos contó que es una señora grandota, que tiene guardaespaldas. Luisa le había dicho que no la quería ver más por ahí porque estaba arruinada, que si la llegaba a ver le iba a dar unas bofetadas para que le haga caso. Las chicas le tenían que pagar para que las deje trabajar, si no les pegaba con la mano o con cadenas”, dice Giselle y relata que una vez su hermana volvió tan golpeada que no podía levantarse de la cama.
“Ella no merecía esto, nadie se merece morir de esa forma. Quiero que se haga justicia, que encuentren al culpable, sea quien sea, y pague por lo que hizo. Se había salvado dos veces, ahora no se salvó, ya no está aquí con nosotros”, dice Giselle. En ese instante su pequeño hijo advierte que acaba de romper en llanto y le acaricia el brazo con su mano.
MARCHARÁN EN SIMULTÁNEO, EN TUCUMÁN Y EN BUENOS AIRES, PARA EXIGIR JUSTICIA POR AYELÉN
A nivel local, se concentrarán a las 17 en el Cetrans (Centro Educativo Trans de puertas abiertas), ubicado en avenida Brígido Terán 320, y desde allí caminarán hacia la plaza Independencia. En simultáneo, habrá una movilización en plaza de Mayo. “Los convocamos a venir con ropa negra para sostener una identidad unificada en apoyo a la causa de Ayelén y de todas las compañeras perseguidas y muertas impunemente”, invita un comunicado firmado por organizaciones sociales que luchan por la igualdad de género y los derechos humanos.
La Policía está tras los pasos del “Flaco”, el hombre que estuvo con ella el viernes
Las compañeras de trabajo de Ayelén Gómez coincidieron en señalar que la última vez que la vieron estaba acompañada por un “Flaco”- Los investigadores aún no confirmaron si se trata de un cliente o de una persona que habría sido enviada por alguien para castigarla por alguna razón. Por otra parte, personal de la División Homicidios ubicó a la pareja en situación de calle que normalmente dormía en la zona donde se encontró el cuerpo de la joven. Según trascendió, declararon que no vieron nada raro el viernes por la noche.