¿Los tucumanos verán en las puertas de las escuelas las filas interminables de taxis que suben y bajan votantes? ¿Estarán identificados con letras al revés del candidato? ¿El acarreo es una práctica que ha quedado en el pasado?
Según los taxistas de la capital consultados, al menos para este domingo no han sido convocados por los partidos políticos para llevar y traer vecinos desde su casa hasta alguna escuela de barrio.
La mayoría reconoció que hay un cambio respecto de otras elecciones. Sin embargo, algunos aseguran que el panorama en la capital no es el mismo que en otras localidades, como Banda del Río Salí y Alderetes, en donde hay compañeros con autos particulares a los que sí -aseguran- los han llamado para trabajar.
“Aquí (Enrique) Romero ha prohibido que se usen los taxis”, explicó Mario Córdoba, chofer que frecuenta la parada de Junín y San Martín. Se refiere al subsecretario de Tránsito y Transporte de la Municipalidad capitalina. La Intendencia ha advertido que habrá sanciones ante el eventual uso del transporte público (taxis y ómnibus) para el acarreo y prometieron controlar durante todo el día que esto se cumpla.
Sin embargo, la versión de algunos taxistas pone en duda la contundencia de esta medida. José, taxista de capital, comentó que punteros capitalinos le ofrecieron $ 1.000 por trabajar el domingo llevando vecinos a las escuelas Mercofrut, Griet y Deán Funes. “Dije que no porque no me conviene”, sentenció.
Balanza económica
“No escuché nada, ni para estas ni para las que vienen”, reconoció Pablo Latina, otro chofer, de la parada de Maipú y Mendoza. Agregó que para algunos es una buena oportunidad para hacer -quizás- lo mismo que en medio día de trabajo, pero sin andar tantos kilómetros ni estropear el auto. “Te pagan $1.000 y los traslados no suman más de 50 kilómetros porque son por adentro del barrio, pero para ganar eso tendrías que haber hecho casi 100 kilómetros”, ejemplificó.
Hay otros taxistas a los que no les seduce trabajar un domingo, ni para ellos ni para otros. “No, yo descanso; ni me interesa y menos para los políticos”, reconoció Gustavo Gutiérrez, conductor de taxi. Y otros, como Ricardo Díaz, que relativizan la ventaja económica: “yo hice traslados en mi auto particular en 2015 y me pagaron $800 por recorrer la zona de la Ciudadela; no es mucho y si sos chofer y no propietario, menos”.
También están aquellos desencantados con esto de ser acarreador de votantes por la simple razón de que ya les pidieron que trabajaran años anteriores y no les pagaron. “Me han defraudado”, asegura Carlos desde el asiento de su taxi. “Trabajé dos veces y nunca me dieron los $2.000. La persona que me había contactado después no me pagó y eso que laburé desde las siete de la mañana hasta las 20”, reseñó. Y para rematar su proclama de descontento, lanza: “ni sé para qué vamos a votar, (los políticos) son todos iguales”.
Ricardo baja la ventanilla y cuando escucha la pregunta apura un “no sé de los taxis, pero le puedo contar que a un amigo mío lo llamaron anoche (por el jueves) a las 3 de la mañana para pedirle que distribuya colchones y bolsones en la zona de El Naranjo y La Ramada. Le decían que le iban a llevar las cosas a su casa para subirlas al camión”. “¿Hizo la denuncia?”, fue la repregunta. “No sé, no”, contestó mientras le abría a empujones la puerta a una mujer que como había escuchado la última parte de la rápida charla sumó: “No sólo del Gobierno, de todos lados reparten, señorita”.