Atlético no suma refuerzos desde hace casi un año y los necesita sí o sí

La partida de Ezequiel Cirigliano y Jairo Palomino podría significar una extraña casualidad para Atlético. Los volantes volante arribaron juntos al club hace casi un año (principios de septiembre de 2016) y aún nadie llegó detrás de ellos. Es decir, aún fuera del club, serían los últimos refuerzos que contrató el “Decano”.

El curioso escenario (podría darse tranquilamente ya que ninguno de los dos sería parte de los planes de Ricardo Zielinski) sirve para graficar lo que le ha costado a Atlético conseguir nuevos jugadores en los últimos tiempos.

Desde ese mercado de pases invernal que anticipó el inicio de la temporada 2016/17, Atlético tuvo tres instancias donde podría haber incorporado y no lo hizo en ninguna de ellas.

El torneo que terminó consagrando a Boca hizo un parate por las Fiestas a mediados de diciembre. El torneo no empezó hasta marzo por las deudas salariales pero Atlético tenía la fase previa de la Copa Libertadores a partir de enero. En ese período sufrió las partidas de Pablo Cáceres y Franco Sbuttoni. El libro de pases se abrió, por supuesto, pero el club, en concordancia con Pablo Lavallén, no sumó refuerzos.

El verbo “sufrir” no es exagerado ya que el equipo terminaría sintiendo esas bajas y la falta de reemplazos naturales. Fernando Evangelista fue el jugador que más minutos disputó en toda la temporada y terminó agotado. Enrique Meza Britez no tuvo el nivel necesario para ser central y hubo que improvisar con Palomino cuando no estaban Bruno Bianchi (suspendido) o Ignacio Canuto (lesionado).

Una vez superadas, heroicamente, las instancias preliminares de la Copa y con su arribo a la fase de grupos, el “Decano” tuvo una nueva posibilidad de sumar jugadores. El club tenía tres cupos pero por problemas administrativos con la ficha de Canuto, le quedaron dos. Fue en vano, no utilizó ninguno de los dos cupos posibles.

“No vamos a comprar por comprar”, era el lema de la dirigencia que encabeza Mario Leito. Es decir, los jugadores que pedía el entrenador no estaban disponibles (en enero había muchas más opciones que en marzo, a decir verdad), los que sí lo estaban no convencían al técnico y no eran mejores que los que ya estaban. Por eso, las caras nuevas no se veían por 25 y Chile.

A fines de marzo, Matías Ballini sufrió -nuevamente- la rotura de ligamentos y a Atlético se le abrió, por tercera vez, una chance para sumar un refuerzo. Apoyado, por supuesto, en el artículo 10 del Convenio Colectivo de Trabajo entre AFA y Agremiados . “Los clubes podrán solicitar refuerzo en caso de que un futbolista sufra una lesión que le demande más de cuatro meses de recuperación, siempre que no se haya disputado el 65% del campeonato”, dice el texto. Atlético todavía tenía tiempo (la imposibilidad regía desde la fecha 20 y corría la 16).

“Llegaran al menos 10 refuerzos”, dijo Leito hace pocos días, teniendo en cuenta que tiene en el horizonte la Copa Sudamericana, la Copa Argentina y el torneo local. El presidente repartiría la cifra entre defensores y delanteros.

Entonces, la de este invierno es la cuarta instancia en la que el libro de pases se abra para Atlético y por como terminó el equipo la temporada pasada (cansado, sin resto ni recambio), deberá ser la vencida.