Desmantelar una organización dedicada al narcotráfico es como desarmar un ovillo de lana. Los investigadores toman una punta y de a poco van tirando de ella. Desconocen qué hay en el medio y menos con lo que pueden encontrarse al final. Por ese motivo cada dato es analizado. Y el fruto de ese trabajo está saliendo a la luz, ya que se encontraron indicios de que el empresario chaqueño que está acusado de ser el testaferro de la banda a la que se le secuestró dos toneladas de cocaína habría tenido vínculos con pares tucumanos.
“Bobinas Blancas de Acero” fue el nombre del operativo que realizó Drogas Peligrosas de la Policía Federal hace una semana en cinco provincias (Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, Chaco y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Los resultados lo transformaron en uno de los procedimientos más importantes de los últimos 20 años.
En el parque industrial de Bahía Blanca encontraron más de 1.500 kilos de “merca” ocultos en bobinas de acero. En una finca de Mendoza secuestraron otros 500 kilos de la misma sustancia ocultos en bolsas de piedras preciosas. Paralelamente, en el puerto canadiense de Montreal, las fuerzas de ese país decomisaron otros 372 kilos de la sustancia ocultas en los mismos rollos de metal encontrados en nuestro país.
El éxito de este procedimiento no sólo fue por la cantidad de droga secuestrada, sino por la organización desarticulada. Detrás de ese embarque estaba el cártel mexicano de Michoacán que se había asociado con empresarios argentinos para enviar cocaína a Canadá y a España. Todos los compatriotas detenidos -fueron más de 10- son figuras conocidas en el mundo de los negocios de sus tierras de origen. Por ejemplo, Damián Limansky, detenido en Bahia Blanca, era despachante de aduana y presidente de la Cámara de Comercio Exterior de esa localidad.
“Una de las particularidades de estas organizaciones es que no tienen un solo punto de operaciones, sino que sus actividades se concentran en diferentes puntos para evitar ser descubiertos”, explicó Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de la Nación.
Noche fría
El domingo pasado hacía mucho frío en Chaco. Antes de las 22, los federales ingresaron a la casa del empresario Javier Alberto Busciglio, de 56 años. El juez federal de Campana, Adrián González Charvay, había ordenado su detención porque había reunido pruebas suficientes para señalar que él compraba las bobinas de acero para que, luego de un trabajo especial, fueran rellenadas de tal manera que no pudieran ser detectadas. Ese procedimiento se realizaba para el destino final, ya que el puerto de Bahía Blanca no cuenta con un escáner para revisar las cargas que salen de allí.
Busciglio no era una persona desconocida en tierra chaqueña. Es titular de la firma Águila María SRL. Bajo ese nombre tenía al menos dos lubricentros en esa provincia y se dedicaba a la venta de repuestos para automotores. En el allanamiento, los federales cargaron cajas con documentación para analizar.
Urgidos por el tiempo, los pesquisas analizaron esos papeles. Lo primero que descubrieron era que el empresario era propietario de una avioneta. El lunes allanaron la sede del Aeroclub de Chaco donde se incautó una Cessna. También se llevaron documentos donde figuran los vuelos que realizó en los últimos tiempos. Hubo dos destinos que los investigadores resaltaron con marcadores: Mendoza y Bolivia.
Busciglio es una persona muy respetada en su tierra natal. Sus allegados dijeron que tenía muchos contactos y que una hija trabajaría en un juzgado federal de esa provincia. También era un hombre con negocios en distintas provincias, entre las que aparecen Tucumán y Santiago del Estero.
En estas tierras, según confiaron fuentes policiales y judiciales, habría comercializado productos para lubricentros. Lo mismo habría hecho en tierras santiagueñas, aunque en esos lares también podría haber sido contratado por el Estado para realizar obras públicas. Todos esos vínculos quedaron bajo la lupa de los investigadores, ya que sospechan que podrían haber sido utilizados como pantalla o para ingresar dinero al mercado financiero.
El hijo del sospechoso, Luciano Busciglio, al día siguiente de la detención de su padre realizó una cruzada mediática para defenderlo. “Él no tiene nada que ver con esto”; “fue detenido por ser el gerente de la empresa”; “compramos esas bobinas, pero no sabíamos qué se hacía con ellas” y “él es el dueño de la avioneta, pero el que la piloteaba era yo y jamás volé a Bolivia”, fueron algunas de las frases que se cansó de repetir. Horas después fue arrestado por orden de la Justicia.
El origen
Los investigadores también están analizando cuál era el origen de la sustancia. Si bien es cierto que en un primer momento se informó que había sido transportada desde Perú vía Chile, ahora se suma la sospecha de que fue adquirida en Bolivia e ingresada al país por el NOA y el NEA.
En ambos casos, según se cree, fue trasladada en vuelos de avionetas que aterrizaron o arrojaron la carga en el este de nuestra provincia y en tierras santiagueñas, lugares donde ya se detectaron vuelos clandestinos. Los pesquisas ahora tratan de dar con los proveedores de la droga.