Comercio irregular: sustento diario para unos, contrabando para otros
Miles de personas viven de la comercialización de mercadería que trasladan desde Bolivia. Ante el endurecimiento de los controles de Gendarmería, esta actividad se ha visto cada vez más limitada en lo que va del año. Aunque los empresarios cuestionan la evasión impositiva, los trabajadores de frontera aseguran que no son criminales.
El funcionamiento del circuito no registrado salió a la luz con las protestas de mayo en las rutas del NOA, luego de que Gendarmería y la Policía Federal intensificaran los controles por el contrabando de mercadería. Los pasadores o los llamados “bagayeros” se manifestaron en Orán, zona fronteriza entre Salta y Bermejo, Bolivia; mientras que los denominados “bolseros” -vendedores de ferias o ambulantes- protestaron en Tucumán y Santiago del Estero, entre otras provincias de la región, para pedir menos restricciones en los operativos.
En las últimas semanas hubo millonarios secuestros en varios procedimientos de las fuerzas de seguridad nacional. Se incautaron cargamentos que eran transportados en vehículos de gran porte. A eso se sumó la detección de depósitos en Monteros, Simoca y Alderetes, en la provincia.
“Tenemos una franquicia de U$S 150 -valor permitido por el régimen aduanero para el paso libre de artículos-; hace 30 años que tenemos la franquicia de U$S 150, o sea que equivale a entre $ 2.300, $ 2500 (cotización actual), que no me cubren los gastos que tengo, entre pasaje y comida”, contó Miriam Vaca.
La tucumana, de 52 años, trabaja hace unos 32 años como “viajante de frontera”. Su primer viaje fue a Paraguay para comprar indumentaria. “Fue para un Día del Padre. Traje ropa y fue redituable, así que empecé a dedicarme a esto”, recordó.
José Ruiz, de 33 años, empezó a vender en las calles porque no tenía trabajo. Aunque ingresó al circuito de frontera cuando ya no podía adquirir sus productos en los negocios de la provincia por el aumento de los precios. “Antes compraba en el centro la mercadería, pero está muy, muy cara. Decidí juntar unas moneditas y pedí (dinero) prestado para poder viajar. Así vivo, viajando”, recalcó.
Pedro Luna, de 36 años, se dedicó a transportar a los “bolseros” desde Tucumán hasta Aguas Blancas (Orán), y viceversa. El chofer contó que cada tres días tiene una ganancia de $ 2.500 y cuando no llega a conseguir los pasajeros necesarios, compra mercadería en Bolivia para que su pareja revenda en alguna feria local.
Las cantidades
“Traemos dos bolsas de $ 5.000 cada una. No son bolsones, sino bolsas (de menor cantidad)”, aclaró Vaca. “No me considero delincuente, no me considero contrabandista. El contrabandista es el de un camión. Si yo tuviese para comprar por $ 1 millón, $ 2 millones, no estaría acá hablando…”, recalcó.
En esa línea, Luna enfatizó: “no tenemos nada que ver con los camiones (por los grandes cargamentos)”.
El mercado informal moviliza más de $ 65.000 millones al año en Argentina, según estimaciones de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Y de acuerdo a los datos de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol), tras cada puesto están involucrados 20 sujetos en diferentes tipos de delitos, sea trata de personas, trabajo esclavo u ocupación del espacio público. Además, el gobierno de Estados Unidos ubica al país en la Lista de Vigilancia Prioritaria de 2017, entre las naciones de América Latina, debido a la magnitud del mercado ilegal.
El comercio provincial
El titular de la Asociación de Empresarios de Artículos para el Hogar de Tucumán, Luis Rodríguez Marat, indicó que la facturación de los comercios del sector cayó como incidencia de la economía informal.
“El contrabando que existe no es sólo de parte de los pasadores (de frontera), sino también de familias, de particulares que están yendo en colectivos o tours, en autos o en avión a países limítrofes (para comprar artefactos)”, expresó.
Raúl Fioretti, titular de la Cámara de Comercio de San Miguel de Tucumán y secretario de la rama Comercio de la Federación Económica de Tucumán (FET), apuntó, por otro lado, a que “hay ferias en las adyacencias de la capital provincial que no han sido erradicadas ni combatidas”, como sucedió en el microcentro de la capital con los vendedores ambulantes hace unos años.
Rodríguez Marat coincidió con su par, al expresar que en el interior muchas intendencias impulsan y organizan ferias donde se observa un circuito no registrado. “Hoy es mucho más rentable un negocio de este tipo, un negocio informal que uno formal”, finalizó el empresario.