La historia de Kevin Durant, el “nene de mamá” que es campeón de la NBA
Chris Bernucca - DPA
Se lo había prometido a su madre, Wanda, cuando tenía ocho años. Y una noche de 2017 el sueño se hizo realidad. Ante los ojos del mundo, Kevin Durant levantó el trofeo que lo acredita como campeón de la NBA: como buen “nene de mamá”, había cumplido aquella promesa... 20 años después. Diez temporadas en la máxima liga de básquet del mundo debieron pasar para que el astro de 2,06 metros pudiera lograr su primer anillo de campeón. También pasó la frustración de la final perdida en 2012, ante los Miami Heat de LeBron James, y el polémico cambio de equipo -de Oklahoma City Thunder a Golden State Warriors-, que le costó la amistad de su ex compañero Russell Westbrook y el enojo de sus antiguos aficionados.
Sin embargo, nada cambió para Wanda Pratt, la empleada postal que lo trajo al mundo hace 28 años, y que fue sostén fundamental para su carrera deportiva. Apenas sonó la chicharra que decretó el 129-120 en favor de los Warriors ante los Cleveland Cavaliers -que selló la serie final por 4 a 1-, Durant corrió a abrazarse con su madre, como lo hizo en todos los momentos importantes de su trayectoria; tanto los buenos como los amargos.
“Lo hiciste”, le repetía Wanda, mientras le tiraba de su barba, lo besaba en la mejilla y le jalaba la camiseta N° 35, con la cual compite desde su último año de la secundaria, en honor a Charles “Big Chucky” Craig, su primer entrenador, asesinado en un tiroteo en Washington en 2005. “Hijo, estoy orgullosa de ti”, completaba Wanda, mientras ambos dejaban caer lágrimas de felicidad.
La devolución de cariño continuó durante la entrega de trofeos, cuando Durant recibió su premio al Jugador Más Valioso (MVP, por sus siglas en inglés -most valuable player-) de las finales: promedió 35,2 puntos, 8,4 rebotes y 5,4 asistencias, con el 55% de aciertos en tiros de campo.
Semejantes números fueron necesarios para batir a un fantástico LeBron, al que no le alcanzó ser el primer jugador en la historia de la NBA en promediar un triple doble en las finales: 33,6 puntos, 12 rebotes y 10 asistencias.
“Lo logramos. Te lo dije mami; cuando tenía ocho años, te lo dije”, gritó Durant, micrófono en mano, cuando le consultaron acerca de la importancia de su madre en su carrera. Además de Wanda, el mensaje lo escucharon los otros 19.595 hinchas que colmaron el Oracle Arena de Oakland y varios millones de aficionados, que seguían las imágenes de las finales de la NBA por televisión.
Tiempos de la niñez
En los años de aquella promesa, el pequeño Kevin, junto a sus hermanos Rayvonne, Brianna y Anthony, había dejado su Washington natal para mudarse a la casa de su abuela materna, en Seat Plesant. Sin una figura paterna, debido la adicción a las drogas de su progenitor, Wanda sacó adelante a la familia, en soledad.
“Tu eres la verdadera MVP”, ya le había dicho a su madre y al mundo en 2014, cuando fue elegido como Jugador Más Valioso de la NBA por delante de LeBron, la gran nemésis de Durant hasta esta final.
Fue LeBron el que lo había frustado en 2012, cuando tuvo la posibilidad de ganar su primera final con Oklahoma. Y también fue el astro de Cleveland quien lo había postergado en tres ocasiones en la votación de MVP, hasta que Durant por fin pudo lograr el uno en 2014.
“Ahora estamos empatados. Hagamos esto otra vez”, le dijo Durant a James durante el abrazo que se dieron apenas terminada la serie, dando por concluida una batalla a la que no le faltaron roces, pero que terminó con un saludo de caballeros.
“Es el único tipo en el que me he fijado desde 2012. Es el único que puede mirarme a los ojos; y sabía que iba a ser una batalla”, comentó Durant. “Simplemente traté de desafiarlo y le dije: ‘ahora estamos empatados’”.
Además de saldar una deuda propia, Durant dejó en claro que el título termina siendo una reivindicación después de la polémica que se generó con su traspaso desde Oklahoma a Golden State a principios de temporada.
“Siempre supe que no estaba equivocado con la decisión que tomé, en especial porque llegué a un ambiente único para jugar al básquet”, remarcó Durant. Y agregó: “ahora tengo doble motivo de satisfacción, porque también pude contribuir a otro título de liga”.
Más allá de su alegría personal, el MVP sonó agradecido. “Tuve todo el apoyo de mis compañeros y del gran juego de equipo que hicimos. Por eso el triunfo fue de todos y valió para completar una gran temporada”, señaló Durant, que a pesar de sus 28 años, de su estatus de estrella y de su primer título de la NBA sigue siendo el “nene de mamá Wanda”.