A River se le escapó la tortuga
Qué lindo es y, a la vez, qué pesado puede ser depender solo de sí mismo. River lo experimentó en carne propia en una desangelada noche en el estadio Monumental, con un empate que le caló hasta los tuétanos: el 0 a 0 con Rosario Central lo bajó de un hondazo de las alturas a la que ya se sentía subido por la inoperancia del líder en solitario Boca.
En resumen: al agónico gol de penal de Alejandro Romero Gamarra el sábado, el “Millonario” no lo supo hacer valer el ayer.
Porque desde el arranque mismo, Central se hizo patrón del partido, casi como si Paolo Montero estuviera todavía vistiendo los cortos en lugar de lucir de impecable negro del otro lado de la raya.
De partenaire, nada. Los rosarinos llegaron al Monumental haciendo caso omiso de ese historial de apenas siete victorias en Núñez, más ajustados a la realidad de estos números que lo muestran como el segundo mejor equipo en 2017. El primero es River, pero no este que se debatió impotente entre infructuoso, sino aquel añejo de la cosecha anterior, previo a la refundación con el regreso de Ariel Rojas.
El “Canalla”, intenso, apretaba bien arriba y River, incómodo, se quedaba sin lo que más necesitaba, la pelota. El partido era áspero, trabado, sin llegadas a los arcos, y con un Fernando Rapallini cuestionado -justificadamente- por tirios y troyanos.
En esa primera etapa, el “Millonario” fue pura desconexión, sin acertar un par de pases seguidos. Central merodeaba con timidez y al final llegó con peligro: Teo Gutiérrez lo sacó a bailar a Jonatan Maidana, pero después le sirvió una masita para el té a Augusto Batalla, que desvió.
Luego, Marco Ruben cabeceó alto en plena área chica. Estaba claro: a la hora del entretiempo, las tarjetas daban vencedor a Central. Pero a la vuelta, el ruido del palo que evitó el gol de Sebastián Driussi tras ese remate bajo y seco demostró que el “shampú” de Marcelo Gallardo en el vestuario había dado algún resultado.
Un River más determinado y un Central más cansado, fueron las nuevas coordenadas del complemento. Un Javier Pinola enorme caracterizaba la resistencia “Canalla”, un gigantesco Leonardo Ponzio era el corazón del frenético empuje “millonario”.
El tema es que Ignacio Fernández se quedó sin su socio natural, Gonzalo Martínez (Gallardo prefirió la velocidad de Carlos Auzqui). Así y todo, River tuvo su momento: el disparo de Lucas Alario que neutralizó Diego Rodríguez, el cabezazo de Driussi que se fue apenas ancho. Poco, muy poco para un equipo que pretende subirse a la cima. Habrá que ver si el miércoles en Tucumán, ahora que otra vez ya no depende matemáticamente de sí mismo, River se reencuentra con el que venía siendo.