El domingo 22 de mayo de 2016, en La Ciudadela, se jugaba el partido revancha de los octavos de final del Federal A. San Martín iguala 1 a 1 contra Guaraní Antonio Franco, de Misiones, y el fantasma de una nueva eliminación sobrevolaba el estadio.
A los 93 minutos, el equipo dirigido por Diego Cagna va en busca de ese gol que le permita seguir soñando con el ascenso. Allí aparece él. Iván Agudiak le gana con el cuerpo a Carlos Casteglione para ponerle su cabeza a una jugada digna de un film cinematográfico.
El ruido del balón chocando contra la red del arco misionero se sostiene en el tiempo unas milésimas de segundo antes de darle paso a un alarido ensordecedor, un grito furibundo, prolongado, eterno que libera tensiones, aleja fantasmas y tranquiliza el alma.
Hoy, 22 de mayo de 2017, se cumple un año de un gol que hizo vibrar el estadio de Bolívar y Pellegrini y que se expandió hacia cada rincón de la provincia para hacerla temblar.
“Fue el gol más importante de mi carrera”, afirma la áspera y algo arenosa voz de Agudiak del otro lado del teléfono.
“Toro” matiza las horas previas al duelo que su equipo, Gimnasia y Esgrima de Mendoza, jugará en Santiago del Estero contra Mitre por el pentagonal final del Federal A, charlando con LG Deportiva sobre una tarde que nunca podrá sacarse de su mente.
“El estadio estaba colmado y nosotros estábamos quedando eliminados. Se dio todo perfecto y pude empujar a la red la última pelota del partido”, recuerda el punta sobre un gol que tuvo un porcentaje altísimo en el ascenso logrado en Andangalá, contra Unión Aconquija el 26 de junio pasado.
Agudiak no cree que haya sido para tanto, aunque sí considera que fue una especie de trampolín hacia la gran conquista. “Por la forma en que se dio todo, me parece que nos dio mucho impulso para seguir. De ahí en más, el equipo es como que se soltó”, agrega con ganas de volver en el tiempo para sentir una vez más la sensación de ese grito histórico. “Fue algo hermoso. Pasó un año y, durante todo este tiempo, la gente me siguió mandando mensajes y recordándome ese gol. Es un orgullo tremendo; un premio a todo el esfuerzo que hice en mi carrera”.
San Martín significa muchísimo en su vida y el punta nacido en Médanos, provincia de Buenos Aire, lo hace saber. “Estuve un año y medio en el club y le tomé mucho cariño. Tengo los mejores recuerdos de los compañeros y de los empleados. Además, el hincha de San Martín es único, muy fanático y eso te contagia”, afirma. “Además, mi hija mayor nació en Tucumán. Son motivos que me impulsan a volver algún día”, señaló.
El gol a Guaraní elevó a “Toro” a ese pedestal reservado para pocos en La Ciudadela. Agudiak vivió los partidos siguientes a esa conquista como un hincha más y fue uno de los que más enloqueció con aquella vuelta olímpica en Andalgalá y en esa caravana maratónica para unir los más de 470 kilómetros entre San Miguel de Tucumán y la ciudad catamarqueña. Pero una vez consumado el ascenso, recibió un golpe inesperado.
Fue declarado prescindible y no pudo cumplir otro sueño: jugar la B Nacional con el “Santo”. “Fue un golpe durísimo no continuar en el plantel. Algo inesperado porque me había sentido muy importante en la campaña. No comparto la decisión de los dirigentes y el cuerpo técnico, pero la respeto. Gracias a Dios estoy en un nuevo club, peleando finales para ascender a la B Nacional”, cierra el protagonista de una película que nadie olvidará en San Martín. La del gol que hizo temblar a Tucumán y allanó el camino hacia el ascenso.