Reciclado: de los basurales a los pies, sin escalas

La historia de Xinca, empresa que fabrica calzados con los desechos de neumáticos y de la industria textil.

MANOS A LA OBRA. Malgor tiene 34 años y es mendocino. Su firma crece poco a poco. MANOS A LA OBRA. Malgor tiene 34 años y es mendocino. Su firma crece poco a poco.
21 Mayo 2017

Cada vez que alguien se calza las zapatillas de Xinca, puede estar seguro de que acaba de ayudar un poquitito el planeta. Pero seamos realistas: el hecho de que ese calzado sea hecho con residuos de neumáticos y textiles, con basura reciclada, en Argentina es un tercer valor agregado para definir la compra, porque antes están el precio, el diseño y la calidad. “En otros lugares del mundo se desesperan por consumir productos sustentables, pero acá todavía nos falta bastante camino por recorrer”, admite Alejandro Malgor, socio fundador de esta empresa que convierte la basura en calzados.

Alejandro tiene 34 años, es mendocino y diseñador gráfico. En 2013, junto a sus comprovincianos Ezequiel Gatti y Nazareno El Hom se propusieron hacer plata, pero también dejar una huella. Trascender, como dice Alejandro en su visita a Tucumán. Invitado por la Fundación León, visitó la provincia para brindar una charla motivacional llamada “Ponete en sus pies”. Y es que Xinca es sustentable por donde se la mire: además de reutilizar lo que otros consideran basura, buscan armar su fuerza de trabajo con personas que están excluidas del sistema laboral. Madres solteras, personas privadas de libertad o con alguna discapacidad y en general todos aquellos en situación de vulnerabilidad encuentran posibilidades en esta empresa sostenible tanto social como ambientalmente.

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Y cuesta, y es más trabajo que armar una empresa convencional, y hay que crear conciencia y mercado y hay que resignar algunas comodidades. Pero ellos lo sabían desde el principio. “Sí, por supuesto que queremos hacer plata para nosotros y para la gente con la que trabajamos. Pero también queremos trascender y dejar un mensaje. Estamos convencidos de que esta forma de producir no solamente es posible y lo demostramos, sino que además es cada vez más imprescindible que así sea”, remarca Malgor, con sus pies de caucho reciclado bien puestos sobre una Tierra con la cuenta regresiva acelerada.

En detalle

Xinca hace zapatillas, alpargatas y ahora están incorporando zapatos de trabajo. Algunos modelos son 100% con materiales reciclados y otras con el 50%. Utilizan residuos de la fabricación de neumáticos (algo así como retazos de caucho que para las empresas del rubro son basura y problemas), que se cortan a medida para hacer las bases de las zapatillas; y también reciclan cubiertas en desuso o de descarte. Esta segunda modalidad es más compleja porque primero hay que desarmar los neumáticos y separar las partes metálicas para que quede sólo el caucho, procesarlo y moldearlo.

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Los productos 100% reciclados utilizan además residuos de la industria textil para confeccionar las partes de tela del calzado, dando como resultado modelos combinados con dos o más tipos de tela. En estos momentos están desarrollando también mochilas y billeteras tipo patchwork con textiles reutilizados. Los productos con 50% de material reciclado, en cambio, incorporan únicamente la planta de caucho de residuos reutilizados de la industria del neumático, pero los textiles son vírgenes.

La gran apuesta para el despegue de la empresa es lograr venderles a grandes compañías el calzado de trabajo para sus operarios, con lo que todos terminarían ganando: Xinca, que se asegura un buen monto de ventas; los clientes, que pueden sumarlo a su lista de acciones de responsabilidad empresaria; y, por supuesto, el planeta.

Objetivos

“Lo más difícil en este momento es que la gente valore este modo de producción que tiene en cuenta a las personas y al planeta. Nosotros somos conscientes, porque lo vemos, de que el producto entra antes por el diseño y por el precio que por lo sustentable. Pero creemos que la forma de acelerar el consumo de este tipo de productos es que haya cada vez más oferta, y en eso estamos”, explica Malgor.

Por ahora, las empresas del tipo B, como Xinca, siguen siendo una aguja en un pajar, al menos en Argentina. Hay 43 compañías registradas en el Sistema B, que nuclea a los emprendimientos armados con altos estándares sociales y ambientales -y no sólo lucrativos- en su conformación. En Latinoamérica hay unas 2.000 y en todo el mundo alrededor de 8.000. Siguen siendo las menos, pero se avanza.

“Nunca creímos que iba a ser fácil, así que seguimos por este camino. Por ahora, la empresa nos da las ganancias imprescindibles para vivir, pero es lo que pasa con cualquier emprendimiento nuevo -subraya Malgor-. Nosotros estamos convencidos de este proyecto y queremos que siga creciendo”.

> Así funcionan los microcréditos para emprendedores

  La Fundación León fue la responsable de la visita motivacional a Tucumán del emprendedor Alejandro Malgor. Organizó una conferencia en el marco de los festejos por los 10 años del Programa Lucía, que otorga microcréditos para el desarrollo de la economía social. Están destinados a personas con ganas de emprender pero sin posibilidades de obtener créditos en el sistema financiero tradicional.Hace una década surgió este programa para fomentar los proyectos personales de quienes viven en situación de vulnerabilidad (de allí la conexión con Malgor, cuya empresa contrata a personas que no tienen acceso al mercado laboral). En un principio no era concebido solamente para mujeres, pero con el tiempo se fue perfilando casi exclusivamente para ellas. En general son madres solteras, o sostenes de familia, o simplemente mujeres que quieren contribuir con la economía de la casa, por lo general de los barrios más desfavorecidos. “Ahora son todas mujeres. Tuvimos experiencias con hombres, pero ellos siempre encuentran herramientas para hacer trabajos. Ellas no tanto”, explicó Fernando Calliera, tesorero de la Fundación y uno de los responsables del programa de economía social.El sistema de financiamiento es una réplica del Grameen Bank de Mohammed Yunus (Premio Nobel 2006). Se otorgan microcréditos sin garantía material. Los destinatarios pueden invertirlos en emprendimientos que les generen las ganancias suficientes para mejorar su calidad de vida mediante su propio esfuerzo. El equipo de la Fundación hace un seguimiento semanal de esos emprendimientos y las cuotas se pagan también semanalmente.“No es que viene una persona a la Fundación a pedir un crédito. Sí, en cambio, puede acercarse o contactarnos algún referente social del barrio y nosotros vamos hasta el lugar, convocamos a una reunión informativa y comenzamos con el proceso. Los créditos se dan de manera individual, pero es una de las condiciones que se formen equipos de al menos cinco emprendedores de zonas más o menos cercanas para gestionarlos”, describió Diego Aguilar, director Ejecutivo de la Fundación León.Durante estos 10 años se otorgaron unos 100 créditos para desarrollar emprendimientos, principalmente gastronómicos y de reventa de ropa. Si querés que el Programa Lucía llegue a tu barrio podés llamar al 431-0160, visitar la Fundación León en Maipú 452 o enviar un mail a programalucia@fundleon.com.ar. 

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