¿Forma la violencia parte del ADN de Tucumán, como dijo el cineasta Luis Sampieri? La semana que ha pasado ha dejado imágenes de inquietudes, catástrofes e incompetencias que las autoridades soslayan como si no fueran asuntos que les incumben. El más reciente ha sido la trágica pelea de estudiantes en la calle 25 de Mayo, que ha sembrado el luto en la provincia. Es el tremendo colofón de días oscuros.
En busca de confesión
Un doloroso caso es el de la adolescente Daiana Garnica, desaparecida en Alderetes el sábado 6. Por ella hubo ayer una marcha nutrida frente a los tribunales pidiendo su aparición con vida. Ese día había salido, avisando que se iba con su vecino Darío Suárez y nunca más se la vio. Aunque él después dijo que no había estado con ella, los mensajes en el celular de la jovencita lo comprometen. Desde entonces se hicieron rastrillajes en Alderetes, se usaron drones, perros y un georradar de gendarmería, caballos de la policía y agentes de varias unidades policiales. Nada. Se buscó entre las cenizas del horno de ladrillos donde trabaja Suárez y se detuvo a 11 personas más, entre parientes y amigos del sospechoso. Se ofrecieron $ 80.000 de recompensa. Nada.
El padre de Daiana, desesperado, pidió “que lo hagan hablar” -porque está seguro de que él es el responsable- y ante su insistencia el fiscal Claudio Bonari debió salir a aclarar que “no se puede torturar a una persona para extraerle una confesión”. Quedó dando vueltas la idea de las revelaciones obtenidas por tormentos, casi un clásico de las policías y de los regímenes en crisis que se justifican en la idea de la “ticking time bomb”, es decir que urge que el detenido hable antes de que ocurran cosas peores, tal como describe la película “La noche más oscura”.
La angustia de los familiares de Daiana se acrecentó con la idea de que pudiera estar encerrada mientras todos los familiares y amigos de Suárez están detenidos. Por ello piden que lo hagan hablar. Pero... ¿y si no es culpable? Hace años que se desestimó esta presunción maquiavélica. La tortura está prohibida a nivel internacional, nacional y provincial, pese a que hay quienes cierran los ojos cuando hay policías que la aplican y a que el Gobierno tucumano no termina de reglamentar la ley contra los apremios.
Hace 21 años, el cafetero Cele de Lastenia confesó, tras golpizas policiales, que había matado a su mujer, Betty, y que había enterrado el cuerpo. Después de semanas de excavaciones la Justicia se dio por vencida, liberó a Cele y lo envió a juicio. En 1999 fue absuelto. Nada se volvió a saber de él ni de Betty. Tampoco se supo si se les hizo algo a los policías torturadores.
¿Hay forma de obtener una confesión con un investigador sagaz? Aunque la serie “Lie to me” dejó hace unos años la idea de que era posible que un detective experto se dé cuenta cuando un detenido está mintiendo, no hay pruebas científicas de eso. Paul Erkman, el psicólogo que inspiró la serie, dice que sólo el 0,1% de la gente tiene la capacidad de saber si otro falta a la verdad. No se conocen casos en Tucumán de que se use con habilidad la técnica del “policía bueno y policía malo” y lo único que sirve son los indicios complementarios, como podrían ser en este caso, para el fiscal Bonari, los mensajes por celular. Y esperar que alguien se quiebre, sin tortura.
Pero esto no calma la angustia de los Garnica. ¿Hay algún equipo especializado en Tucumán? No. La fiscala Adriana Giannoni dice que ella pide ayuda del ECIF del Ministerio Fiscal: la bioquímica Lilia Moyano (que trabajó en el caso de las condenadas asesinas de la docente Betty Argañaraz, cuyo cuerpo nunca fue hallado); el experto informático César Agüero, el ex investigador de homicidios de la ex Brigada Miguel Gómez y el experto balístico Miguel Delgado. Dicen que tras la inaguración de ayer del laboratorio de ADN en la morgue se prevé contratar psicólogos para las fiscalías.
¿Significará un avance? No se sabe si los avances tecnológicos permiten superar las propias limitaciones. De hecho, el éxito televisivo que tiene la serie CSI Miami (que hace pensar que todo se puede resolver con la tecnología) no se traduce en una realidad en la misma ciudad de Miami, cuya tasa de homicidios violentos ha aumentado de 14 cada 100.000 habitantes en 2004 a 18 en 2016. A pesar del detective de ficción Horacio Caruso, “La Policía de Miami soluciona menos casos”, según el Nuevo Herald (10/9/15).
Falta saber, entonces, si en las horas cruciales la Policía y la Justicia trabajan con eficacia. Según la crónica del lunes 8, los familiares de Daiana hicieron la denuncia el sábado a la noche y los policías y la fiscalía empezaron a trabajar el domingo a las 13, pese a que esa mañana el sospechoso se había entregado. ¿Se perdió tiempo en la recepción de la denuncia y la búsqueda? Desde 2013 hay un protocolo para actuar rápidamente cuando desaparecen niños y adolescentes pero no se sabe que se esté aplicando.
Torturas inconfesadas
El lunes se habló en la sesión de la Comisión de Emergencia en Seguridad de la denuncia de “bailes” (que podrían calificarse como torturas) contra Luis Serra y Luis Reales, dos cadetes de la Escuela de Policía. El secretario de Seguridad, Paul Hofer, dijo que la educación en ese instituto cumple con los estándares nacionales e internacionales; lo corroboró la secretaria de Derechos Humanos, Érika Brunotto: dijo que hizo entrevistas a los cadetes. Pero se trata de un lugar cuyas características exigen una revisión profunda. Los cadetes en su mayoría son hijos de policías y muchos creen que los métodos denigratorios y violentos los harán hombres. Más serio, entonces, parece el pedido de la legisladora Stella Maris Córdoba, quien solicitó la nómina de los cadetes que pidieron la baja -son 26- y la lista de los que asumieron en su reemplazo. La hipótesis es que habrían hecho “bailar” a los que aprobaron el ingreso pero no tienen cuña, y que los hacen salir para que entren otros acomodados. ¿Se podrá saber? La causa penal, que está en la fiscalía de Giannoni, va a ser lenta: los hechos ocurrieron el 1 y 5 de abril; las denuncias son de comienzos de mayo y se espera que los citen a ratificar sus dichos la semana que viene.
Tierras de nadie
La zozobra sacudió al barrio Oeste III en Villa Carmela, donde la adolescente Sofía Agustina Villagrán fue baleada en la espalda cuando les gritó a dos asaltantes en moto que no le hicieran daño a su novio ni al cadete que le entregaba una pizza. “Es una zona liberada... no se puede salir ni a la puerta”, dijo el padre de la joven. Los efectivos salieron a buscar pistas. Pero la realidad les da sorpresas por todas partes a los policías. El miércoles fue el robo de la camioneta del político Gerónimo Vargas Aignasse a la salida del colegio San Patricio, a metros de la avenida Aconquija, y el jueves fue el asesinato del presunto ladrón Alejandro “Chuky” Almada, acribillado en el centro del parque 9 de Julio. Un taxista habló de venta de drogas y prostitución y de una zona de riesgo. “Los uniformados andan por acá y roban por allá”, explicó. Un jefe del 911, Pablo Velárdez, dice que en el parque hay cuatro patrulleros, cuatro bicipolicías, tres motoristas y dos cuatriclos. Pero un lavador de autos es directo: “la policía no anda por acá, recién aparece cuando pasa algo”. ¿A quién creerle? Por si acaso, mejor pensar antes de ir al parque.
Visitas soslayadas
Muchos policías asistieron a las exposiciones de un detective y un sargento de la Policía de Los Ángeles (EEUU), que vinieron a contar cómo es el modelo allá. Destacaron la necesidad de empoderar, jerarquizar y premiar al agente de calle (darle posibilidad de ascender alto por su trabajo), lo cual no existe en nuestro medio; y también dijeron que una clave es ganar la confianza de los vecinos para trabajar con ellos en la mejora de sus comunidades. Algo que acá está en las palabras. En los hechos, la Policía siente que entra en zona de guerra en los distintos barrios, y los vecinos siempre les reclaman que no están.
Atrasado informe de homicidios
En la misma sesión de la Comisión de Emergencia en Seguridad la Corte Suprema presentó -con un año de atraso- el informe sobre homicidios dolosos de 2015. Fueron 105, seis menos que en 2014, y la mayoría (48%) se debieron a incidentes entre conocidos. El relator de la Corte, Andrés Garmendia, señaló que el 16% se dieron en ocasión de robo. “La sociedad siempre piensa el homicidio en ocasión de robo y en los tres años que venimos trabajando, no es la principal causa en Tucumán. Sin embargo, hay que tener en cuenta el número de (móviles) desconocidos, que viene creciendo. Esto puede deberse a falencias del poder judicial a la hora de llevar los registros, pero también sabemos que en algunos países de centroamérica, cuando empezó a crecer el narcotráfico, subieron los índices de casos desconocidos”. dijo. Con este informe, el secretario Hofer tuiteó: “bajé los índices de homicidio en ocasión de robo 25%” (14/5); y el 18/4 aumentó su entusiasmo: “el plan integral de seguridad bajó 6,25% los homicidios y un 33% los que fueron en ocasión de robo”. No se explica cómo consideraría la explosión de violencia que terminó en homicidio el jueves en el parque, y tampoco se señala si los altos niveles de asesinatos en la capital -aumentaron de 92 a 96, lo cual implica 8,3 cada 100.000 habitantes, considerado cifra de epidemia según la ONU- se estudian comparativamente con años anteriores para establecer mapas de riesgo. La Corte prometió hace dos años que se avanzaría con el estudio hacia atrás, para poder establecer patrones y analizar el hecho de que en 10 años se duplicaron las cifras de homicidio. Y con ello la violencia.
Sampieri escribió una carta para explicar que se refería a la historia de ficción de su filme “La hija”, pero sus palabras tuvieron rebote en comentarios y cartas sobre el “Tucumán violento”. Los hechos de la semana y la tragedia de los estudiantes lo marcan a fuego.