"Será penado con prisión de seis meses a cuatro años el que, por medio de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos, contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual de la misma".
Se trata del artículo 131 del Código Penal argentino, donde se establece que el "grooming" es un delito penal, descripto en la Ley 26.904 sancionada el 13 de noviembre de 2013.
Leer más: Detienen a un docente por abuso sexual, grooming y exhibicionismo en Famaillá
Leer más: Detuvieron a un ex militar que acosaba a una chica de 14 años por las redes sociales
Es un proceso que comúnmente puede durar semanas o meses. "Es el acoso sexual virtual a niños y adolescentes, consiste en acciones deliberadas por parte de un adulto de cara a establecer lazos de amistad con un niño con fines sexuales", define la organización Grooming Argentina, una de las impulsoras de la ley sancionada en 2013.
"No existe vacuna contra el grooming, por lo que las charlas y talleres de concientización, tanto para adultos como para niños, son de fundamental importancia para erradicar este delito", consideran.
¿Cómo funciona?
Un primer paso consiste en la vinculación del adulto con el niño, a través de elaborar lazos emocionales (de amistad) con un niño.
Según informa el portal de la organización Argentina Cibersegura, el grooming se puede dar a través de cualquier medio digital que permita la interacción entre dos o más personas, como redes sociales, correo electrónico, mensajes de texto, sitios de chats, páginas de juegos en línea, entre otros.
¿Qué consecuencias puede tener?
En algunos casos, a través de internet pueden simular ser otro niño o niña. Utiliza tácticas como la seducción, provocación y el envío de imágenes de contenido pornográfico logrando vulnerar la intimidad del chico, a cambio va obteniendo datos personales y de contacto.
Cuando se limita al entorno digital, como envío de fotos íntimas o grabación de contenidos de la cámara web, el menor podría sufrir traumas psicológicos como víctima de la manipulación y las consecuencias sobre la privacidad en caso que dichos contenidos sean publicados.
En caso que se concrete un encuentro cara a cara, las consecuencias podrían ser ya de carácter físico, pudiendo llegar incluso al abuso sexual.