03 Mayo 2017
“La gestión por los limones es un gol de Macri”
Según el ministro de la Producción de la Nación, las tratativas para el reingreso del citrus tucumano al mercado estadounidense se activaron en los casi 16 meses de gestión que lleva Mauricio Macri. Habló con LA GACETA de la predisposición del mandatario de EEUU con el país y de las inversiones que están llegando a la Argentina.
REVOLUCIÓN LABORAL. Más que las grandes compañías, el ministro Cabrera cree que las PyME pueden generar, constantemente, empleos en todo el país. dyn
¿Qué pasa con los limones? La pregunta resonó el jueves último en el Salón Oval de la Casa Blanca y partió del propio presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en presencia de su par argentino, Mauricio Macri, y de algunos periodistas que asistieron a la cumbre. En otro recinto de la sede gubernamental en Washington estaban, entre otros, Willburg Ross, el secretario de Comercio de Trump, y el ministro de la Producción, Francisco Cabrera. Éste fue el que resaltó que, aunque a Estados Unidos le pareciera poco en materia de negocios, la reapertura de su mercado al limón argentino era vital para una región del país. A eso se sumaron las tratativas administrativas y diplomáticas posteriores hasta llegar al aval dado a conocer el lunes por el Servicio de Inspección de la Sanidad Animal y Vegetal Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (APHIS/USDA) para comercializar limones argentinos a partir del 26 de este mes. En su charla con LA GACETA, Cabrera recordó ayer los pasos dado por Macri en sus casi 16 meses de gestión para el reingreso del limón tucumano al mercado norteamericano, desde la cena con Barack Obama hasta la cumbre con Donald Trump.
-Si se lo trasladara al lenguaje futbolístico, ¿de quién sería el gol convertido en Estados Unidos?
-Es un gol de Mauricio Macri. Por las gestiones que se realizaron en tan corto período que lleva de gestión. Y en esto tuvo que ver la excelente relación que tiene nuestro presidente con Trump, porque la experiencia nos dice que, en el tema de los alimentos, la burocracia americana no suele dar respuestas definitivas. Y, en esta ocasión, el propio presidente Trump ha dicho que quiere que el tema se arregle. Nosotros empujamos la pelota para que se convierta aquel gol, desde nuestras gestiones comerciales y diplomáticas con los pares estadounidenses. Y es ponderable el gesto del secretario de Comercio de los Estados Unidos para asumir los compromisos que luego se cristalizaron en acciones. El corolario de todas estas negociaciones que se profundizaron durante la gira por los Estados Unidos fue que el mismo Trump dijo queremos tener una buena relación con la Argentina. Luego dio la orden para que las restricciones para el limón llegaran a su fin. La relación de simpatía con Macri era consistente.
-¿Considera que Macri puede ser un aliado de Trump en la región?
-No me atrevería a llamarle ahora aliado. Creo que el presidente de los Estados Unidos tuvo en cuenta algo que es un común denominador en el pensamiento de casi todos los jefes de Estado globales, que Macri hizo de la Argentina un país normal, un país que estuvo durante muchos años fuera del sistema.
-¿Cuáles son esos hechos que cambiaron la percepción mundial respecto de la Argentina?
-El punto de partida es que tuvimos un 2016 como el año del proceso de normalización de la economía argentina. A todos les parece un gran logro lo que se hizo en ese período y que requirió mucho liderazgo. Lo reconoció, la semana pasada, el propio Trump. En alguno momento de la charla, expusimos que recibimos una Argentina que estaba en default, que no tenía créditos ni reservas internacionales en su Banco Central. Había restricciones para importar y también para exportar; las compañías no podían distribuir sus dividendos y, además, había un control cambiario. La economía se presentaba complicada con los subsidios a las tarifas eléctricas. Hoy la situación del país es diferente: el tipo de cambio es libre, nos encontramos con más reservas, se regularizó el comercio internacional e hicimos el blanqueo de capitales más importante de la historia. Normalizamos la economía y vamos a crecer.
-Si esa es la percepción externa, ¿por qué cree que no existe la misma internamente?
-Creo que hay tal percepción en el país. Pero es un fenómeno particular que un presidente que lleva 16 meses en el cargo tenga niveles de popularidad elevados. Hay un 60% de la población que piensa que al país le espera un futuro mejor. También es cierto que el cuadro que se mira desde lejos puede ser favorable para las inversiones, de lo que existía. No perdemos de vista que tenemos un 30% de pobreza en la Argentina y esa es una herencia que tenemos que solucionar. Hay gente que no la está pasando bien y somos conscientes de eso. Trabajamos y gestionamos para reducir esos indicadores.
-¿Cree que con el acuerdo con Alibaba, la Argentina puede exhibir todo su potencial en las góndolas virtuales de China?
-Es una muy buena iniciativa. Estamos frente a una plataforma novedosa, que es muy distinta a la de los países occidentales. No tienen tarjetas de crédito, pero estamos montando, inicialmente, seis productos argentinos para aceitar la capacidad de comercialización. Sólo para dar un ejemplo, el vino chileno es lo que más se vende en China. El argentino, en tanto, está lejos, en el séptimo lugar entre las preferencias. No hablo de desplazar la producción del vecino país, pero sí creo que hay capacidad para comercializar los mismos volúmenes.
-Siempre se recuerda la promesa de la lluvia de inversiones...
-Creo que en ese tema, hay inversiones fuertes en la Argentina. Lo que sí tenemos que tomar en cuenta que muchas de esas inversiones masivamente no le hicieron cambiar la vida a mucha gente. Las inversiones son sumamente importantes para crear riqueza e integrarnos al mundo, además de generar ecosistemas para que las pequeñas y las medianas empresas (PyME) puedan desarrollarse a su alrededor. El impacto en el empleo suele ser muy bajo. Generalmente esto se nota en las grandes compañía. Pongamos un caso, el del sector automotor. Lanzamos un plan para hacer un millón de vehículos, que nos generarán unos 30.000 puestos más. Si tomamos el total de trabajadores que tiene el país, aquellos 30.000 empleos pueden que no parezcan significantes. Sobre todo porque estamos hablando de la madre de todas las industrias del país. Creo que la respuesta, a la hora de generar trabajos permanentes, la tienen las PyME.
-¿Cree que la nueva ley para PyME puede contribuir a este objetivo?
-Indudablemente. Hay una cantidad de elementos que pueden servir como marco para la proliferación de las pequeñas y medianas empresas en todo el territorio nacional. Esto también contribuirá a que tengan más acceso a los mercados y, en definitiva, alienten las inversiones. Pero si de algo estoy convencido es que si en la Argentina cada PyME tomara formalmente a un empleado, estaríamos frente a una verdadera revolución laboral, ya que generarían más puestos que todas las grandes actividades.
-Si se lo trasladara al lenguaje futbolístico, ¿de quién sería el gol convertido en Estados Unidos?
-Es un gol de Mauricio Macri. Por las gestiones que se realizaron en tan corto período que lleva de gestión. Y en esto tuvo que ver la excelente relación que tiene nuestro presidente con Trump, porque la experiencia nos dice que, en el tema de los alimentos, la burocracia americana no suele dar respuestas definitivas. Y, en esta ocasión, el propio presidente Trump ha dicho que quiere que el tema se arregle. Nosotros empujamos la pelota para que se convierta aquel gol, desde nuestras gestiones comerciales y diplomáticas con los pares estadounidenses. Y es ponderable el gesto del secretario de Comercio de los Estados Unidos para asumir los compromisos que luego se cristalizaron en acciones. El corolario de todas estas negociaciones que se profundizaron durante la gira por los Estados Unidos fue que el mismo Trump dijo queremos tener una buena relación con la Argentina. Luego dio la orden para que las restricciones para el limón llegaran a su fin. La relación de simpatía con Macri era consistente.
-¿Considera que Macri puede ser un aliado de Trump en la región?
-No me atrevería a llamarle ahora aliado. Creo que el presidente de los Estados Unidos tuvo en cuenta algo que es un común denominador en el pensamiento de casi todos los jefes de Estado globales, que Macri hizo de la Argentina un país normal, un país que estuvo durante muchos años fuera del sistema.
-¿Cuáles son esos hechos que cambiaron la percepción mundial respecto de la Argentina?
-El punto de partida es que tuvimos un 2016 como el año del proceso de normalización de la economía argentina. A todos les parece un gran logro lo que se hizo en ese período y que requirió mucho liderazgo. Lo reconoció, la semana pasada, el propio Trump. En alguno momento de la charla, expusimos que recibimos una Argentina que estaba en default, que no tenía créditos ni reservas internacionales en su Banco Central. Había restricciones para importar y también para exportar; las compañías no podían distribuir sus dividendos y, además, había un control cambiario. La economía se presentaba complicada con los subsidios a las tarifas eléctricas. Hoy la situación del país es diferente: el tipo de cambio es libre, nos encontramos con más reservas, se regularizó el comercio internacional e hicimos el blanqueo de capitales más importante de la historia. Normalizamos la economía y vamos a crecer.
-Si esa es la percepción externa, ¿por qué cree que no existe la misma internamente?
-Creo que hay tal percepción en el país. Pero es un fenómeno particular que un presidente que lleva 16 meses en el cargo tenga niveles de popularidad elevados. Hay un 60% de la población que piensa que al país le espera un futuro mejor. También es cierto que el cuadro que se mira desde lejos puede ser favorable para las inversiones, de lo que existía. No perdemos de vista que tenemos un 30% de pobreza en la Argentina y esa es una herencia que tenemos que solucionar. Hay gente que no la está pasando bien y somos conscientes de eso. Trabajamos y gestionamos para reducir esos indicadores.
-¿Cree que con el acuerdo con Alibaba, la Argentina puede exhibir todo su potencial en las góndolas virtuales de China?
-Es una muy buena iniciativa. Estamos frente a una plataforma novedosa, que es muy distinta a la de los países occidentales. No tienen tarjetas de crédito, pero estamos montando, inicialmente, seis productos argentinos para aceitar la capacidad de comercialización. Sólo para dar un ejemplo, el vino chileno es lo que más se vende en China. El argentino, en tanto, está lejos, en el séptimo lugar entre las preferencias. No hablo de desplazar la producción del vecino país, pero sí creo que hay capacidad para comercializar los mismos volúmenes.
-Siempre se recuerda la promesa de la lluvia de inversiones...
-Creo que en ese tema, hay inversiones fuertes en la Argentina. Lo que sí tenemos que tomar en cuenta que muchas de esas inversiones masivamente no le hicieron cambiar la vida a mucha gente. Las inversiones son sumamente importantes para crear riqueza e integrarnos al mundo, además de generar ecosistemas para que las pequeñas y las medianas empresas (PyME) puedan desarrollarse a su alrededor. El impacto en el empleo suele ser muy bajo. Generalmente esto se nota en las grandes compañía. Pongamos un caso, el del sector automotor. Lanzamos un plan para hacer un millón de vehículos, que nos generarán unos 30.000 puestos más. Si tomamos el total de trabajadores que tiene el país, aquellos 30.000 empleos pueden que no parezcan significantes. Sobre todo porque estamos hablando de la madre de todas las industrias del país. Creo que la respuesta, a la hora de generar trabajos permanentes, la tienen las PyME.
-¿Cree que la nueva ley para PyME puede contribuir a este objetivo?
-Indudablemente. Hay una cantidad de elementos que pueden servir como marco para la proliferación de las pequeñas y medianas empresas en todo el territorio nacional. Esto también contribuirá a que tengan más acceso a los mercados y, en definitiva, alienten las inversiones. Pero si de algo estoy convencido es que si en la Argentina cada PyME tomara formalmente a un empleado, estaríamos frente a una verdadera revolución laboral, ya que generarían más puestos que todas las grandes actividades.
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