26 Abril 2017
Atlético dijo presente en el grupo: mirá los goles
La palabra “robo” anda en puntas de pie por el mundo del fútbol. Difícil que se maneje con soltura porque generalmente está asociada a arbitrajes arreglados, otra de las malas palabras del ambiente. Poco se la utiliza para referirse a otro tipo de robos (el de una pelota en pleno partido, por ejemplo) algo que ayer fue clave y hasta podría llegar a definir el triunfo de Atlético sobre Wilstermann, por 2 a 1.
Porque si hay algo que hizo Atlético ayer es robar y nada que ver tiene acá el árbitro venezolano Juan Soto ni la Conmebol. Minutos antes del partido, Pablo Lavallén se robó la atención con un cambio a último momento: Luis Rodríguez por Guillermo Acosta, sumando así un delantero más para alegría de Fernando Zampedri que estuvo muy bien acompañado.
Ese primer saqueo de la noche salió a la perfección. El entrenador aprovechó el momento del “Pulguita” que venía de marcar dos goles ante Racing y el jugador le respondió. Tanto que él también estuvo implicado en el primer gran golpe de la noche en el Monumental de 25 de Mayo y Chile.
Pero no nos adelantemos. El simoqueño, antes de eso, empezó con pequeños hurtos. Si hasta se lo vio bajando hasta su propia área para sorprender a los atacantes bolivianos y sacarles la pelota.
Ese tipo de jugadas marcaron el semblante de Atlético en el partido: estaba comprometido con la causa. “Hasta las manos”, también podría decirse y no solo se podía verlo en Rodríguez.
David Barbona, Leandro González, Nery Leyes, Fabio Álvarez y Leonel Di Plácido corrieron más de la cuenta en esa primera etapa para quedarse con lo que necesitaban para ganar: la pelota.
El “Decano” superó en posesión al “Aviador” en ese primer tiempo pero no pudo plasmarlo. Arrancar el segundo sin estar en ventaja parecía una tarea difícil por la presión que llevaría en sus espaldas Atlético pero rápidamente fue solucionado por una jugada perfecta.
Di Plácido desbordó desde la derecha, tiró el centro, Zampedri -como pudo- pivoteó para asistir a Rodríguez que ante la salida de Raúl Olivares la picó para dejar solo a Ignacio Canuto. El defensor fue otro que metió la mano en la lata. Se robó el protagonismo goleador que se suponía, iban a tener los delanteros o los volantes.
El segundo gol “decano” fue el mayor de los atracos. Di Plácido, una de las figuras del partido, corrió desde su campo para sacarle la pelota al defensor de Wilstermann. Y si “robo” es mala palabra, “pase” es muy buena para Atlético. Nunca estará de más un pase extra. Di Plácido dejó solo a Menéndez que, en una jugada parecida a la del primer gol, tiró el centro que Barbona cabeceó al gol.
2 a 0 y el mayor daño ya estaba hecho. Ni siquiera el descuento de Juan Luis Cabezas (que ya le había marcado en Cochabamba) alteró el producto final.
Atlético sufrió del minuto 35 al 40 pero en adelante volvió a hacer lo suyo: Menéndez se robó la pelota y se la llevó al córner. Allí el partido quedó dormido y se gestó la primera victoria en el grupo 5. Una zona donde con grandes como Peñarol y Palmeiras, quiere robarse ese segundo puesto. Después de anoche, puede soñar con eso.
Fue fundamental para Atlético el temperamento con el que arrancó y terminó el partido. Todos los jugadores salieron (sin perder la cabeza) con los tapones de punta. La efectividad para convertir sus chances en el segundo tiempo terminó de liquidar a Wilstermann.
Tal como sucedió en Cochabamba, el partido tuvo alta temperatura. El árbitro Juan Soto colaboró con sus errores y los jugadores no perdieron la chance de agarrarse en cada jugada dividida. Los tumultos no faltaron a la cita.
El equipo boliviano mostró cosas interesantes y mucho temple pero por momentos se dedicó más a reclamar que a jugar. De hecho, pudieron haber complicado mucho más a Atlético en el primer tiempo pero por momentos formaron dos lineas defensivas muy estáticas.
Porque si hay algo que hizo Atlético ayer es robar y nada que ver tiene acá el árbitro venezolano Juan Soto ni la Conmebol. Minutos antes del partido, Pablo Lavallén se robó la atención con un cambio a último momento: Luis Rodríguez por Guillermo Acosta, sumando así un delantero más para alegría de Fernando Zampedri que estuvo muy bien acompañado.
Ese primer saqueo de la noche salió a la perfección. El entrenador aprovechó el momento del “Pulguita” que venía de marcar dos goles ante Racing y el jugador le respondió. Tanto que él también estuvo implicado en el primer gran golpe de la noche en el Monumental de 25 de Mayo y Chile.
Pero no nos adelantemos. El simoqueño, antes de eso, empezó con pequeños hurtos. Si hasta se lo vio bajando hasta su propia área para sorprender a los atacantes bolivianos y sacarles la pelota.
Ese tipo de jugadas marcaron el semblante de Atlético en el partido: estaba comprometido con la causa. “Hasta las manos”, también podría decirse y no solo se podía verlo en Rodríguez.
David Barbona, Leandro González, Nery Leyes, Fabio Álvarez y Leonel Di Plácido corrieron más de la cuenta en esa primera etapa para quedarse con lo que necesitaban para ganar: la pelota.
El “Decano” superó en posesión al “Aviador” en ese primer tiempo pero no pudo plasmarlo. Arrancar el segundo sin estar en ventaja parecía una tarea difícil por la presión que llevaría en sus espaldas Atlético pero rápidamente fue solucionado por una jugada perfecta.
Di Plácido desbordó desde la derecha, tiró el centro, Zampedri -como pudo- pivoteó para asistir a Rodríguez que ante la salida de Raúl Olivares la picó para dejar solo a Ignacio Canuto. El defensor fue otro que metió la mano en la lata. Se robó el protagonismo goleador que se suponía, iban a tener los delanteros o los volantes.
El segundo gol “decano” fue el mayor de los atracos. Di Plácido, una de las figuras del partido, corrió desde su campo para sacarle la pelota al defensor de Wilstermann. Y si “robo” es mala palabra, “pase” es muy buena para Atlético. Nunca estará de más un pase extra. Di Plácido dejó solo a Menéndez que, en una jugada parecida a la del primer gol, tiró el centro que Barbona cabeceó al gol.
2 a 0 y el mayor daño ya estaba hecho. Ni siquiera el descuento de Juan Luis Cabezas (que ya le había marcado en Cochabamba) alteró el producto final.
Atlético sufrió del minuto 35 al 40 pero en adelante volvió a hacer lo suyo: Menéndez se robó la pelota y se la llevó al córner. Allí el partido quedó dormido y se gestó la primera victoria en el grupo 5. Una zona donde con grandes como Peñarol y Palmeiras, quiere robarse ese segundo puesto. Después de anoche, puede soñar con eso.
Fue fundamental para Atlético el temperamento con el que arrancó y terminó el partido. Todos los jugadores salieron (sin perder la cabeza) con los tapones de punta. La efectividad para convertir sus chances en el segundo tiempo terminó de liquidar a Wilstermann.
Tal como sucedió en Cochabamba, el partido tuvo alta temperatura. El árbitro Juan Soto colaboró con sus errores y los jugadores no perdieron la chance de agarrarse en cada jugada dividida. Los tumultos no faltaron a la cita.
El equipo boliviano mostró cosas interesantes y mucho temple pero por momentos se dedicó más a reclamar que a jugar. De hecho, pudieron haber complicado mucho más a Atlético en el primer tiempo pero por momentos formaron dos lineas defensivas muy estáticas.
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