Por Carlos Páez de la Torre H
26 Abril 2017
LEANDRO LICHTMAJER. Se ha editado su importante tesis doctoral.
Dentro de la historiografía de Tucumán, un tema no estudiado es lo que ocurrió con el Partido Radical durante el primer peronismo. Hace pocos meses apareció una importante tesis doctoral sobre el asunto. Se titula “Derrota y reconstrucción. El radicalismo tucumano frente al peronismo 1943-1955”. Su autor es Leandro Lichtmajer, licenciado en Historia y doctor en Humanidades por la UNT, donde dicta una cátedra. El libro, de 270 páginas, tiene pie editorial de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
En el prólogo, considera a ese tramo como “una etapa crucial en la historia del radicalismo, en la que el desplazamiento a los márgenes del sistema político lo llevó a una redefinición de su lugar en la sociedad, de los rasgos de su organización partidaria y de sus formas de hacer política”. Y en las últimas líneas del tomo, apunta que, “en síntesis, entre 1943 y 1955 el radicalismo tucumano hilvanó su trayectoria en torno a dos carriles. Por un lado, reaccionó ante una crisis interna heredada del período anterior al golpe de Estado, que tiñó sus acciones durante los años subsiguientes. Por otro lado, frente a un interlocutor que lo condicionó fuertemente, exploró su propia historia, sus conflictos y tradiciones, para hacerle frente. A la vez que se empapó del clima de época recreado por el movimiento político que emergió a la escena en 1945, volvió sobre sus pasos para reconfigurarse internamente y dar respuestas en un contexto inédito, en el que pasó sin escalas del gobierno a la oposición. Transitó a tientas un rumbo desconocido, que lo obligó a reinventarse”.
Y “así como los años peronistas legaron al radicalismo una estructura partidaria remozada, un plantel dirigente fraguado en la oposición política al gobierno y nuevos tópicos discursivos con los cuales apelar a la sociedad, también le transfirió las luchas intestinas, los debates inconclusos y la competencia con un actor que había llegado para quedarse”.
En el prólogo, considera a ese tramo como “una etapa crucial en la historia del radicalismo, en la que el desplazamiento a los márgenes del sistema político lo llevó a una redefinición de su lugar en la sociedad, de los rasgos de su organización partidaria y de sus formas de hacer política”. Y en las últimas líneas del tomo, apunta que, “en síntesis, entre 1943 y 1955 el radicalismo tucumano hilvanó su trayectoria en torno a dos carriles. Por un lado, reaccionó ante una crisis interna heredada del período anterior al golpe de Estado, que tiñó sus acciones durante los años subsiguientes. Por otro lado, frente a un interlocutor que lo condicionó fuertemente, exploró su propia historia, sus conflictos y tradiciones, para hacerle frente. A la vez que se empapó del clima de época recreado por el movimiento político que emergió a la escena en 1945, volvió sobre sus pasos para reconfigurarse internamente y dar respuestas en un contexto inédito, en el que pasó sin escalas del gobierno a la oposición. Transitó a tientas un rumbo desconocido, que lo obligó a reinventarse”.
Y “así como los años peronistas legaron al radicalismo una estructura partidaria remozada, un plantel dirigente fraguado en la oposición política al gobierno y nuevos tópicos discursivos con los cuales apelar a la sociedad, también le transfirió las luchas intestinas, los debates inconclusos y la competencia con un actor que había llegado para quedarse”.