Cuesta entender lo que le pasa a San Martín. Partido a partido, la historia se repite: muestra dos caras diferentes a lo largo de los 90 minutos. Lo que ayer le pasó en el “Juan Gilberto Funes” no es nuevo. Se repitieron los rendimientos discontinuos y el equipo volvió a sufrirlo en el resultado. Es que el 3-3 fue un castigo bien grande, teniendo en cuenta los merecimientos que hicieron uno y otro equipo, especialmente en el primer tiempo ya que los tucumanos se fueron al descanso ganando 3 a 1.
San Martín volvió a mostrar una alarmante pasividad en el complemento y una vez más terminó tirando por la borda todo lo bueno que había realizado en la etapa inicial. Con buenos rendimientos colectivos y un Ramón Lentini imparable, acumuló los méritos suficientes para establecer una diferencia tranquilizadora. Pero luego se durmió y lo pagó carísimo.
Con un fútbol fluido, San Martín fue edificando un primer tiempo vistoso y práctico, porque cada vez que se arrimó a los dominios de Facundo Lupardo dejó una clara sensación de la diferencia futbolística que existía con su rival. Esto se notó cuando Lentini volvió a mostrar ese olfato envidiable para anotar por duplicado y dejar a su equipo cerca de la victoria.
Pero los dirigidos por Diego Cagna tienen muchísimos problemas del medio hacia atrás. Los descuidos en defensa son una constante. Leonel Felice aprovechó uno de los tantos regalos para acortar la diferencia. Antes del cierre de ese período, Rodrigo Moreira volvió a sacar dos de ventaja, y parecía asunto resuelto.
Pero no fue así. Esteban Goicoechea venció a César Taborda, en lo que pareció un golpe de nocaut para San Martín. A partir de eso nada volvió a ser igual y como el Ave Fénix, el local le quitó la pelota a los tucumanos que a esa altura estaban desdibujados y renació de la cenizas. El árbitro Héctor Paletta le regaló un penal al local e Israel Roldán aprovechó para establecer el 3 a 3 que fue un castigo para el visitante.
No hubo tiempo para más salvo esa pelota que Juan Galeano remató alto. San Martín volvió a dejar puntos en el camino, porque no encuentra el equilibrio y repite errores juego tras juego.
Cuando está enchufado, San Martín supera con autoridad a sus rivales. Ayer, durante la primera mitad, volvió a demostrarlo.
San Martín sufre el mal de la famosa manta corta. Arriba anda afilado, pero sufre horrores de mitad de cancha hacia atrás.
Hay jugadores que atraviesan un mal momento. Moreira, Goicoechea y Gracián son algunos ejemplos. El equipo necesita que levanten el nivel.