Atletico no se merecía un final triste

Atletico no se merecía un final triste

Aún estando dos goles abajo, intentó por todos los medios sacarle al menos el empate a Racing, que le ganó 4-3

En el entretiempo del partido, cuando Atlético perdía 2 a 1, un grupo de boy scouts caminó hasta mitad de cancha con una pancarta que expresaba “#FuerzaTucumán”. A un costado de los chicos, Luis Otero, periodista de TN y reconocido hincha de Racing, tomó el micrófono para pedirle a la multitud que entre mañana y el martes se acercara a la sede del club para entregar donaciones que ayuden a los damnificados de las inundaciones en tierras tucumanas.

Fue, lamentablemente para Atlético, la única cortesía que se llevó de Avellaneda. Porque hay que convertir tres goles en la cancha de Racing (Atlético nunca los había hecho) y, aun así, no sumar ningún punto. Es un castigo demasiado injusto.

En un ambiente a 180 pulsaciones por minuto, sin banderas desplegadas por los hinchas locales (ni por los 150 allegados tucumanos que se ubicaron no tan silenciosamente a un costado de la platea), la primera información del sábado había sido la detención de 11 barras locales por portación de armas de fuego y cuchillos. El partido también estuvo alterado de entrada, pero de goles: aunque Cristian Lucchetti haga lo imposible, Atlético se convirtió en un equipo al que no hay que generarle muchas situaciones para convertirle. Un equipo de mandíbula floja, en jerga boxística.

Pero como Atlético jugó además con grandeza ofensiva, el partido se le transformó en un permanente mito de Sísifo, el hombre que, según la mitología griega, debe llevar una piedra hasta la cima de una montaña pero que, un metro antes de llegar, la piedra se le cae, una y otra vez, así hasta el infinito.

Al gol(azo) de Diego González, de volea, le siguió el empate de Luis Rodríguez de penal. En verdad, merecía haber sido gol por su genial asistencia a Leandro González, a quien le cometieron la infracción. Fue el segundo gol del “Pulga” en el torneo, pero sirvió de poco: antes del descanso, Fernando Evangelista perdió en la marca a Miguel Barbieri en un córner y Racing se puso 2 a 1.

Sin el lesionado Fernando Zampedri, y con un 4-1-4-1 que dejó varias veces desbordado a Nery Leyes, Atlético igual volvió a llegar al empate con un golazo de Leandro González al comenzar el segundo tiempo. Era mucho mérito, pero Racing (muy bien Racing, candidato a pelearle el título a Boca) golpeó dos veces más: Gustavo Bou y Marco Torsiglieri, después de otro córner, pusieron el 3 a 2 y 4 a 2, respectivamente.

Parecía el final, pero Atlético contrapuso sus errores defensivos con aciertos ofensivos y, después de un gran desborde de Lionel Di Plácido (otra vez, excelente en ataque), llegó el descuento de un Rodríguez de nuevo en sus mejores tardes.

Faltaban 14’, el partido estaba 4 a 3, el estadio entró en pánico, y el empate pudo haber llegado (y habría sido merecido) en esa delicia de Guillermo Acosta que pegó en el palo.

Lamentablemente, la única cortesía que Atlético recibió de Racing había sido en el entretiempo.

Lo dijo Lavallén en la semana que se fue: “equipo que no ataca, no puede hacer goles”. No es el caso de Atlético, que en todo momento fue al frente ante un Racing que no supo cómo frenar al “Decano” cuando se lo apuró con varios hombres.

Se sabe, si un equipo no es compacto, con seguridad, en el fútbol de Primera la pasará muy mal. El “Decano”, de a ratos, perdió el control y sus líneas quedaron muy separadas, unas de otras. Así le era difícil retomar el control del balón.

De los cuatro goles que sufrió ayer el “Decano”, dos fueron de jugadas con pelota parada (tiros de esquina) luego de perder las marcas asignadas. La defensa ayer fue un contrapeso del ataque. El área chica de Lucchetti pareció una estructura de cristal.

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