19 Abril 2017
Para Fernando Botero, los 85 años que cumple hoy representan apenas la entrada a la juventud como pintor, aunque lleve cinco décadas vigente entre los más importantes del mundo. Entre risas, el maestro recuerda la frase del renacentista italiano Tiziano, según el cual los artistas aprenden a pintar después de los 80. “Soy un joven de casi 90 porque, como artista, uno siempre siente que debe mejorar”, insiste.
Botero nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, la segunda ciudad en importancia de Colombia, en el seno de una familia conservadora de clase media. Cuando él tenía cuatro años, su padre, el comerciante David Botero, murió de un ataque al corazón. Fue su madre, Flora Angulo, quien con mucho esfuerzo sacó adelante a sus tres hijos.
Después de que su tío lo metiera en el mundo de la tauromaquia aspirando a que algún día fuese el protagonista en una plaza de toros, Botero descubrió que su vocación era la pintura y consiguió su primer trabajo como ilustrador de El Colombiano, uno de los periódicos tradicionales de Medellín.
Con 17 años se trasladó a Bogotá, donde celebró su primera exposición individual para tres años después viajar a España y estudiar en la Academia de San Fernando de Madrid.
Su recorrido por Europa se extendió a Italia y Francia, países en los que perfeccionó su técnica y descubrió el amor por el volumen tan característico de sus obras.
Intimidades
Después de casarse con Gloria Zea, de la clase alta bogotana, el pintor se instaló con ella en México. Allí conoció varios de los contactos que lo ayudaron a ser reconocido a nivel internacional. “Siempre he vivido de la pintura, a veces muy pobremente, pero siempre ha sido producto de la pintura y de mis obras”, recordó el maestro en una entrevista con el diario El Tiempo.
Botero tuvo tres hijos con Zea, de quien se divorció en 1960, y uno más con su segunda esposa, Cecilia Zambrano, con quien estuvo casado casi 10 años. Esa relación terminó en 1975 como consecuencia de la trágica muerte de su hijo Pedro, de cuatro años, en un accidente de tránsito en España. En 1978 contrajo nupcias con la artista griega Sophia Vari, con quien vive actualmente entre París y Pietrasanta, en Italia.
La actualidad
Con casi una treintena de exposiciones permanentes en todo el mundo y al menos una decena de donaciones, entre ellas la paloma blanca alusiva a la paz que entregó a finales del año pasado al presidente colombiano Juan Manuel Santos, Botero es reconocido como uno de los artistas contemporáneos más importantes.
Aunque este año no estará en su país para la celebración, pasará su redondo cumpleaños con su familia y amigos en Italia. “En Roma celebraré con los íntimos, me sueño con una cena tranquila, en un restaurante”, explicó el maestro durante su visita a Cartagena de Indias en enero pasado. Allí asistió al casamiento de su nieta, Andrea Wild.
Mientras, de Suiza a China, Italia, México y Francia se verán “las gordas” que Botero asegura nunca haber pintado. “Nadie me cree, pero lo que pinto es volumen”, sostiene. Una de las exposiciones que más lo emocionan este año es la programada para octubre en Aix en Provenza, Francia, donde sus “gordas” dialogarán con las obras de Picasso. “Será una gran exposición denominada ‘Botero, diálogo con Picasso’, en la cual se podrán apreciar 50 obras mías y 14 de Picasso”, destacó el maestro en Medellín. Allí “se escapa” de vez en cuando, sobre todo en épocas cálidas.
Contrastes
Desde finales de 2016 circula un libro publicado por la editorial Assouline con 100 ilustraciones de Botero, varias de ellas inéditas; y antes de terminar este año pretende lanzar otro texto con sus dibujos y descripciones del Nobel peruano Mario Vargas Llosa.
El Museo de Antioquia, que cuenta con una exposición permanente de su obra, tiene prevista hoy la entrada libre de visitantes y la realización de recorridos guiados para ahondar en la trayectoria e importancia del pintor y escultor.
Aunque en general Botero considera que “le ha ido bien” y que cada año que pasa la vida lo premia, reconoce que hay una crisis en su vida que nunca logrará superar y es la muerte de su tercer hijo.
“Pedrito”, el cuadro que pintó para inmortalizar al pequeño, es sin duda uno de los más importantes en su historia: “si he hecho una obra maestra en mi vida es ese cuadro, primero que todo porque está muy bien pintado, con mucho sentimiento y con una composición muy esperada”.
Botero nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, la segunda ciudad en importancia de Colombia, en el seno de una familia conservadora de clase media. Cuando él tenía cuatro años, su padre, el comerciante David Botero, murió de un ataque al corazón. Fue su madre, Flora Angulo, quien con mucho esfuerzo sacó adelante a sus tres hijos.
Después de que su tío lo metiera en el mundo de la tauromaquia aspirando a que algún día fuese el protagonista en una plaza de toros, Botero descubrió que su vocación era la pintura y consiguió su primer trabajo como ilustrador de El Colombiano, uno de los periódicos tradicionales de Medellín.
Con 17 años se trasladó a Bogotá, donde celebró su primera exposición individual para tres años después viajar a España y estudiar en la Academia de San Fernando de Madrid.
Su recorrido por Europa se extendió a Italia y Francia, países en los que perfeccionó su técnica y descubrió el amor por el volumen tan característico de sus obras.
Intimidades
Después de casarse con Gloria Zea, de la clase alta bogotana, el pintor se instaló con ella en México. Allí conoció varios de los contactos que lo ayudaron a ser reconocido a nivel internacional. “Siempre he vivido de la pintura, a veces muy pobremente, pero siempre ha sido producto de la pintura y de mis obras”, recordó el maestro en una entrevista con el diario El Tiempo.
Botero tuvo tres hijos con Zea, de quien se divorció en 1960, y uno más con su segunda esposa, Cecilia Zambrano, con quien estuvo casado casi 10 años. Esa relación terminó en 1975 como consecuencia de la trágica muerte de su hijo Pedro, de cuatro años, en un accidente de tránsito en España. En 1978 contrajo nupcias con la artista griega Sophia Vari, con quien vive actualmente entre París y Pietrasanta, en Italia.
La actualidad
Con casi una treintena de exposiciones permanentes en todo el mundo y al menos una decena de donaciones, entre ellas la paloma blanca alusiva a la paz que entregó a finales del año pasado al presidente colombiano Juan Manuel Santos, Botero es reconocido como uno de los artistas contemporáneos más importantes.
Aunque este año no estará en su país para la celebración, pasará su redondo cumpleaños con su familia y amigos en Italia. “En Roma celebraré con los íntimos, me sueño con una cena tranquila, en un restaurante”, explicó el maestro durante su visita a Cartagena de Indias en enero pasado. Allí asistió al casamiento de su nieta, Andrea Wild.
Mientras, de Suiza a China, Italia, México y Francia se verán “las gordas” que Botero asegura nunca haber pintado. “Nadie me cree, pero lo que pinto es volumen”, sostiene. Una de las exposiciones que más lo emocionan este año es la programada para octubre en Aix en Provenza, Francia, donde sus “gordas” dialogarán con las obras de Picasso. “Será una gran exposición denominada ‘Botero, diálogo con Picasso’, en la cual se podrán apreciar 50 obras mías y 14 de Picasso”, destacó el maestro en Medellín. Allí “se escapa” de vez en cuando, sobre todo en épocas cálidas.
Contrastes
Desde finales de 2016 circula un libro publicado por la editorial Assouline con 100 ilustraciones de Botero, varias de ellas inéditas; y antes de terminar este año pretende lanzar otro texto con sus dibujos y descripciones del Nobel peruano Mario Vargas Llosa.
El Museo de Antioquia, que cuenta con una exposición permanente de su obra, tiene prevista hoy la entrada libre de visitantes y la realización de recorridos guiados para ahondar en la trayectoria e importancia del pintor y escultor.
Aunque en general Botero considera que “le ha ido bien” y que cada año que pasa la vida lo premia, reconoce que hay una crisis en su vida que nunca logrará superar y es la muerte de su tercer hijo.
“Pedrito”, el cuadro que pintó para inmortalizar al pequeño, es sin duda uno de los más importantes en su historia: “si he hecho una obra maestra en mi vida es ese cuadro, primero que todo porque está muy bien pintado, con mucho sentimiento y con una composición muy esperada”.
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