13 Abril 2017
EN ASCENSO. Tomás Gallo, Dardo Gasparré, Gastón Heredia y Facundo Novillo son parte de un seleccionado que hizo honor a la mística de la camiseta “naranja” y devolvió a Tucumán a la cumbre. la gaceta / foto de inés quinteros orio
El consenso absoluto es difícil de encontrar, sobre todo cuando los que opinan son muchos, pero existe con plenitud entre los “Naranjitas” al momento de señalar el factor X de la coronación de Tucumán en el Argentino M18: la calidad del grupo humano. Para ellos, y para los testigos de sus batallas, la fuerza nació de la unión. Ello se advierte al primer contacto en la entrevista con LG Deportiva. Los “Naranjitas” son un equipo hasta para hablar: ninguno se corta solo. Uno inicia un concepto y otro lo completa. Son sólo cuatro (dos no pudieron asistir), pero es justamente esa unión la que los autoriza para hablar por los otros 26.
“Para mí, lo fundamental fue que se formó un excelente grupo. La unión que hubo entre nosotros fue la gran clave para llegar adonde llegamos”, enfatiza Facundo Novillo, de Lawn Tennis.
“Es como si hubiéramos jugado toda la vida juntos, desde chicos. Yo sentía eso, como si fueran compañeros de mi club”, compara Gastón Heredia, graficando una empatía que acercó a jugadores de clubes entre los que suele haber pica, como Los Tarcos y Universitario. “Había mucha confianza entre nosotros. De hecho, a mí me tocó compartir habitación con dos chicos de Los Tarcos. Y una de las mejores cosas que me llevo de este torneo es eso: poder juntarme con ellos también de vez en cuando”, destaca Tomás Gallo, pilar de Universitario.
Tucumán tuvo que superar dificultades en el camino antes de hacer cumbre. Primero, terminó 2016 con un staff de entrenadores y empezó 2017 con otro, lo que a pocos meses del torneo generó incertidumbre. Luego, debutó con una derrota que no merecía ante Córdoba. “Ahí es cuando el grupo tenía que estar más unido”, señala Dardo Gasparré, goleador del equipo, con 51 puntos. “Después de perder ese partido, creo que nadie creía que podríamos ganarle a Buenos Aires y clasificarnos”, recuerda. Y no sólo le ganaron, sino que lo hicieron dos veces.
“En el primer partido les marcamos el rigor, les hicimos saber qué es lo que queríamos. Ya en la final aguantaron los primeros minutos, pero se notó que Tucumán tenía más ganas. La clave fue la defensa. Como históricamente juega Tucumán”, analiza Heredia.
De hecho, una de las virtudes que se remarcó de este seleccionado fue haber hecho honor a la mística “naranja”. “Cuando tuvimos concentración en el Cedar, llevaron árbitros, jugadores, entrenadores y hasta psicólogos para que nos hablaran sobre la importancia de ponerse esta camiseta”, revela Gallo.
Los Naranjitas se hicieron cargo del desafío y lo superaron con creces, una buena noticia para el futuro del seleccionado mayor, con el que los chicos ya sueñan. Claro que primero lo primero: debutar en la primera del club. Allí se encontrarán de nuevo, pero ya como rivales.
“Dentro de la cancha éramos como hermanos, y la idea es seguir teniendo contacto. A partir del grupo que se formó será distinto cuando tengamos que enfrentarnos, y en el tercer tiempo”, cerró Novillo.
“Para mí, lo fundamental fue que se formó un excelente grupo. La unión que hubo entre nosotros fue la gran clave para llegar adonde llegamos”, enfatiza Facundo Novillo, de Lawn Tennis.
“Es como si hubiéramos jugado toda la vida juntos, desde chicos. Yo sentía eso, como si fueran compañeros de mi club”, compara Gastón Heredia, graficando una empatía que acercó a jugadores de clubes entre los que suele haber pica, como Los Tarcos y Universitario. “Había mucha confianza entre nosotros. De hecho, a mí me tocó compartir habitación con dos chicos de Los Tarcos. Y una de las mejores cosas que me llevo de este torneo es eso: poder juntarme con ellos también de vez en cuando”, destaca Tomás Gallo, pilar de Universitario.
Tucumán tuvo que superar dificultades en el camino antes de hacer cumbre. Primero, terminó 2016 con un staff de entrenadores y empezó 2017 con otro, lo que a pocos meses del torneo generó incertidumbre. Luego, debutó con una derrota que no merecía ante Córdoba. “Ahí es cuando el grupo tenía que estar más unido”, señala Dardo Gasparré, goleador del equipo, con 51 puntos. “Después de perder ese partido, creo que nadie creía que podríamos ganarle a Buenos Aires y clasificarnos”, recuerda. Y no sólo le ganaron, sino que lo hicieron dos veces.
“En el primer partido les marcamos el rigor, les hicimos saber qué es lo que queríamos. Ya en la final aguantaron los primeros minutos, pero se notó que Tucumán tenía más ganas. La clave fue la defensa. Como históricamente juega Tucumán”, analiza Heredia.
De hecho, una de las virtudes que se remarcó de este seleccionado fue haber hecho honor a la mística “naranja”. “Cuando tuvimos concentración en el Cedar, llevaron árbitros, jugadores, entrenadores y hasta psicólogos para que nos hablaran sobre la importancia de ponerse esta camiseta”, revela Gallo.
Los Naranjitas se hicieron cargo del desafío y lo superaron con creces, una buena noticia para el futuro del seleccionado mayor, con el que los chicos ya sueñan. Claro que primero lo primero: debutar en la primera del club. Allí se encontrarán de nuevo, pero ya como rivales.
“Dentro de la cancha éramos como hermanos, y la idea es seguir teniendo contacto. A partir del grupo que se formó será distinto cuando tengamos que enfrentarnos, y en el tercer tiempo”, cerró Novillo.
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