12 Abril 2017
Acompañar a las personas en el proceso de morir, ayudarlas en su búsqueda de trascendencia y a superar el miedo a la muerte, y atender lo emocional, social y espiritual tanto como el cuerpo son algunas propuestas de la medicina paliativista que propugna el oncólogo español Enric Benito, referente mundial de la temática, durante las conferencias que brindó en varias provincias argentinas.
“No hay nada que sea la muerte, hemos construido algo que es como un espantapájaros, todos le tememos. Pero si te acercas, descubres que no hay nada. Aunque nos morimos, la muerte no existe; es un proceso, igual que el nacimiento”, sostuvo Benito en una charla exclusiva con Télam, antes de regresar a España.
Humanizar la medicina
“La medicina tecnificada, biologicista, ve las personas como un cuerpo y busca tratamientos; los paliativistas recuperamos la visión integral de la persona, que debería estar presente en toda la medicina; buscamos humanizarla. Y humanizar implica reconocer quiénes somos y haber descubierto nuestra dimensión trascendente; porque somos vulnerables pero también somos trascendentes”, agregó.
Servicios paliativos
“Se trata de cuidar las personas en el proceso de morir. Ellas tienen necesidades muy especiales: más allá de lo físico; debemos atender lo emocional, lo social y lo espiritual. Y no sólo en el paciente en sí, sino también en su entorno y familia”, sostuvo.
“Este proceso no implica sólo los últimos días de la vida, y tampoco se centra en los que tienen una expectativa de vida corta por un cáncer, por ejemplo. Cada vez comienzan a pensarse y usarse más los cuidados paliativos en personas con enfermedades crónicas progresivas como insuficiencia renal, cardíaca o problemas respiratorios severos”.
Su propia historia
Cuando llevaba 23 años trabajando como oncólogo, Benito revela que entró en una profunda depresión. “En aquellos días de profunda tristeza recordé cuando mi abuela murió de cáncer a mis nueve años. La recordé sufriendo mucho y comprendí que más allá de trabajar por una cura, lo que había que hacer era cuidar a la persona”, añadió.
En 2003, formó un grupo interdisciplinario para definir dos conceptos: sufrimiento y espiritualidad: “por entonces, hablar de espiritualidad en los ámbitos científicos era hostil, extraño. Luego fuimos aprendiendo y hoy sabemos que lo espiritual es lo que ya somos, es dinamismo, energía. Es nuestra naturaleza esencial y un anhelo inagotable de plenitud; son nuestras aspiraciones, búsqueda de sentido, trascendencia, conexión con otros”.
Desde entonces, su aporte es clave en la formación de profesionales en cuidados paliativos. “Todo lo que planteamos está elaborado de forma académica, científica y empírica”, resaltó.
“No hay nada que sea la muerte, hemos construido algo que es como un espantapájaros, todos le tememos. Pero si te acercas, descubres que no hay nada. Aunque nos morimos, la muerte no existe; es un proceso, igual que el nacimiento”, sostuvo Benito en una charla exclusiva con Télam, antes de regresar a España.
Humanizar la medicina
“La medicina tecnificada, biologicista, ve las personas como un cuerpo y busca tratamientos; los paliativistas recuperamos la visión integral de la persona, que debería estar presente en toda la medicina; buscamos humanizarla. Y humanizar implica reconocer quiénes somos y haber descubierto nuestra dimensión trascendente; porque somos vulnerables pero también somos trascendentes”, agregó.
Servicios paliativos
“Se trata de cuidar las personas en el proceso de morir. Ellas tienen necesidades muy especiales: más allá de lo físico; debemos atender lo emocional, lo social y lo espiritual. Y no sólo en el paciente en sí, sino también en su entorno y familia”, sostuvo.
“Este proceso no implica sólo los últimos días de la vida, y tampoco se centra en los que tienen una expectativa de vida corta por un cáncer, por ejemplo. Cada vez comienzan a pensarse y usarse más los cuidados paliativos en personas con enfermedades crónicas progresivas como insuficiencia renal, cardíaca o problemas respiratorios severos”.
Su propia historia
Cuando llevaba 23 años trabajando como oncólogo, Benito revela que entró en una profunda depresión. “En aquellos días de profunda tristeza recordé cuando mi abuela murió de cáncer a mis nueve años. La recordé sufriendo mucho y comprendí que más allá de trabajar por una cura, lo que había que hacer era cuidar a la persona”, añadió.
En 2003, formó un grupo interdisciplinario para definir dos conceptos: sufrimiento y espiritualidad: “por entonces, hablar de espiritualidad en los ámbitos científicos era hostil, extraño. Luego fuimos aprendiendo y hoy sabemos que lo espiritual es lo que ya somos, es dinamismo, energía. Es nuestra naturaleza esencial y un anhelo inagotable de plenitud; son nuestras aspiraciones, búsqueda de sentido, trascendencia, conexión con otros”.
Desde entonces, su aporte es clave en la formación de profesionales en cuidados paliativos. “Todo lo que planteamos está elaborado de forma académica, científica y empírica”, resaltó.
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