09 Abril 2017
Hirió a tres vecinos y mató a la mujer que le preguntó qué estaba haciendo
El hombre que provocó la tragedia habría reclamado una deuda a una de las víctimas que hirió grávemente. Los vecinos aseguran que el acusado de homicidio estaba desfigurado y decía incongruencias. Un joven salvó a sus tres sobrinas.
EN PLENA TAREA. Policías y funcionarios judiciales recorren la calle 37 al 200 donde un hombre, en menos de 10 minutos, hirió a tres personas y mató a una vecina. la gaceta / foto de analía jaramillo
“No lo podíamos parar. Estaba fuera de sí. Le gritamos, pero se dio vuelta con la mirada perdida y nos gritó cosas incongruentes. Sentí miedo y decidí encerrarme en casa”, comentó Marcos Gutiérrez, uno de los habitantes de un humilde barrio de Villa Mariano Moreno donde ayer a la mañana se desencadenó a una tragedia. Un hombre mató a una mujer e hirió gravemente a tres vecinos por una supuesta deuda.
A las 7.30 en la calle 37 al 200 casi no había movimiento. Los ladridos de algún perro por el tempranero andar de una moto rompía con el silencio. José Miguel Quiroga, de 64 años, que vive en la cuadra, comenzó a gritar con su esposa. Cargando una escopeta calibre 16, cruzó la calle e ingresó a la vivienda de Dominga Jesús Nieva (55), a quien le disparó en el hombro, después de haberle reclamado que le devolviera un dinero.
“Ahí lo vimos salir, volver a su casa que está ubicada al frente. No sabíamos nada, sólo escuchábamos gritos. La observamos a su esposa que quería detenerlo, pero él se dio vuelta y le pegó un culatazo. Iba recargando la escopeta y ahora también llevaba dos cuchillos”, agregó Gutiérrez.
Quiroga volvió a ingresar al domicilio del vecino y disparó contra la hija de la dueña, Natalia Morales (25). Su hermano Osvaldo (34), que también estaba en la vivienda, intentó detenerlo, pero no pudo. Entonces no le quedó otra que defender a sus sobrina de 8 y 3 años de edad arrojándose sobre ellas para que no las lastimara. El vecino, descontrolado, lo atacó con uno de los cuchillos. “Por defender a las chiquitas perdió un dedo. Cuando vio que no podía hacer nada, recién se fue”, dijo Amanda, otra de las vecinas de la cuadra.
Ramona Ofelia Ibáñez (58) había despedido a su marido y estaba limpiando el frente de la casa cuando se desencadenó el ataque. Le preguntó a Quiroga qué estaba haciendo. El hombre no respondió, sino que le disparó en el pecho. La mujer murió en el acto.
“Llamamos a la Policía, pero como no venía, un vecino fue en su moto hasta la comisaría a traer a alguien porque nadie se animó a enfrentarlo. Estaba con una escopeta y al menos dos cuchillos, balbuceando e insultando a todos los vecinos”, explicó Amanda.
Quiroga le disparó al uniformado que llegó al lugar. El policía respondió el ataque, por el que el homicida decidió encerrarse en su casa. A los pocos minutos, llegaron más efectivos de la comisaría y del Servicio 911.
“Estábamos muy nerviosos. Teníamos miedo de que le hiciera algo a la pobre esposa que no tenía nada que ver en el hecho. Fueron momentos de mucha tensión, de gente que gritaba, que esperábamos las ambulancias para trasladar los heridos. Estábamos aterrorizados”, relató Juana de Fernández, también vecina.
Los testigos dijeron que el hijo de Quiroga, su nombre no trascendió, llegó hasta el lugar. Ingresó a la vivienda, habló con su padre y le abrió la puerta para que los policías lo detuvieran y lo trasladaran rápidamente para evitar que los vecinos quisieran hacer justicia por mano propia.
Mientras el acusado de homicidio era trasladado, llegaron las ambulancias para trasladar a los heridos y confirmar que Ibáñez había fallecido en el acto. La Policía cerraba el área y realizaba las pericias por pedido de la fiscala María del Carmen Reuter.
Al cierre de esta edición, Quiroga estaba por presentarse a declarar en Tribunales. Los vecinos dijeron que podría haber estado alcoholizado, pero la fiscala espera recibir los informes toxicológicos para recién emitir una opinión sobre el tema.
“En el barrio tenía fama de malo, de una persona que no era amable. Pero jamás nos imaginamos que podía hacer una cosa como esta. Sabíamos que tenía armas, pero nunca las usó para amenazar a alguien”, concluyó Mariano Pedraza, otro vecino.
A las 7.30 en la calle 37 al 200 casi no había movimiento. Los ladridos de algún perro por el tempranero andar de una moto rompía con el silencio. José Miguel Quiroga, de 64 años, que vive en la cuadra, comenzó a gritar con su esposa. Cargando una escopeta calibre 16, cruzó la calle e ingresó a la vivienda de Dominga Jesús Nieva (55), a quien le disparó en el hombro, después de haberle reclamado que le devolviera un dinero.
“Ahí lo vimos salir, volver a su casa que está ubicada al frente. No sabíamos nada, sólo escuchábamos gritos. La observamos a su esposa que quería detenerlo, pero él se dio vuelta y le pegó un culatazo. Iba recargando la escopeta y ahora también llevaba dos cuchillos”, agregó Gutiérrez.
Quiroga volvió a ingresar al domicilio del vecino y disparó contra la hija de la dueña, Natalia Morales (25). Su hermano Osvaldo (34), que también estaba en la vivienda, intentó detenerlo, pero no pudo. Entonces no le quedó otra que defender a sus sobrina de 8 y 3 años de edad arrojándose sobre ellas para que no las lastimara. El vecino, descontrolado, lo atacó con uno de los cuchillos. “Por defender a las chiquitas perdió un dedo. Cuando vio que no podía hacer nada, recién se fue”, dijo Amanda, otra de las vecinas de la cuadra.
Ramona Ofelia Ibáñez (58) había despedido a su marido y estaba limpiando el frente de la casa cuando se desencadenó el ataque. Le preguntó a Quiroga qué estaba haciendo. El hombre no respondió, sino que le disparó en el pecho. La mujer murió en el acto.
“Llamamos a la Policía, pero como no venía, un vecino fue en su moto hasta la comisaría a traer a alguien porque nadie se animó a enfrentarlo. Estaba con una escopeta y al menos dos cuchillos, balbuceando e insultando a todos los vecinos”, explicó Amanda.
Quiroga le disparó al uniformado que llegó al lugar. El policía respondió el ataque, por el que el homicida decidió encerrarse en su casa. A los pocos minutos, llegaron más efectivos de la comisaría y del Servicio 911.
“Estábamos muy nerviosos. Teníamos miedo de que le hiciera algo a la pobre esposa que no tenía nada que ver en el hecho. Fueron momentos de mucha tensión, de gente que gritaba, que esperábamos las ambulancias para trasladar los heridos. Estábamos aterrorizados”, relató Juana de Fernández, también vecina.
Los testigos dijeron que el hijo de Quiroga, su nombre no trascendió, llegó hasta el lugar. Ingresó a la vivienda, habló con su padre y le abrió la puerta para que los policías lo detuvieran y lo trasladaran rápidamente para evitar que los vecinos quisieran hacer justicia por mano propia.
Mientras el acusado de homicidio era trasladado, llegaron las ambulancias para trasladar a los heridos y confirmar que Ibáñez había fallecido en el acto. La Policía cerraba el área y realizaba las pericias por pedido de la fiscala María del Carmen Reuter.
Al cierre de esta edición, Quiroga estaba por presentarse a declarar en Tribunales. Los vecinos dijeron que podría haber estado alcoholizado, pero la fiscala espera recibir los informes toxicológicos para recién emitir una opinión sobre el tema.
“En el barrio tenía fama de malo, de una persona que no era amable. Pero jamás nos imaginamos que podía hacer una cosa como esta. Sabíamos que tenía armas, pero nunca las usó para amenazar a alguien”, concluyó Mariano Pedraza, otro vecino.
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