Andrés Burgo - Especial para LG Deportiva
El fútbol no ofrece garantías: para eso están los electrodomésticos. Pero aun dentro de las condiciones elásticas que rigen el fútbol, Atlético deslizó anoche en Rosario que parece haber dejado atrás su imagen más confiable. El 1-2 ante Central significó el cuarto partido sin ganar para el “Decano” en el torneo local, con dos goles en 360 minutos y dos puntos sobre 12. Tal vez sea apresurado decirlo, pero una luz amarilla puede haberse encendido delante del mejor equipo de la historia del club.
Por la televisión no se ve pero la cancha de Central queda a unos pasos del río Paraná, en cuyas playas los bañistas suelen quejarse cada verano que son atacados por palometas, unos peces carnívoros que, como tal, muerden a los humanos. Los primeros minutos de Atlético en Rosario (y muchos del segundo tiempo) regalaron una imagen similar: los jugadores locales parecían palometas.
Semejante intensidad del local duró pocos minutos pero alcanzó para dejar una señal: Atlético volvería a sentirse incómodo en una cancha en la que nunca ganó en la historia, al punto que Cristian Lucchetti reaccionó enseguida ante Washington Camacho con una atajada que merece estar en el podio de la fecha. Es cierto que desde entonces y hasta el final del primer tiempo, Atlético mejoró y tuvo un par de situaciones claras, pero la pelota fue casi siempre de Central, como si el “Decano” fuese un equipo desmembrado y sus jugadores necesitaran una mano de cemento para unirse.
Con Fernando Zampedri aislado allá arriba, debatiéndose en un duelo de guapos con Javier Pinola, la gran chance la tuvo justamente el nueve: David Barbona envió un centro-asistencia delicioso que Diego Rodríguez primero, y Cristian Villagra después en el rebote, evitaron por duplicado lo que habría sido el noveno gol de Zampedri en el torneo. También podría computarse un offside mal señalado a Luis Rodríguez, cuando encaraba solo al arquero, pero la escenografía del partido pasó por otro lado: por un Atlético a la expectativa, como tímido.
El gol de Central podría haber llegado en un error de Enrique Meza Brítez pero finalmente llegó en un contragolpe bien empezado por Rodríguez, magistralmente continuado por “Teo” Gutiérrez (la figura) y finalizado por Federico Carrizo. Y si ese 1-0 parcial significó un golpe fuerte para Atlético, la tarjeta roja para Guillermo Acosta (amonestado y expulsado en un puñado de minutos apenas comenzado el segundo tiempo), se pareció a un nocaut.
Faltaba casi todo un tiempo, pero Atlético pasó a sufrir como hacía rato no se veía. Pablo Lavallén arriesgó con Fabio Álvarez y envió a Nery Leyes a la defensa, pero nada salía bien: Marco Ruben le ganó al propio Leyes y con maestría convirtió el 2 a 0 que parecía seguir con un 3 a 0 y hasta un 4 a 0 pero que, cuando nadie lo esperaba, se convirtió en un 2 a 1: a una gran asistencia de Rodrigo Aliendro le siguió una mejor definición de Zampedri (y su noveno gol en el torneo).
Ya con Gonzalo Ontivero y Leandro González en cancha, Atlético intentó la heroica en desventaja numérica. No le alcanzó, pero al menos regaló una señal positiva de cara al partido del martes en Bolivia: el “Decano” perdió juego, pero aún así compitió hasta el final.
Una que otra chance para sorprender
Aun con largos pasajes del primer tiempo sin la pelota, Atlético tuvo un par de situaciones claras para convertir el primer gol del partido, en especial una doble chance de Zampedri. Ese gol podría haber maquillado una actuación vacía del equipo de Lavallén.
Rosario siempre estuvo lejos
La historia no juega, pero es un referente, y Atlético siempre la pasó mal en Rosario: con la derrota de anoche, contra Central como visitante (en la A y la B Nacional), el “Decano” perdió cinco partidos y empató una. Y con Newell’s, acumula tres derrotas en tres visitas.
El esfuerzo maquilló una floja noche
El partido entró en respirador artificial después de la expulsión de Guillermo Acosta, a la que le siguió (pasados unos minutos) el gol de Marco Ruben. Sólo la competitividad de Atlético (acaso lo único positivo de anoche) mantuvo el suspenso en el resultado hasta el final.