07 Abril 2017
Vecinos abrieron sus puertas a más de 80 evacuados
Desde el sábado, cuando la correntada ganó las calles de La Madrid y los pobladores debieron salir con lo puesto a resguardarse en la ruta 157, donde el agua no podía alcanzarlos, los vecinos de las localidades que no sufrieron daños dieron muestras de que no hace falta tener mucho para ser solidarios.
En Taco Ralo, el centro para evacuados alberga a más de 160 personas que esperan volver a su hogar lo antes posible. Pero hubo familias enteras que fueron alojadas por los propios habitantes del lugar. Unos 80 damnificados -es decir, cerca de la mitad de los que están en el albergue “oficial”- pasan las noches en la casa de otros pobladores que decidieron abrir sus puertas ante la desgracia.
“Dan ganas de llorar cuando una ve lo que les pasó. Perdieron todo”, le comentó Nadia Armas, de 28 años, a LA GACETA. Reside con su esposo y sus tres hijos en una vivienda cuyas paredes agrietadas evidencian el paso del tiempo. En la parte trasera, Armas cría chanchos para la venta. Ofertando esos animales fue que conoció a decenas de madrileños. Y cuando recibió las primeras fotos de las inundaciones vía WhatsApp, no dudó en ceder su habitación y el módulo donde duermen sus hijos -la construcción más reciente en su propiedad- para albergar una familia entera. “Mucha gente abrió las puertas a los inundados. Se hizo bien, porque realmente lo necesitan”, explicó Armas. En su caso, fueron tres adultos y dos niños -todos de La Madrid- quienes compartieron con los suyos desde los desayunos hasta las cenas. Incluso, según la dueña de casa, sus hijos se hicieron muy amigos de los chicos que habían alojado. “Los pasó a buscar una tía. Estuvieron cuatro días con nosotros. Quedamos de acuerdo en que yo voy a ir a visitarlos y los voy a ayudar en lo que pueda. Nos agradecieron mucho”, detalló Nadia. Su esposo, pensionado y changarín, y ella misma están dispuestos a seguir colaborando. “No nos sobra, pero algo tenemos”, reflexionó.
En Taco Ralo, el centro para evacuados alberga a más de 160 personas que esperan volver a su hogar lo antes posible. Pero hubo familias enteras que fueron alojadas por los propios habitantes del lugar. Unos 80 damnificados -es decir, cerca de la mitad de los que están en el albergue “oficial”- pasan las noches en la casa de otros pobladores que decidieron abrir sus puertas ante la desgracia.
“Dan ganas de llorar cuando una ve lo que les pasó. Perdieron todo”, le comentó Nadia Armas, de 28 años, a LA GACETA. Reside con su esposo y sus tres hijos en una vivienda cuyas paredes agrietadas evidencian el paso del tiempo. En la parte trasera, Armas cría chanchos para la venta. Ofertando esos animales fue que conoció a decenas de madrileños. Y cuando recibió las primeras fotos de las inundaciones vía WhatsApp, no dudó en ceder su habitación y el módulo donde duermen sus hijos -la construcción más reciente en su propiedad- para albergar una familia entera. “Mucha gente abrió las puertas a los inundados. Se hizo bien, porque realmente lo necesitan”, explicó Armas. En su caso, fueron tres adultos y dos niños -todos de La Madrid- quienes compartieron con los suyos desde los desayunos hasta las cenas. Incluso, según la dueña de casa, sus hijos se hicieron muy amigos de los chicos que habían alojado. “Los pasó a buscar una tía. Estuvieron cuatro días con nosotros. Quedamos de acuerdo en que yo voy a ir a visitarlos y los voy a ayudar en lo que pueda. Nos agradecieron mucho”, detalló Nadia. Su esposo, pensionado y changarín, y ella misma están dispuestos a seguir colaborando. “No nos sobra, pero algo tenemos”, reflexionó.
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