07 Abril 2017
Entre risas y baile, improvisaron un desfile con la ropa donada
ALEJADAS DEL DRAMA. Ludmila y Brisa ensayaron para el desfile de modas que brndaron al mediodía en Taco Ralo. la gaceta videos / ana daneri
Desde afuera, el bullicio en la escuela N°54 de Taco Ralo no es muy diferente al de un recreo. Risas y chillidos; pelotazos; cantitos. Los protagonistas de los sonidos, sin embargo, no son los alumnos sino los chicos cuyas casas se inundaron hace casi una semana.
Desde la madrugada del sábado, duermen junto a sus familias en las aulas y comen en mesas dispuestas en un patio. Pero también juegan, pintan, cantan y bailan en el primer centro de evacuados que fue habilitado para los vecinos de La Madrid, localidad castigada por el agua ubicada a pocos kilómetros.
Candela (11 años), Ludmila (ocho años) y Brisa (11 años) se ofrecen para una visita guiada. Son tres de las 32 nenas y 22 nenes albergados allí. No se conocían antes de esta semana, pero ya se hicieron amigas. Invitan al desfile de modas que están organizando. Piensan escabullirse entre los voluntarios y pedir prestadas algunas de las cientos de prendas que fueron donadas y que están en varios montículos en la galería. Esa pollera roja, aquel vestido verde y un pantalón blanco están en la mira. Brisa lleva una peluca blanca rizada que no recuerda de dónde sacó y hace morisquetas sin parar para que los chicos más pequeños se rían.
“El agua comenzó a venir de a poquito. Después más y más. Mi mamá levantó la cama, la tele, los colchones y la heladera”. Candela abre grandes los ojos y enumera todo lo que había en su casa. Todo lo que perdió. No pudo traer su ropa; mucho menos, sus juguetes. Extraña también a su perrito llamado Beethoven, como el de la película. “Se perdió en el agua”, explica. Ludmila, de ocho años, asiente y agrega que su casa quedó tapada y que ni se veía mientras se alejaban de ella rumbo al refugio.
Las niñas parlotean y muestran en dónde están durmiendo. Del aula sólo quedó el pizarrón, porque los bancos son ahora los muebles del comedor. En un extremo de la habitación se amontonan bolsas con lo poco que pudieron rescatar sus padres. En el otro, están los colchones. “Me gustaría que mi casa esté bien. Pero ya sé que no tenemos más ropa”, lamenta Candela. Después de conocer los cuartos, llega el turno del comedor. El menú es salpicón. En una cancha ubicada a pocos metros, hay nenes jugando con pelotas. En los pilares hay una centena de láminas coloreadas. Todos quieren mostrar las suyas: autos, princesas, sirenas y superhéroes.
Las únicas risas que suenan en el lugar son las de los chicos. Los adultos lucen ojeras marcadas y ojos llorosos. Hay una palabra que todos los que se acercan repiten: “nada”. Dicen que no tienen nada.
“Los niños son niños... tratamos de contenerlos en medio de lo que está pasando”, reflexiona la comisionada de Taco Ralo, Claudia Ferrari. Explica que empleados comunales, alumnos y docentes de otras escuelas; y personal del Ministerio de Desarrollo Social mantienen a los niños entretenidos “Cuando nos inundamos hace años y éramos chicos nos parecía emocionante. Ahora, de grande, entendemos que es doloroso”, afirma Noelia Medina (29 años), que tiene cuatro hijos jugando por allí.
¿Cuánto tiempo más vivirán los afectados en la escuela N°54 de Taco Ralo? Aún no hay una respuesta. Los más optimistas hablan de dos semanas, los menos, de meses. Sucede que se prevén más lluvias y que las casas de La Madrid están destrozadas o bajo el barro.
Alrededor de 160 madrileños permanecen albergados en el lugar. “Tenemos para rato, hasta que la gente pueda volver a sus hogares”, afirmó la comisionada local, Claudia Ferrari. Relató que su localidad permaneció aislada por los cortes en la ruta 157. “Teníamos que dar vueltas por Las Termas de Río Hondo. Tuvimos muchísima colaboración de Santiago del Estero”, agradeció. Por estas horas, estudian alternativas para que las clases de la escuela se reanuden de manera provisoria en otro sitio, mientras los evacuados necesiten el lugar. El ex delegado Carlos Ortiz, funcionario del Ministerio del Interior, informó que en la jurisdicción de la comuna hay 400 familias que están afectadas y que reciben alimentos y medicamentos. Son vecinos de Puesto Los Pérez, El Mistol y La Esperanza. Mientras que hay 80 familias que corresponden a La Madrid y de las que también se hicieron cargo, en los parajes Barrancas, Las Ánimas, La Costa y Árboles Grandes. En algunos casos, como los caminos están cortados, fueron asistidos por el municipio de La Cocha.
Desde la madrugada del sábado, duermen junto a sus familias en las aulas y comen en mesas dispuestas en un patio. Pero también juegan, pintan, cantan y bailan en el primer centro de evacuados que fue habilitado para los vecinos de La Madrid, localidad castigada por el agua ubicada a pocos kilómetros.
Candela (11 años), Ludmila (ocho años) y Brisa (11 años) se ofrecen para una visita guiada. Son tres de las 32 nenas y 22 nenes albergados allí. No se conocían antes de esta semana, pero ya se hicieron amigas. Invitan al desfile de modas que están organizando. Piensan escabullirse entre los voluntarios y pedir prestadas algunas de las cientos de prendas que fueron donadas y que están en varios montículos en la galería. Esa pollera roja, aquel vestido verde y un pantalón blanco están en la mira. Brisa lleva una peluca blanca rizada que no recuerda de dónde sacó y hace morisquetas sin parar para que los chicos más pequeños se rían.
“El agua comenzó a venir de a poquito. Después más y más. Mi mamá levantó la cama, la tele, los colchones y la heladera”. Candela abre grandes los ojos y enumera todo lo que había en su casa. Todo lo que perdió. No pudo traer su ropa; mucho menos, sus juguetes. Extraña también a su perrito llamado Beethoven, como el de la película. “Se perdió en el agua”, explica. Ludmila, de ocho años, asiente y agrega que su casa quedó tapada y que ni se veía mientras se alejaban de ella rumbo al refugio.
Las niñas parlotean y muestran en dónde están durmiendo. Del aula sólo quedó el pizarrón, porque los bancos son ahora los muebles del comedor. En un extremo de la habitación se amontonan bolsas con lo poco que pudieron rescatar sus padres. En el otro, están los colchones. “Me gustaría que mi casa esté bien. Pero ya sé que no tenemos más ropa”, lamenta Candela. Después de conocer los cuartos, llega el turno del comedor. El menú es salpicón. En una cancha ubicada a pocos metros, hay nenes jugando con pelotas. En los pilares hay una centena de láminas coloreadas. Todos quieren mostrar las suyas: autos, princesas, sirenas y superhéroes.
Las únicas risas que suenan en el lugar son las de los chicos. Los adultos lucen ojeras marcadas y ojos llorosos. Hay una palabra que todos los que se acercan repiten: “nada”. Dicen que no tienen nada.
“Los niños son niños... tratamos de contenerlos en medio de lo que está pasando”, reflexiona la comisionada de Taco Ralo, Claudia Ferrari. Explica que empleados comunales, alumnos y docentes de otras escuelas; y personal del Ministerio de Desarrollo Social mantienen a los niños entretenidos “Cuando nos inundamos hace años y éramos chicos nos parecía emocionante. Ahora, de grande, entendemos que es doloroso”, afirma Noelia Medina (29 años), que tiene cuatro hijos jugando por allí.
¿Cuánto tiempo más vivirán los afectados en la escuela N°54 de Taco Ralo? Aún no hay una respuesta. Los más optimistas hablan de dos semanas, los menos, de meses. Sucede que se prevén más lluvias y que las casas de La Madrid están destrozadas o bajo el barro.
Alrededor de 160 madrileños permanecen albergados en el lugar. “Tenemos para rato, hasta que la gente pueda volver a sus hogares”, afirmó la comisionada local, Claudia Ferrari. Relató que su localidad permaneció aislada por los cortes en la ruta 157. “Teníamos que dar vueltas por Las Termas de Río Hondo. Tuvimos muchísima colaboración de Santiago del Estero”, agradeció. Por estas horas, estudian alternativas para que las clases de la escuela se reanuden de manera provisoria en otro sitio, mientras los evacuados necesiten el lugar. El ex delegado Carlos Ortiz, funcionario del Ministerio del Interior, informó que en la jurisdicción de la comuna hay 400 familias que están afectadas y que reciben alimentos y medicamentos. Son vecinos de Puesto Los Pérez, El Mistol y La Esperanza. Mientras que hay 80 familias que corresponden a La Madrid y de las que también se hicieron cargo, en los parajes Barrancas, Las Ánimas, La Costa y Árboles Grandes. En algunos casos, como los caminos están cortados, fueron asistidos por el municipio de La Cocha.
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