06 Abril 2017
INUNDADO. Los vecinos del pueblo caminaron por el acceso en búsqueda de donaciones. En algunos puntos la huella quedó tapada por un metro de agua. la gaceta / fotos de franco vera
Los vecinos de Niogasta están aterrados. Las fuertes lluvias y las crecidas del río Chico y del arroyo Barrientos dejaron bajo el agua a la mitad de la localidad del sur tucumano. Temen formar parte de un efecto dominó trágico: las inundaciones taparon de agua los poblados cercanos de Esquina y Sud de Lazarte hasta hacerlos desaparecer. Con este panorama, el siguiente podría ser Niogasta.
El río se salió de su cauce y trasladó su furia al camino de acceso al pueblo. Más de 20 familias llevaban cinco días incomunicadas, hasta que ayer finalmente grupos de voluntarios coordinaron acciones con Gendarmería para llevar donaciones. A pesar de que el agua comenzó a ceder el martes por la noche el camino todavía era intransitable para autos y camionetas.
“En mi casa entraron más de 30 centímetros de agua. Todo el sábado estuvimos haciendo bordos (defensas con tierra), pero quedó blandito y de todas formas entró agua. Tenemos una pieza sin contrapiso y se está hundiendo”, relató Franco Lazarte. El joven emprendió viaje hasta la ruta para buscar donaciones junto con sus hermanos y primos. El camino de ingreso quedó invadido por el agua y plagado de socavones, por lo que el grupo caminó atado con sogas como medida preventiva, ante la amenaza de los pozos. A pesar de que no le tocó perder sus pertenencias, Lazarte pide que los trasladen para no inundarse más: “quiero que nos hagan un barrio y nos trasladen porque acá ya no es vida. Primero desapareció Esquina, después Sud de Lazarte. ¿Qué más nos tiene que pasar?”
LA GACETA pudo sortear el camino hasta llegar hasta un Centro Integrador Comunitario (CIC) en un camión Unimog (tiene tracción en las cuatro ruedas). Los gendarmes coordinaron acciones con grupos de voluntarios de las iglesias Ministerio Cristo Rey y Ministerio Apostólico Profético, de Monteros. Resolvieron un sistema de postas para trasladar mercadería hasta un remanso seco en el camino, luego en Unimog hasta el CIC -transformado en una base de asistencia- y desde ahí en gomones para distribuirlos entre las 25 familias que quedaron absolutamente aisladas. Los vecinos comentaron que los más afectados estuvieron en los techos de las viviendas.
El agua no alcanzó a ingresar en muchas casas del poblado porque están emplazadas en terrenos elevados. La corriente, sin embargo, los dejó aislados desde el sábado, y sin luz. Roque Salazar contactó a los pastores Fernando Aragón y Roberto Camisay, de las iglesias de Monteros. Según contó, las donaciones que llegaron se repartieron entre los vecinos de La Madrid, pero no entre los afectados de las localidades que quedan campo adentro desde la ruta 157. El hombre de 48 años integra el grupo de los que no quieren abandonar el pueblo. “Acá en Niogasta apenas estamos para poder vivir. No nos animamos a crecer o a edificar porque viene la crecida y te lleva todo. Pero con los $ 4.000 que cobro por la cooperativa del Argentina Trabaja no me alcanzaría en un pueblo para pagar alquiler y servicios, acá al menos tengo animales y con eso vivo. Nadie quiere vivir en el agua, pero si no nos alcanza...”, lamentó. Contó que tenía 20 cabras y 15 ovejas, y que sólo dos animales sobrevivieron.
A mitad del pueblo
A la siesta, unos 50 vecinos aguardaban donaciones en el CIC, ubicado en la mitad del poblado, al lado de la Escuela N° 41. Muchos se quejaron de su suerte: recibieron mercadería pero no tenían en qué cocinar. Pedían viandas listas, hasta conseguir enseres de cocina.
En el pico de la inundación el agua rodeó el centro comunitario y llegó hasta el umbral de la puerta principal. La escuela, por otro lado, quedó anegada. Los chicos no tienen clases porque las directoras y gran parte del plantel docente viven en La Madrid y perdieron todas sus pertenencias.
“Recién ayer (por el martes) llegó algo para comer. Aún nada de ayuda del Gobierno. Lo que pasa es que el camino estaba imposible y todo quedó en la ruta. Necesitamos con urgencia velas, repelente, leche y pañales”, clamó Diego Coronel, uno de los coordinadores del CIC.
Cintia Quinteros esperaba sin sosiego en una silla plástica. Llevaba una semana evacuada en el centro comunitario. “El Matazambi se desbocó y se inundó mi casa en El Rodeo. Perdí todas mis cosas y hasta ahora no recibí ayuda de nadie”, soltó con calma. Lleva una semana de pesadilla.
Afuera, José Antonio Gramajo acababa de llegar al centro comunitario. Vive en Niogasta de abajo, a pocos kilómetros del dique El Frontal. “Desde las 7 de la mañana que estoy caminando y recién ahora llego acá, para buscar algo de comida. Somos varias familias las que estamos totalmente aisladas desde hace ocho días, cuando comenzó a crecer el dique. Es una desgracia lo que pasa acá, y una ‘sinvergüencidad’ (sic) lo que hacen los políticos”, reclamó irritado, al borde de un ataque.
El río se salió de su cauce y trasladó su furia al camino de acceso al pueblo. Más de 20 familias llevaban cinco días incomunicadas, hasta que ayer finalmente grupos de voluntarios coordinaron acciones con Gendarmería para llevar donaciones. A pesar de que el agua comenzó a ceder el martes por la noche el camino todavía era intransitable para autos y camionetas.
“En mi casa entraron más de 30 centímetros de agua. Todo el sábado estuvimos haciendo bordos (defensas con tierra), pero quedó blandito y de todas formas entró agua. Tenemos una pieza sin contrapiso y se está hundiendo”, relató Franco Lazarte. El joven emprendió viaje hasta la ruta para buscar donaciones junto con sus hermanos y primos. El camino de ingreso quedó invadido por el agua y plagado de socavones, por lo que el grupo caminó atado con sogas como medida preventiva, ante la amenaza de los pozos. A pesar de que no le tocó perder sus pertenencias, Lazarte pide que los trasladen para no inundarse más: “quiero que nos hagan un barrio y nos trasladen porque acá ya no es vida. Primero desapareció Esquina, después Sud de Lazarte. ¿Qué más nos tiene que pasar?”
LA GACETA pudo sortear el camino hasta llegar hasta un Centro Integrador Comunitario (CIC) en un camión Unimog (tiene tracción en las cuatro ruedas). Los gendarmes coordinaron acciones con grupos de voluntarios de las iglesias Ministerio Cristo Rey y Ministerio Apostólico Profético, de Monteros. Resolvieron un sistema de postas para trasladar mercadería hasta un remanso seco en el camino, luego en Unimog hasta el CIC -transformado en una base de asistencia- y desde ahí en gomones para distribuirlos entre las 25 familias que quedaron absolutamente aisladas. Los vecinos comentaron que los más afectados estuvieron en los techos de las viviendas.
El agua no alcanzó a ingresar en muchas casas del poblado porque están emplazadas en terrenos elevados. La corriente, sin embargo, los dejó aislados desde el sábado, y sin luz. Roque Salazar contactó a los pastores Fernando Aragón y Roberto Camisay, de las iglesias de Monteros. Según contó, las donaciones que llegaron se repartieron entre los vecinos de La Madrid, pero no entre los afectados de las localidades que quedan campo adentro desde la ruta 157. El hombre de 48 años integra el grupo de los que no quieren abandonar el pueblo. “Acá en Niogasta apenas estamos para poder vivir. No nos animamos a crecer o a edificar porque viene la crecida y te lleva todo. Pero con los $ 4.000 que cobro por la cooperativa del Argentina Trabaja no me alcanzaría en un pueblo para pagar alquiler y servicios, acá al menos tengo animales y con eso vivo. Nadie quiere vivir en el agua, pero si no nos alcanza...”, lamentó. Contó que tenía 20 cabras y 15 ovejas, y que sólo dos animales sobrevivieron.
A mitad del pueblo
A la siesta, unos 50 vecinos aguardaban donaciones en el CIC, ubicado en la mitad del poblado, al lado de la Escuela N° 41. Muchos se quejaron de su suerte: recibieron mercadería pero no tenían en qué cocinar. Pedían viandas listas, hasta conseguir enseres de cocina.
En el pico de la inundación el agua rodeó el centro comunitario y llegó hasta el umbral de la puerta principal. La escuela, por otro lado, quedó anegada. Los chicos no tienen clases porque las directoras y gran parte del plantel docente viven en La Madrid y perdieron todas sus pertenencias.
“Recién ayer (por el martes) llegó algo para comer. Aún nada de ayuda del Gobierno. Lo que pasa es que el camino estaba imposible y todo quedó en la ruta. Necesitamos con urgencia velas, repelente, leche y pañales”, clamó Diego Coronel, uno de los coordinadores del CIC.
Cintia Quinteros esperaba sin sosiego en una silla plástica. Llevaba una semana evacuada en el centro comunitario. “El Matazambi se desbocó y se inundó mi casa en El Rodeo. Perdí todas mis cosas y hasta ahora no recibí ayuda de nadie”, soltó con calma. Lleva una semana de pesadilla.
Afuera, José Antonio Gramajo acababa de llegar al centro comunitario. Vive en Niogasta de abajo, a pocos kilómetros del dique El Frontal. “Desde las 7 de la mañana que estoy caminando y recién ahora llego acá, para buscar algo de comida. Somos varias familias las que estamos totalmente aisladas desde hace ocho días, cuando comenzó a crecer el dique. Es una desgracia lo que pasa acá, y una ‘sinvergüencidad’ (sic) lo que hacen los políticos”, reclamó irritado, al borde de un ataque.
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