Se calcula que sufren endometriosis 200 millones de mujeres en el mundo. Y la Sociedad Argentina de Endometriosis (SAE) usa el adjetivo “misteriosa” para describirla. Quizás sea ese el motivo de lo poco que se habla de ella. Porque epidemiológicamente su peso es grande: 10 % de la población, el mismo que la diabetes.
Según estudios del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, la endometriosis es más frecuente en mujeres de entre 30 y 40 años, pero puede afectar a cualquier mujer que menstrúe.
Su nombre deriva de endometrio, el tejido que cubre la parte interior del útero y que aumenta su tamaño todos los meses para recibir un embrión. Si este no se forma, ese tejido se elimina por la vagina: es la menstruación. Es normal que algo de menstruación caiga en la cavidad abdominal a través de las trompas. El organismo suele neutralizar esas células, pero en algunas mujeres, por causas desconocidas, esos mecanismos fallan y las células endometriales se implantan fuera del útero.
“La endometriosis puede aparecer en forma de implantes en el peritoneo -la membrana que tapiza la cavidad abdomino-pelviana-, de quistes en los ovarios y, con menor frecuencia, en otras zonas del cuerpo”, explica Sergio Pasqualini, presidente de la Fundación Repro. Esa “otras zonas” pueden ser los intestinos, el recto, la vejiga... Pero las células pueden viajar e instarlarse en los pulmones ¡o en la nariz!
Primera alerta
El síntoma más común y primigenio es el dolor menstrual, que puede llegar a ser discapacitante (cuando impide estudiar, trabajar o llevar adelante la vida social) y aumentar progresivamente de intensidad con el correr del tiempo.
En general, se inicia en la adolescencia, según el informe de la SAE, y si se localiza en la zona baja, contactando la vagina, suele hacerse presente durante las relaciones sexuales.
“Muchos profesionales todavía consideran que el dolor en el momento de la menstruación es normal. La verdad es que la mujer no tiene que tener dolor en la menstruación, o por lo menos no tiene que ser un dolor inmovilizante o que la deje tirada” asegura Roberto Nicholson, vicepresidente de la SAE.
La infertilidad
El otro efecto crítico del la endometriosis es la infertilidad, y puede presentarse sin dolor. En algunos casos, alteraciones químicas y de los tejidos hacen que, aunque se produzca la ovulación, no se logre el embarazo. En los casos más avanzados, se dañan las trompas, o los tejidos adheridos a ellas les impiden captar los óvulos. Si los afectados son los ovarios, estos pueden dañarse por la progresión misma de la enfermedad, que reemplaza el tejido normal por tejido enfermo, y por las cirugías necesarias para extirpar los quistes.
Diagnosticar y tratar
El relato de la paciente debería generar la sospecha -afirma Nicholson-, pero lo cierto es que ya porque el dolor no es tenido en cuenta, ya porque no hay síntomas, el diagnóstico suele tardar en llegar. Ecografías (se recomienda utilizar la vía transvaginal), tomografías y resonancias pueden detectar la enfermedad solamente si ha formado quistes de ovario.
“Lo que se hace con una ecografía es sospecharlo, y sospecharlo altamente con una resonancia magnética, que ayuda mucho; pero el diagnóstico final y el tratamiento son por laparoscopía”, explica Nicholson.
No se puede curar, pero con medicamentos para el dolor y tratamientos hormonales y cirugías para la infertilidad se puede mejorar la calidad de vida, explica Medlineplus, el sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU.
> PUNTO DE VISTA
Es la enfermedad autoinmune del siglo XXI
SERGIO PASQUALINI DIRECTOR CIENTÍFICO DE HALITUS INSTITUTO MÉDICO Y PRESIDENTE DE FUNDACIÓN REPRO
Se la considera la enfermedad del siglo XXI, porque la planificación familiar y los cambios culturales que llevaron a que se postergue la maternidad y disminuya el número de hijos hicieron que las mujeres también tengan más menstruaciones: las mujeres pasaban más tiempo embarazadas y amamantando. A menor cantidad de períodos, menor reflujo menstrual y por lo tanto, menos endometriosis.
Existe una asociación, en muchos casos, entre endometriosis y alteraciones inmunológicas, por lo que se la puede considerar la consecuencia de una autoinmune. Sin embargo, aún no se ha podido dilucidar qué fue primero: el crecimiento ectópico del endometrio puede poner en alerta las defensas y generar anticuerpos contra nuestros tejidos, pero también la endometriosis puede ser consecuencia del proceso de inflamación crónica que la autoinmunidad genera a nuestro organismo. El punto es que cuando hay endometriosis hay que descartar la autoinmunidad asociada. Y cuando hay autoinmunidad e infertilidad, hay que descartar la endometriosis.
Muchas mujeres que se embarazan naturalmente pueden sufrir endometriosis y no enterarse; en otras se detecta endometriosis y se embarazan naturalmente, y otras no se embarazan por la endometriosis. Sí está claro que el 40% de quienes la padecen es infértil.
La enfermedad puede afectar la fertilidad de diferentes maneras: puede generar un ambiente hostil para óvulos y espermatozoides; puede afectar la calidad de los óvulos, por adherencias pelvianas que pueden dificultar la llegada del óvulo a la trompa; o puede generar alteraciones a nivel de la implantación.