Por Marcelo Androetto
21 Marzo 2017
San Martín arrancó mejor, pero perdonó a un rival que aprovechó un error
San Martín se metió solito en el “Matadero”. El equipo de Diego Cagna primero perdonó a un “Torito” obnubilado, lo dejó vivir cuando estaba sin reacción, listo para la estocada, y luego se entregó mansito para que Nueva Chicago cumpliera con su faena y cosechara tercera victoria consecutiva en la B Nacional.
En el estadio “República de Mataderos”, el “Santo” jugó dos partidos en uno y dejó a todos sus hinchas preguntándose qué habrá pasado en el entretiempo para que cambiara tanto la cara.
En la etapa inicial copó el mediocampo y se hizo dueño de la pelota hasta tres cuartos. Sin embargo, el conjunto tucumano cometió un pecado de omisión: le faltó profundidad y careció de polenta arriba. Por eso terminó generando tibias ocasiones de gol, producto de algún desborde hasta la raya final de Matías Catalán o de un par de centros que no encontraron afilado a Ramón Lentini.
La usina futbolística del trío Juan Galeano-Sergio Viturro-Matías García estuvo poco activa, pero aún así San Martín terminó ganando por puntos una primera etapa en la que sólo le faltó meter la mano para poner nocaut al rival.
Nueva Chicago era por entonces una caricatura del que venía de vencer a Chacarita y de golear al puntero Guillermo Brown, en ambos casos en terruño ajeno. Partido al medio y sobrepasados sus laterales, el local solo atinó a meterse atrás y aguantar el asedio en la última media hora del primer tiempo.
Después todo cambió. El “Santo” salió perdido, deambulando sin rumbo. Y desde la hora de juego, Nueva Chicago empezó a apabullarlo con garra. Los cambios dispuestos por un “viejo zorro” como Sergio Rondina arrojaron altos dividendos: no era la tarde de Christian Gómez y Maximiliano Brito aportó explosión. El inocuo Luciano Nequecaur dejó su lugar a Facundo Pumpido.
Tres minutos después del ingreso del sobrino de Nery, el legendario campeón mundial en el ‘86, con San Martín mal parado, un pelotazo le llegó a Brito, que le hizo un sombrero a Rodrigo Moreira y tiró el centro para que Pumpido, con un cabezazo de pique al suelo y sin Nicolás Carrizo en su arco, clavara el 1-0 definitivo.
San Martín no tuvo reacción. Los cambios le respondieron a Rondina, pero a Cagna no: ya hacía un rato largo que estaban en cancha, inexpresivos, Víctor Rodríguez y Diego Bucci, luego intentaría quemar las naves con Mauro Quiroga, pero tampoco.
Con poco, Chicago cantó un pleno y San Martín se quedó envuelto en dudas con respecto a su futuro.
Los primeros 45 minutos del partido mostraron a un San Martín que parecía estar haciendo lo correcto en la casa del “Torito”. Durante ese lapso, el equipo tuvo dominio del terreno y de la pelota durante la mayor parte del tiempo.
San Martín arrancó bien y se fue quedando. Perdonó en el área rival cuando tuvo la chance de golpear a su rival. Luego le cedió el campo y el balón a Nueva Chicago, que aprovechó su momento y se puso arriba. Pese a todo lo malo, Víctor Rodríguez casi empata sobre la hora.
San Martín pareció haberse quedado en el vestuario en el entretiempo. En el segundo tiempo se vio la peor imagen del equipo. Para colmo, con el resultado adverso, los dirigidos por Diego Cagna no tuvieron respuestas futbolísticas ni anímicas.
En el estadio “República de Mataderos”, el “Santo” jugó dos partidos en uno y dejó a todos sus hinchas preguntándose qué habrá pasado en el entretiempo para que cambiara tanto la cara.
En la etapa inicial copó el mediocampo y se hizo dueño de la pelota hasta tres cuartos. Sin embargo, el conjunto tucumano cometió un pecado de omisión: le faltó profundidad y careció de polenta arriba. Por eso terminó generando tibias ocasiones de gol, producto de algún desborde hasta la raya final de Matías Catalán o de un par de centros que no encontraron afilado a Ramón Lentini.
La usina futbolística del trío Juan Galeano-Sergio Viturro-Matías García estuvo poco activa, pero aún así San Martín terminó ganando por puntos una primera etapa en la que sólo le faltó meter la mano para poner nocaut al rival.
Nueva Chicago era por entonces una caricatura del que venía de vencer a Chacarita y de golear al puntero Guillermo Brown, en ambos casos en terruño ajeno. Partido al medio y sobrepasados sus laterales, el local solo atinó a meterse atrás y aguantar el asedio en la última media hora del primer tiempo.
Después todo cambió. El “Santo” salió perdido, deambulando sin rumbo. Y desde la hora de juego, Nueva Chicago empezó a apabullarlo con garra. Los cambios dispuestos por un “viejo zorro” como Sergio Rondina arrojaron altos dividendos: no era la tarde de Christian Gómez y Maximiliano Brito aportó explosión. El inocuo Luciano Nequecaur dejó su lugar a Facundo Pumpido.
Tres minutos después del ingreso del sobrino de Nery, el legendario campeón mundial en el ‘86, con San Martín mal parado, un pelotazo le llegó a Brito, que le hizo un sombrero a Rodrigo Moreira y tiró el centro para que Pumpido, con un cabezazo de pique al suelo y sin Nicolás Carrizo en su arco, clavara el 1-0 definitivo.
San Martín no tuvo reacción. Los cambios le respondieron a Rondina, pero a Cagna no: ya hacía un rato largo que estaban en cancha, inexpresivos, Víctor Rodríguez y Diego Bucci, luego intentaría quemar las naves con Mauro Quiroga, pero tampoco.
Con poco, Chicago cantó un pleno y San Martín se quedó envuelto en dudas con respecto a su futuro.
Los primeros 45 minutos del partido mostraron a un San Martín que parecía estar haciendo lo correcto en la casa del “Torito”. Durante ese lapso, el equipo tuvo dominio del terreno y de la pelota durante la mayor parte del tiempo.
San Martín arrancó bien y se fue quedando. Perdonó en el área rival cuando tuvo la chance de golpear a su rival. Luego le cedió el campo y el balón a Nueva Chicago, que aprovechó su momento y se puso arriba. Pese a todo lo malo, Víctor Rodríguez casi empata sobre la hora.
San Martín pareció haberse quedado en el vestuario en el entretiempo. En el segundo tiempo se vio la peor imagen del equipo. Para colmo, con el resultado adverso, los dirigidos por Diego Cagna no tuvieron respuestas futbolísticas ni anímicas.