#Mujeresque... protegen, educan, gestionan, misionan, viajan y alientan
La pasividad quedó sepultada hace tiempo. Hoy están presentes en todas las actividades. Dando seguridad en las calles, enseñando en escuelas, trabajando en barrios como madres o religiosas, dirigiendo empresas o difundiendo cultura.
› Melina Décima
Soy policía. Elegí el oficio porque lo llevo en la sangre, tenía un tío que era oficial y mi mamá siempre quiso serlo.
Luce orgullosa su uniforme azul oscuro y amarillo fosforescente. A ella no le pesa para nada. “Siempre quise ser policía”, dijo Melina Décima. La esquina de San Martín y Maipú está bien custodiada cuando ella la vigila.
Lleva el trabajo en la sangre. Decidió ser policía porque quería seguir los pasos de un tío: “siempre llegaba del trabajo y contaba cómo le había ido. A mí me encantaba y quise ser como él”, recuerda. Su mamá también había querido vestir el uniforme pero nunca se animó a hacerlo.
Se acercaba el final del secundario y tenía que pensar a qué dedicarse. “Me gustaba la carrera de Veterinaria e hice unos meses de profesorado de Biología, pero sabía que no le iba a poner ganas”, cuenta.
Cuando les comentó a sus amigos que quería ser policía las risas llovieron. Aunque a ella no le importaron las burlas.
Pasó la escuela, aprobó y desde hace más de dos meses que patrulla las calles. Suele moverse en el microcentro tucumano. “Fuera de las cuatro avenidas no trabajan muchas mujeres. Nosotros trabajamos más con robos y arrebatos”.
Ser policía es una tarea difícil. Ser mujer y policía lo es aún más. “El hecho de tener el uniforme no hace que te respeten. Y cuando sos mujer piensan que sos débil”, subraya.
A pesar de los problemas no se arrepiente de haber elegido el oficio. Espera seguir estudiando para ser oficial y criminalista.
- ¿Cuál es tu reflexión sobre el Día Internacional de la Mujer?
- Es nuestro día. Está bien que lo festejemos porque de nosotras nacieron todos. Ahora, con la tecnología que hay ni siquiera necesitamos a los hombres (risas).
> COMBATEN LA DROGA
Beatriz Carnero: les hace frente a los transas y ya no les teme
Formó parte de Madres en Oración. Integré antes la Fundación Esperanza y la organización Madres de Pañuelos Verdes.
Cuando tuvo que afrontar la dolorosa realidad de dos hijos adictos, Beatriz Carnero empezó a buscar ayuda. “Estaba dispuesta a sacarlos adelante”, cuenta. Así se acercó a las organizaciones de madres de jóvenes con problemas de adicciones que se reunían en la plaza Independencia. Lo que no se imaginaba era que se iba a convertir en una luchadora en este campo, en una mujer que transformó la angustia y el miedo en fuerza para hacerles frente a las amenazas y a las frustraciones. Pasó por varias organizaciones y actualmente integra el grupo de Madres en Oración. “Trabajé mucho tiempo en el barrio La Costanera, hoy me dedico más a los barrios ‘El Sifón’ y Juan XXIII (‘La Bombilla’)”, describe. El trabajo consiste en acercarse a los chicos que se drogan y a sus padres para tratar de convencerlos de hacer un tratamiento de rehabilitación, y si acceden, acompañarlos en el proceso. “Lo más duro es cuando tenemos algún chico ya preparado, casi listo para ir a la Fazenda Esperanza o al centro de Las Moritas, y los transas lo vuelven a captar. Algunos ya no se acercan más a nosotras”, lamenta. “Pero no nos van a doblegar”, sostiene enseguida. Al reflexionar sobre el Día de la Mujer, destaca la imperiosa necesidad de terminar con la discriminación y con la violencia de género. “Por ejemplo, en Tucumán no hay un lugar de internación para rehabilitar a chicas adictas, se las lleva al Hospicio del Carmen, donde no hay más de seis camas. Y en las chicas que se drogan, niñas y adolescentes, la adicción se mezcla con los abusos, las violaciones, el maltrato en general. Hay muchas chicas adictas embarazadas y mamás, que no tienen un sitio donde se las contenga”, describe.
> GESTIONAN
Sonia Mochón: seguridad y confianza, las claves
Soy licenciada en Comunicación, gerente de dos empresas, representante de la industria en la FET, esposa de Antonio Avilés y mamá de cuatro hijos.
La crisis argentina de 2001 fue el escenario que llevó a Sonia Mochón a empezar a colaborar en las empresas familiares, para tratar de sacarlas adelante. En ese momento tuvo que incorporar una serie de aprendizajes de un mundo desconocido por ella. “Se requiere una doble capacitación, de lo que nos toca en el trabajo y de nuestra tarea como madres y esposas”, opina Mochón.
La empresarua recuerda que su aporte inicial fue en algunas cuestiones de organización y planificación y después se fue adaptando a las necesidades que fueron apareciendo. “Uno se va haciendo el espacio, generalmente las mujeres no entramos con un puesto o actividades definidas en la dirección. En mi caso me dijeron ‘ahí está la computadora, fijate qué hacemos’”, sostiene.
Mochón reconoce que los cargos directivos en empresas generalmente siguen siendo vistos como “típicos de hombres”, pero que la mujer tiene una mirada más pragmática con la que realiza un gran aporte a la planificación, articulación y gestión a mediano y largo plazo.
Más allá de las luchas, Mochón observa que las mujeres necesitan ganar más seguridad y confianza en ellas mismas. “Tenemos que afianzarnos desde nuestras capacidades y talentos y avanzar en la certeza de que nuestra capacidad es diferente y realmente suma”, advierte.
> EDUCAN
Mariela Toscano: "yo buscaba crecer como persona"
Soy docente desde hace 12 años y directora, desde hace dos, de la escuela Maestro Arancibia, ubicada en el barrio Maciel, al sur de la capital, una zona altamente vulnerable.
Se hizo docente porque no le interesaba el desarrollo individual, quería llegar a otros, especialmente a niños y adolescentes. “Mis maestros me decían que no me dedique a la docencia, trataban de desalentarme, pero yo no hice caso, soy feliz con estos chicos, hablando con ellos, llegando a ellos”, expresa Mariela Toscano. “Yo buscaba algo que me hiciera crecer como persona y la docencia me ayuda a eso. Yo no les doy sólo conocimiento a los chicos; al contrario, muchas veces ellos nos enseñan a nosotros, nos enseñan a ser vulnerables, fuertes, amistosos y felices con pequeñas cosas”, dice emocionada.
“Cuando ingresé en la docencia para mí fue salir de una familia (la de sangre) para entrar en otra familia, la de los alumnos, porque me hago cargo no sólo de enseñarles sino también de atender a sus necesidades”, cuenta.
“Es muy difícil, a veces, llegar a los chicos, hacer que nos escuchen, pero tengo buenas experiencias. Hace dos años detectamos un grupo de cinco alumnos que estaban iniciándose en las drogas. Los hablamos, hablamos con sus padres, los ayudamos a que vayan a un centro de rehabilitación y logramos rescatarlos. El año pasado se recibieron. Esa fue para mí y para el equipo docente una gran victoria”, relata.
Confiesa que más de una vez apela a su intuición de mujer sensible para llegar al corazón de sus alumnos. “Las mujeres tenemos la capacidad de ver más allá de lo que nos muestran y tenemos más sensibilidad, nos preocupamos por los chicos. La escuela hoy tiene que contener, escuchar y ayudarlos a encontrar el camino para un futuro mejor”, sostiene.
Sobre el Día de la Mujer afirma que cada año adquiere un mayor significado, que va mucho más allá del tema de la violencia de género. Considera fundamental que las mujeres se capaciten, se preparen, y se fortalezcan para ser cada vez más independientes. “Y también para saber pedir ayuda cuando la situación las sobrepasa -añade-, porque no podrán salir adelante solas”.
>MISIONAN
Carolina Sánchez: "solo es posible en comunidad"
Soy Hermana Dominica y trabajadora social. Coordino la Comisión de Justicia y Paz de la congregación.
Un lenguaje donde los gestos y la cercanía hablan más que las palabras. Un encuentro cara a cara donde prima la escucha. La oración esperanzada para vislumbrar alguna alternativa en medio de la oscuridad, el dolor y la muerte. Estos son pilares de la misión que lleva adelante la hermana Carolina Sánchez.
La experiencia de la religiosa en barrios de extrema vulnerabilidad, como el Juan XXIII (conocido también como “La Bombilla”), está marcada por el trabajo comunitario.
“Yo no sé hacer nada sola, por eso mi predicación se caracteriza por buscar la comunión en lo diferente”, asegura Sánchez. Según su visión, es necesario ver la diferencia como algo valioso y complementario.
Para la religiosa, la única forma de modificar las relaciones con rasgos machistas es construir comunidad y trabajar en equipo, compartiendo las ideas con otros y otras.
En su tarea, Sánchez observa que muchos son huérfanos aunque tengan padres porque viven orfandades como sentirse solos, no encontrar alternativas, no tener acceso al estudio o ser vistos desde prejuicios estigmatizantes. Al recorrer calles de barro, cargadas de basura, donde prima la violencia, se propone animarse a mirar más allá de lo primero que aparece. “Hay que saber que la dignidad está ahí y acogerla”, sostiene.
> VIAJAN
María Delia Nieva Prebe: "los mercados son tan importantes como los muesos"
Soy licenciada en Turismo, dueña de una agencia de viajes y ex presidenta del Colegio de Graduados en Turismo.
“Empecé a viajar al año de edad, con mi abuela María, de quien yo creo que heredé el gusto por los viajes, por conocer otras tierras y otra gente”, afirma María Delia Nieva Prebe, cuya vida se fue construyendo en torno de los viajes. “Con mis padres recorrí todo el país. Una vez que terminé el secundario seguí por los países limítrofes, a veces con amigas y otras, con mi abuela”, rememora. Hoy se conoce prácticamente toda América (“a Canadá no voy porque es un lío conseguir la visa”), gran parte de Europa y Sudáfrica. “Podría haber visitado más países, pero lo que pasa es que cuando me gusta un país, como Portugal -donde estuvo en febrero- vuelvo varias veces. A México viajé nueve veces”, destaca.
Dice que fue su abuela María quién le enseñó a ir a los mercados. “Cuando era chica no me gustaba, pero de grande entendí lo que ella me decía, que de esa manera uno aprende cómo es la gente del lugar, sus costumbres, sus gustos. Hoy sostengo que cuando se viaja no hay que ir sólo a los museos, también los mercados son importantes”, destaca, y recomienda no perderse el Mercado de La Boquería, de Barcelona.
Para María Delia los viajes son la mejor forma de adquirir cultura. “Estudié turismo por la formación cultural que me brindaba, yo sabía que eso me iba a ayudar para mis viajes”, dice.
Afirma que las mujeres son más viajeras que los hombres. “Solas o acompañadas, ellas viajan más. Y mientras los varones prefieren ir a un solo destino, las mujeres son más de recorrer varios puntos para conocer más lugares”, define. “El hombre, por lo general, quiere tomar un avión y bajarse ya en el destino. Tiene apuro por llegar y cuando llega quiere quedarse quieto”, describe.
“No hay que tener miedo de viajar sola -añade-, muchos temores sólo pasan por la imaginación de uno. Y cuando una anda sola tiene más libertad para hacer lo que quiere. Yo las animo a mis clientas a que lo hagan”.
Sobre el Día de la Mujer reflexiona: “sin desmerecer a los hombres -que también son valiosos-, la mujer es la principal, porque es la que mantiene unida a la familia. Valoro muchísimo a la mujer que trabaja y está casada, porque además de su profesión o actividad, asume la responsabilidad de los hijos y del hogar. Y creo en la complementación entre hombres y mujeres”.
>ALIENTAN
Teresa Paunero: "ayudo a las personas a que ellas se ayuden"
Tengo 71 años, nací en La Plata y desde hace 41 años vivo en Tucumán. Fui trabajadora social y sigo impulsando acciones relacionadas con mi profesión.
Teresa Paunero es de las mujeres que alientan, que dan consejos sabios, que gestan incansablemente cosas buenas. Y entre esas acciones fundó junto con su hijo Andrés (tiene además otros dos, María y Tobías) un comedor en la zona de La Hoya, en Yerba Buena. Además, impulsa durante todo el año campañas solidarias. Por eso, cuando se la trata de encasillar en alguna temática ella resalta que “ayuda a las personas para que se ayuden”. Y eso tiene que ver con la profesión de la que ya es jubilada: trabajadora social.
“Cuando llegué a Tucumán, hace unos 41 años, trabajé en una obra social, en comedores para personas en situación de calle, en escuelas y en otras instituciones. Y quería seguir en actividad una vez que me jubilara. De ahí nació el comedor de La Hoya, hace 10 años”, comenta “Tere”. Sobre ese espacio, confiesa que hoy están en una muy buena etapa: “el trabajador social incentiva a la gente, los acompaña hasta lograr que ellos, por sus propias iniciativas, vayan eligiendo y decidiendo lo que quieren hacer. Ellos lograron que hoy haya una escuela de fútbol, con muy buenos resultados. También gestionaron otros recursos, como talleres, en el municipio. Nosotros sólo los acompañamos en este nuevo proyecto”, sostiene.
Sobre el rol de la mujer en su ámbito laboral, Teresa enfatiza que hay pocos hombres y que eso se da porque todavía no se habla de lo que verdaderamente hace un trabajador social.
“Siempre se asoció mi profesión con la mujer, supongo que se debe a que lo asocian con la beneficencia, con lo maternal y con la sobreprotección. Y eso está mal, porque no hay que sobreproteger, sino acompañar, impulsar”, opina la abuela de Juana e Inés.
En el Día de la Mujer, Teresa no se imagina celebrarlo de otra manera que no sea con alegría, con el sentimiento de orgullo por ser mujer y ser madre. Su sonrisa está todos los días presente en ese jardín repleto de flores y tomates rojizos, ¿por qué hoy no lo estaría?
“Me gustaría decirles hoy a las mamás jóvenes que escuchen a sus hijos. Que dejen el celular de lado, que tanto tiempo les quita. Estén con ellos. Es maravilloso ser madre: tengo tres hijos y dos nietas. Y en el comedor volví a sentir la maternidad. Hoy lo viviré con alegría”, confiesa Tere, que este año cumplirá 72.