Por Indalecio Francisco Sanchez
02 Marzo 2017
El gobernador, Juan Luis Manzur, habló ante los legisladores durante 100 minutos en el acto de apertura de sesiones. Se trata de un hecho institucional pergeñado para que los jefes de los poderes ejecutivos planteen ante los representantes de la sociedad sus lineamientos de gobierno. Es el momento en que se pone en la balanza lo que se hizo durante el período anterior, se resaltan las metas cumplidas y se anuncia qué se hará en el año que comienza.
El mandatario tucumano dedicó casi un cuarto de su discurso a resaltar, rememorar y enaltecer lo hecho durante el año del Bicentenario, con sus congresos, sus actividades culturales y la institucionalidad de la que hicieron gala los tucumanos. Luego, desplegó logros y proyectos de dos áreas de gobierno en particular: salud y educación. Se preocupó por la situación de las mujeres y la violencia, por las adicciones, por la inseguridad y por destacar dos grandes obras y dos buenos proyectos: la construcción del centro cívico en Tafí Viejo y del centro de alto rendimiento deportivo en Tafí del Valle; y la puesta en marcha de un plan ganadero y otro de forestación para plantar tantos árboles como tucumanos habitan en este suelo. También compartió un anunció con el presidente, Mauricio Macri: ambos ponderaron las obras en el aeropuerto Benjamín Matienzo, que convierte a Tucumán en la segunda terminal de cargas aéreas más importante del país.
Sin embargo...
Nada dijo de grandes obras de infraestructura que mitiguen inundaciones ni de más viviendas ni de mejores caminos ni, al menos, de kilómetros de cordones cuneta. Los anuncios del centro de alto rendimiento y del centro cívico suenan a goles que se gritan para la tribuna, pero no a obras estratégicas para problemas de fondo.
Nada dijo del estadio único que, hace apenas días, aseveró que impulsaría y que le gustaría dejar para los tucumanos.
Nada dijo de la falta de avance de la reforma política que él mismo anunció e impulsó. “La reforma política se ha puesto en marcha”, dijo al mencionar el proyecto Tucumán Dialoga, pero no aclaró que esa propuesta no avanzó un ápice y la comisión que debe analizar cómo se reforma el sistema electoral y político apenas se reunió para definir autoridades.
Nada dijo del paquete de proyectos para frenar a los motoarrebatadores, que impulsan sus propios funcionarios, aunque sí mencionó otros logros de seguridad. Ni una palabra dedicó al delito que ayer mismo se cobró la vida de un policía y con cuya metodología atacaron a nueve personas en apenas 24 horas.
Nada dijo del kirchnerismo que lo cobijó. Desapareció la palabra Kirchner de los discursos por estos lares.
Nada dijo de Macri, ni a favor ni en contra. Apenas, por elevación, mencionó su relación con la Nación. Fue cuando afirmó que es dialoguista y colaborador para que a Tucumán y al país les vaya bien, pero que será firme y duro si se toman medidas que afecten a los tucumanos.
Nada dijo del “interior” que le dio el triunfo electoral y al que supo enaltecer el año pasado. No mencionó obras para los de “tierra adentro”, tampoco un gracias.
Nada dijo de la economía ni de las finanzas provinciales ni de planes sobre cómo garantizará que la provincia camine bien. No habló sobre números ni sobre recaudación ni sobre metas fiscales o financieras de ningún tipo.
Nada dijo de la falta de insumos y de aparatos de alta tecnología en los hospitales, que están rotos o con demora en su reparación. Sí se jactó de que el Estado atiende la salud del 41% de la población en el sector público y del recupero de costos, entre otras cuestiones, pero nada mencionó sobre los reclamos de médicos mal pagos ni de los acomodos en los cargos altos del Siprosa ni de la falta de acceso a ellos por concurso.
Nada dijo de la falta de obras y políticas más activas para combatir las adicciones, que crecen de manera exponencial e involucran al delito y a la inseguridad. Siguen siendo insuficientes los lugares en los cuales atender y tratar a los pibes víctimas de los narcos y los transas.
Nada dijo de los intendentes ni de los diputados ni de los senadores de su signo político. Ni resaltó su apoyo ni agradeció sus gestiones ni pidió su acompañamiento.
Nada dijo de José Alperovich, su mentor político. No mencionó al ex gobernador ni para resaltar lo que dejó ni para agradecerle ni para nada.
El mandatario tucumano dedicó casi un cuarto de su discurso a resaltar, rememorar y enaltecer lo hecho durante el año del Bicentenario, con sus congresos, sus actividades culturales y la institucionalidad de la que hicieron gala los tucumanos. Luego, desplegó logros y proyectos de dos áreas de gobierno en particular: salud y educación. Se preocupó por la situación de las mujeres y la violencia, por las adicciones, por la inseguridad y por destacar dos grandes obras y dos buenos proyectos: la construcción del centro cívico en Tafí Viejo y del centro de alto rendimiento deportivo en Tafí del Valle; y la puesta en marcha de un plan ganadero y otro de forestación para plantar tantos árboles como tucumanos habitan en este suelo. También compartió un anunció con el presidente, Mauricio Macri: ambos ponderaron las obras en el aeropuerto Benjamín Matienzo, que convierte a Tucumán en la segunda terminal de cargas aéreas más importante del país.
Sin embargo...
Nada dijo de grandes obras de infraestructura que mitiguen inundaciones ni de más viviendas ni de mejores caminos ni, al menos, de kilómetros de cordones cuneta. Los anuncios del centro de alto rendimiento y del centro cívico suenan a goles que se gritan para la tribuna, pero no a obras estratégicas para problemas de fondo.
Nada dijo del estadio único que, hace apenas días, aseveró que impulsaría y que le gustaría dejar para los tucumanos.
Nada dijo de la falta de avance de la reforma política que él mismo anunció e impulsó. “La reforma política se ha puesto en marcha”, dijo al mencionar el proyecto Tucumán Dialoga, pero no aclaró que esa propuesta no avanzó un ápice y la comisión que debe analizar cómo se reforma el sistema electoral y político apenas se reunió para definir autoridades.
Nada dijo del paquete de proyectos para frenar a los motoarrebatadores, que impulsan sus propios funcionarios, aunque sí mencionó otros logros de seguridad. Ni una palabra dedicó al delito que ayer mismo se cobró la vida de un policía y con cuya metodología atacaron a nueve personas en apenas 24 horas.
Nada dijo del kirchnerismo que lo cobijó. Desapareció la palabra Kirchner de los discursos por estos lares.
Nada dijo de Macri, ni a favor ni en contra. Apenas, por elevación, mencionó su relación con la Nación. Fue cuando afirmó que es dialoguista y colaborador para que a Tucumán y al país les vaya bien, pero que será firme y duro si se toman medidas que afecten a los tucumanos.
Nada dijo del “interior” que le dio el triunfo electoral y al que supo enaltecer el año pasado. No mencionó obras para los de “tierra adentro”, tampoco un gracias.
Nada dijo de la economía ni de las finanzas provinciales ni de planes sobre cómo garantizará que la provincia camine bien. No habló sobre números ni sobre recaudación ni sobre metas fiscales o financieras de ningún tipo.
Nada dijo de la falta de insumos y de aparatos de alta tecnología en los hospitales, que están rotos o con demora en su reparación. Sí se jactó de que el Estado atiende la salud del 41% de la población en el sector público y del recupero de costos, entre otras cuestiones, pero nada mencionó sobre los reclamos de médicos mal pagos ni de los acomodos en los cargos altos del Siprosa ni de la falta de acceso a ellos por concurso.
Nada dijo de la falta de obras y políticas más activas para combatir las adicciones, que crecen de manera exponencial e involucran al delito y a la inseguridad. Siguen siendo insuficientes los lugares en los cuales atender y tratar a los pibes víctimas de los narcos y los transas.
Nada dijo de los intendentes ni de los diputados ni de los senadores de su signo político. Ni resaltó su apoyo ni agradeció sus gestiones ni pidió su acompañamiento.
Nada dijo de José Alperovich, su mentor político. No mencionó al ex gobernador ni para resaltar lo que dejó ni para agradecerle ni para nada.
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