DOS ESPECTÁCULOS
• Hoy a las 22 para adultos y mañana a las 19 para niños, en La Sodería, Juan Posse 1.141.
El cajón es el instrumento que viene acompañando a Marco Esqueche Castañeda casi toda su vida como artista peruano que mira al teatro y a la música no desde Occidente, sino desde sus raíces ancestrales. Por eso es que, de entrada, aclara que se corre del espacio del teatro europeo, durante la entrevista que le realizó LA GACETA.
El actor y director presentará dos trabajos unipersonales, uno para adultos y otro para niños y ambos en La Sodería: esta noche ofrecerá “Perú” para los mayores, y mañana, “Caja, cajita, cajón”, a las 19, para todo público. De este modo, este espacio cultural y artístico inicia su temporada 2017 con la visita del grupo Teatro del Ritmo, del Perú.
“El cajón es una parte esencial para el arte. Si digo que el cajón es importante para mí por un asunto familiar, no sería tan profundo, porque en las familias negras siempre se ha tocado”, dice. Marco, como quiere que le llamen, lleva grabado ya tres discos infantiles, “Kukaramatara”, “Caja, cajita y cajón” y “Ponte las pilitas”, y el espectáculo para niños está basado en más de 30 canciones de ese material.
- ¿Cómo entendés el teatro?
- Veo el teatro desde una mirada latinoamericana: es una fusión de distintas disciplinas artísticas, pero lo que pasó fue que Europa lo partió cuando vino la colonización de América. En realidad, el arte es el atravesamiento de una serie de lenguajes. Desde el punto de vista afro, la percusión, el ritmo, el vestuario y los colores se entrecruzan para poder transmitir el contenido. El teatro que nació en Grecia no es el que nos identifica, sino que lo hace el que nace con los rituales al sol, en Perú o en Brasil. Es mi visión, aclaro que me corro del espacio del teatro europeo que es interesante y muy lindo, pero la teatralidad y el histrionismo de la comunidad negra es diferente.
- Interactúas con el público, por lo que cuentas…
- Sí, pero esa interacción no es una postura estética… Desde que surgió nuestro teatro, la construcción del lenguaje estético se hacía con otros, o sea que este proceso es coherente con mi propuesta de teatro afro o de raíces ancestrales.
- ¿Ves que el teatro tiene una misión social?
- Obviamente mi teatro tiene una función social, porque hoy más que nunca, presidentes como Donald Trump, Mauricio Macri o Pedro Kuczynski de Perú ponen sobre la mesa de debate el racismo y la exclusión. Es triste pero real: la xenofobia recobró vigencia. La función social del teatro es vincular estas propuestas estéticas con estas problemáticas que, después de 500 años, vuelven al aprobarse leyes contra los pueblos paraguayos y bolivianos en la Argentina y contra los mexicanos en Estados Unidos.
- Hablemos de “Caja, cajita, cajón”…
- Trato de incorporar el tambor en el ideario y abanico de escucha de los niños. Para mí es clave que no solo ingrese en los conservatorios de música y en la escuela sino también en las casas, que no se llame a la Policía porque hay mucho ruido, porque el tambor es nuestra espiritualidad, nuestro toque, el reconocimiento de nuestros ancestros.
- ¿Te da lo mismo actuar que dirigir?
- Volvemos a la primera pregunta. No me da lo mismo, actuar y dirigir es la misma cosa, es una unidad; aprender y enseñar a la vez. Occidente separó el aprendizaje de la enseñanza y las cosas se suman en realidad, son una unidad en contradicción podríamos decir. Aprendo más dirigiendo que cuando estoy actuando y cuando estoy enseñando, estoy aprendiendo.