Los centros y la altura, los factores de riesgo

GUAYAQUIL.- Los centros caen sobre el área. La buena pegada de David Barbona los torna más efectivos. Los defensores, con pechera verde, ajustan los movimientos para rechazar. Cristian Lucchetti lanza el grito y todos salen. Así una y otra vez. Los goles de cabeza que marcó El Nacional en el Monumental son la principal preocupación. Pablo Lavallén subraya entre las indicaciones la necesidad de anticipar a los atacantes. La última práctica de Atlético sirve para ajustar esas piezas que no podrán fallar en el estadio Atahualpa. Después, claro, la dinámica de lo impensado del fútbol puede desarmar cualquier planificación.

La de Parque Semanes es una instalación deportiva municipal que parece apropiada por Barcelona, el más grande de los equipos ecuatorianos. El amarillo del club se adivina en la mayoría de las camisetas que pululan por la zona. No son tantas, habida cuenta de que amaneció lluvioso en Guayaquil, y el cielo se calzó un capote oscuro y amenazante. Pero hace calor y la humedad, vaya lugar común, se siente matadora. El plantel de Atlético baja del ómnibus para instalarse en una cancha sintética a cielo abierto, encharcada a más no poder. Lavallén es el protagonista de la jornada, a pura recomendación. Mientras, Diego Erroz vigila para espantar ojos infiltrados. Oficialmente, es una práctica a puertas cerradas.

El DT exige concentración mientras la pelota sigue lloviendo sobre el área. La memoria se desliza, inevitable, hacia el lateral que Marco Montaño disparó como un misil y el “Canguro” Borja transformó en gol con un cabezazo que sorprendió a todos. No hubo mucho más que centros en el repertorio desplegado por El Nacional en el Monumental y de allí las precauciones. Se sabe que el equipo del uruguayo Eduardo Favaro perdió a su arquero titular, Johan Padilla (figura la semana pasada) y que en su lugar ingresará un jovencito: José Cardenas.

Pero mejor ocuparse de Atlético y del otro rival, la altura. Hay un plan preparado para contrarrestar los 2.800 metros de Quito y empieza con un cóctel de sildenafil (el vasodilatador mundialmente conocido y consumido como Viagra), cafeína y aspirina. Los jugadores lo tomarán a bordo del avión, poco antes del partido: saldrán de Guayaquil a la siesta y llegarán a la capital ecuatoriana tres horas antes del juego. En el arsenal hay también abundante oxígeno, en tubos y en aerosol. Ayuda el pronóstico del tiempo (mucho frío, alrededor de 8°, y casi con seguridad algo de lluvia), porque esas condiciones mejoran la circulación del aire y potencian la capacidad aeróbica. Altura y calor, juntos, hubieran sido un calvario.

Las medidas preventivas funcionarán, de todos modos, de acuerdo con cada organismo. Di María corre los 90 minutos en La Paz como si estuviera en el fondo de su casa, y otros jugadores se ahogan al cabo de un par de piques. Para varios integrantes del equipo, lo que ocurra en esa materia es una incógnita.

Y hablando del equipo, tema central de discusión de los hinchas “Decanos” desde hace una semana, Lavallén no soltó prenda, así que todo gira en el terreno de las conjeturas. El arquero y los cuatro del fondo serán los mismos, al igual que la dupla Leyes-Acosta y el goleador Zampedri. Al parecer, Leandro González se mantendrá entre los 11 y saldrán “Pulguita” Rodríguez y Menéndez. ¿Quiénes entrarían? Aliendro y Barbona. La lectura es contundente y se desprende de las declaraciones del entrenador. Es una formación con mayor capacidad de contención en el medio y queda abierta la posibilidad de reforzar el ataque en la recta final de la eliminatoria. ¿Esta es la formación segura? Nada es seguro. Habrá que ver.