Un “Pituco” que jamás soñó llegar tan lejos con Atlético

Un “Pituco” que jamás soñó llegar tan lejos con Atlético

"Gracias a Atlético conozco el 95% de los estadios", relata el reconocido hincha del "Decano".

PINTORESCO. Con su disfraz, Santillán recrea el personaje de Ceferino Sirgo. PINTORESCO. Con su disfraz, Santillán recrea el personaje de Ceferino Sirgo.
07 Febrero 2017

Guillermo Monti - Enviado especial

Sector 1, fila 7, asiento 43. Es el domicilio de Juan Carlos Santillán. El código postal puede decir Estadio Monumental. ¿Exageración? Nada es exagerado en la vida de “El hincha que vistió de celeste y blanco el Mercofrut”, como afirmaba la nota publicada en LA GACETA allá por 2009. Habría que preguntarle al cirujano que le practicó tres by-pass si no descubrió sangre celeste corriendo por el cuerpo de Santillán. Esa operación fue producto de un infarto, sufrido después del partido que el “Decano” perdió con Huracán, en Mendoza, y le costó el ascenso. “Empezaba el nuevo campeonato y Atlético visitaba a Ferro, en Caballito. Subí a un avión y me fui sin el alta médica, no me habían sacado los puntos”, revela Santillán. “¡Vos estás loco!”, lo retó el médico. No hubo caso.

¿Qué hizo Santillán por Atlético? Todo. Para empezar, asegurarse de que su familia tire para el mismo lado. “La última vez pagué $ 76.000 de cuota anual en el club. Soy vitalicio desde 1983. Después están mis seis hijos, cuatro nietos, los yernos…”. Ese clan es inamovible en el paisaje de 25 de Mayo y Chile. Pero la pasión va mucho más allá y lo arrastra a meterse en la intimidad de la institución, a ponerles el hombro a los chicos de las inferiores, a compartir mesas de café con entrenadores (hizo una gran amistad con Héctor “Chulo” Rivoira, por ejemplo), directivos y jugadores. Los asados en su quincho son emblemáticos, tan recomendados como la calidad de las frutas que provee a los planteles.

¿Por dónde anduvo? Por todo el país. “Gracias a Atlético conozco el 95% de los estadios”, afirma, una maratón que abarca desde los grandes de Primera a rincones de Formosa y Comodoro Rivadavia habitados por categorías menos amables. Por todas esas geografías anduvo Santillán, haciendo muchos amigos y, de vez en cuando, escapando de alguna lluvia de piedrazos. Los riesgos del oficio.

¿Y por qué el uniforme albiceleste? Ceferino Sirgo, inolvidable dibujante de LA GACETA, creó el personaje de “El Pituco”, el fanático de bigote y moñito popularizado en las viñetas del diario. “Queremos que lo simbolices, como un homenaje a los tiempos de antes”, le pidió un dirigente, y allá por 2009 Santillán compró la tela y se hizo confeccionar el traje, que acompaña con un elegante paraguas. “Mi familia me apoyó y yo soy muy, pero muy feliz”, confiesa con una sonrisa mientras posa en la zona más coqueta de Guayaquil. Desde los autos lo saludan con los pulgares arriba.

Pero, ¿cuándo nació tanta pasión? Desde chico, como se escribe la mayoría de estas historias. La singularidad es que Santillán vivía en La Ciudadela, a media cuadra del hospital Padilla. Lógico, sus amigos eran de San Martín. Pero siempre les puso el pecho a los colores y sobre todo en su puesto del Mercofrut. “¿Qué ahí los hinchas de San Martín son más? Noooo… Eso pudo haber sido antes. Hoy estamos 50 y 50 y lo digo sólo por respeto”, afirma. Lo que le sobra a Santillán como combustible de tanto amor por los colores es su pasión futbolera. El disfrute de los ocho títulos seguidos en la vieja Federación, por ejemplo, o el recitado de nombres: Ponce, Mora y Ginel; “Tití” Campi, Espeche, Solórzano, Agüero. Santillán los va desgranando casi sin pensar, como un mantra en memoria de aquella redonda a la que se trataba como los dioses.

Entonces, ¿cómo puede manejarse la emoción que significa jugar la Copa Libertadores? Confiesa Santillán que lo entrevistaron para el programa “Atlético Monumental” y que mientras hablaba lo quebró el llanto. “Lloraba como una criatura. Esto nunca, jamás lo imaginé -afirma-. Es algo tremendo, un sueño que no se compra y no se vende”. Lo dice Santillán, el mismo que veía los partidos de la Liga Cultural cuando su papá era director técnico, el que practicó deportes en Central Córdoba y el que se enamoró perdidamente de un club y de su equipo, hasta mimetizarse en refulgentes celeste y blanco con el simple pretexto de ir a la cancha. ¿Quién habla de exageraciones?

Publicidad
Comentarios