23 Enero 2017
El sindicalismo apuesta al diálogo, pero ve con recelo la reconversión laboral que busca Macri
La CGT y el resto de las centrales obreras no quieren que se flexibilicen los convenios colectivos de trabajo, como pretende la Nación. Los cegetistas se reunirán a principios de febrero para plantear al Ejecutivo que no haya topes en las negociaciones paritarias.
BRINDIS DE FIN DE AÑO. El 23 de diciembre, tras la aprobación de la nueva ley de impuesto a las Ganancias, Macri recibió en Olivos a la cúpula sindical. dyn
BUENOS AIRES.- La situación laboral a nivel nacional promete que el 2017 será un año agitado para los sindicalistas. El consejo directivo en pleno de la CGT alista los engranajes de la maquinaria sindical para debatir y adoptar decisiones en torno a la situación política nacional.
Esto surge como respuesta la campaña del estado para introducir severas modificaciones en el área de Trabajo, cartera que conduce Jorge Triaca. Entre estos cambios, destacan el de reconvertir los convenios colectivos; el de reducir costos y aportes patronales (con el objetivo de generar empleo y atraer inversiones); el de producir un blanqueo o regularización laboral y el de instalar un nuevo sistema de pasantías, entre otros temas que provocan escozor en el mundo obrero.
El primer encuentro de consejo directivo del año “se realizará casi con seguridad el jueves 2 de febrero”, según admitieron la semana pasada a Télam varios dirigentes gremiales. También señalaron que “habrá algunos debates escabrosos, en especial respecto del incumplimiento total del sector empresarial a los acuerdos antidespidos firmados en la Mesa del Diálogo”.
La conducción obrera que representa el triunvirato integrado por Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña mira de reojo la propuesta oficial de producir cambios en los convenios colectivos. En general, estudia desconfiada la totalidad de la campaña que el Ejecutivo lanzó con firmeza para reconvertir el mercado laboral.
Estrategias
Las perspectivas para el año que se inició “no son positivas si se tiene en cuenta la realidad del empleo y la política patronal de despidos, que no cesa y que el gobierno tampoco frena. Pero la CGT extremará la posibilidad de diálogo hasta la última instancia, porque tampoco está dispuesta a convertir al país en una caldera sin salida”, puntualizó a Télam un encumbrado referente gremial.
Para el sindicalismo, esa parece ser la línea a desarrollar en 2017. En este sentido, tendrá especial relevancia la situación del mercado laboral internacional, y particularmente la situación en que Argentina se encuentre con relación a éste.
La central obrera machaca de forma insistente con la defensa de los convenios colectivos y la libre discusión paritaria ante un proceso inflacionario que también evalúa con desconfianza. Asimismo, rechaza y critica los despidos y las iniciativas laborales oficiales, pero no parece dispuesta a “quemar las naves”.
Los sectores de las tres ex CGT que integraron el consejo directivo a partir del 22 de agosto último debaten a fondo y proponen estrategias para negociar con el Ejecutivo. Su objetivo es que contemplen al movimiento obrero en las decisiones nacionales, y se oponen a consagrar sin discusiones de fondo decisiones que califican como “antisindicales”.
Los petroleros aceptaron modificar o sumar a su convenio colectivo condiciones laborales de explotación del crudo en el sector no convencional. Existen perspectivas de continuar por ese camino en los sectores metalmecánico, de computación y construcción, y ya comenzó ese diálogo también con los capitanes de ultramar.
Nada hace prever que será sencillo, pero el Gobierno avanza y, hasta ahora, la CGT no definió una estrategia conjunta que logre frenar sus iniciativas. Si la situación se prolonga, habrá modificaciones profundas en el mapa laboral y en la estructura del movimiento gremial.
La central obrera, por iniciativa propia o por presión de las bases de sus sindicatos, deberá tomar decisiones pronto. En ese primer encuentro de consejo directivo del año, necesitan determinar la política que instalarán en la llamada Mesa de Diálogo para la Producción y el Trabajo.
Schmid es uno de los más firmes defensores de la estructura de los actuales convenios colectivos, pero varios gremios ya comenzaron un diálogo propio y unilateral con los funcionarios del Gobierno para producir “aggiornamientos”.
Las principales críticas y rechazos obreros apuntan al sector empresarial -en especial por los incesantes despidos-, a tal punto que no pocos dirigentes calificaron a esa Mesa de Diálogo como una “pantomima” y ya se atrevieron a calificarla de “inconducente”. Otros apuestan al diálogo hasta “sus últimas consecuencias”, pero a la par exigen al Ejecutivo que cumpla su rol de mediador.
Otros jugadores
Ante las perspectivas de un año que será activo y conflictivo, las reacciones en los sectores sindicales que no integraron en agosto la conducción de la CGT son diversas y “críticas”.
La Corriente Federal de Trabajadores (CFT) que integran bancarios, lecheros, televisión, pilotos de líneas aéreas, molineros, docentes privados y otras organizaciones, critica por lo bajo el accionar de la CGT, y ya advirtió que de continuar la actual política económica “el país se encaminará a la quiebra”.
Los gremios que integran las 62 Organizaciones Gremiales peronistas del rural y estibador Gerónimo Venegas respaldan al Gobierno nacional (el dirigente es el principal referente del partido Fe en la alianza Cambiemos). Su pelea está encaminada a que las autoridades laborales o la justicia declare ilegítimo el Congreso Normalizador de agosto último, para convocar a un nuevo encuentro que llevaría a “la verdadera unidad sindical”.
Las más de cincuenta organizaciones gremiales que integran el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) del taxista Jorge Viviani y el ferroviario Sergio Sasia mantienen enhiestas las banderas de su propio programa político-sindical. Ellos no comulgan con la conducción de la central obrera ante “la ausencia total de debate respecto de una agenda que debe ser eje del movimiento gremial”.
Son muchos los gremios que quedaron afuera de la CGT ante un panorama nacional y sindical aún no definido. A esta situación se agregan perspectivas de conflictividad, ya que será un año nétamente electoral.
Para las Centrales de los Trabajadores Argentinos (CTA) y Autónoma (CTAA) de Hugo Yasky y Pablo Micheli “las perspectivas de 2017 son decididamente desalentadoras y ominosas”. Afirmaron que ya trabajan en un realineamiento de fuerzas a partir del diálogo con sindicatos de todas las centrales obreras.
La CGT deberá atender en 2017 otro frente no menos importante. Se trata de la contención de los movimientos sociales que lograron ingresar en la central obrera, a partir de un acuerdo directo entre ambos sectores. Esto gracias a la influencia del ladrillero Luis Cáceres, uno de los principales referentes del Movimiento Evita. (Télam)
Esto surge como respuesta la campaña del estado para introducir severas modificaciones en el área de Trabajo, cartera que conduce Jorge Triaca. Entre estos cambios, destacan el de reconvertir los convenios colectivos; el de reducir costos y aportes patronales (con el objetivo de generar empleo y atraer inversiones); el de producir un blanqueo o regularización laboral y el de instalar un nuevo sistema de pasantías, entre otros temas que provocan escozor en el mundo obrero.
El primer encuentro de consejo directivo del año “se realizará casi con seguridad el jueves 2 de febrero”, según admitieron la semana pasada a Télam varios dirigentes gremiales. También señalaron que “habrá algunos debates escabrosos, en especial respecto del incumplimiento total del sector empresarial a los acuerdos antidespidos firmados en la Mesa del Diálogo”.
La conducción obrera que representa el triunvirato integrado por Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña mira de reojo la propuesta oficial de producir cambios en los convenios colectivos. En general, estudia desconfiada la totalidad de la campaña que el Ejecutivo lanzó con firmeza para reconvertir el mercado laboral.
Estrategias
Las perspectivas para el año que se inició “no son positivas si se tiene en cuenta la realidad del empleo y la política patronal de despidos, que no cesa y que el gobierno tampoco frena. Pero la CGT extremará la posibilidad de diálogo hasta la última instancia, porque tampoco está dispuesta a convertir al país en una caldera sin salida”, puntualizó a Télam un encumbrado referente gremial.
Para el sindicalismo, esa parece ser la línea a desarrollar en 2017. En este sentido, tendrá especial relevancia la situación del mercado laboral internacional, y particularmente la situación en que Argentina se encuentre con relación a éste.
La central obrera machaca de forma insistente con la defensa de los convenios colectivos y la libre discusión paritaria ante un proceso inflacionario que también evalúa con desconfianza. Asimismo, rechaza y critica los despidos y las iniciativas laborales oficiales, pero no parece dispuesta a “quemar las naves”.
Los sectores de las tres ex CGT que integraron el consejo directivo a partir del 22 de agosto último debaten a fondo y proponen estrategias para negociar con el Ejecutivo. Su objetivo es que contemplen al movimiento obrero en las decisiones nacionales, y se oponen a consagrar sin discusiones de fondo decisiones que califican como “antisindicales”.
Los petroleros aceptaron modificar o sumar a su convenio colectivo condiciones laborales de explotación del crudo en el sector no convencional. Existen perspectivas de continuar por ese camino en los sectores metalmecánico, de computación y construcción, y ya comenzó ese diálogo también con los capitanes de ultramar.
Nada hace prever que será sencillo, pero el Gobierno avanza y, hasta ahora, la CGT no definió una estrategia conjunta que logre frenar sus iniciativas. Si la situación se prolonga, habrá modificaciones profundas en el mapa laboral y en la estructura del movimiento gremial.
La central obrera, por iniciativa propia o por presión de las bases de sus sindicatos, deberá tomar decisiones pronto. En ese primer encuentro de consejo directivo del año, necesitan determinar la política que instalarán en la llamada Mesa de Diálogo para la Producción y el Trabajo.
Schmid es uno de los más firmes defensores de la estructura de los actuales convenios colectivos, pero varios gremios ya comenzaron un diálogo propio y unilateral con los funcionarios del Gobierno para producir “aggiornamientos”.
Las principales críticas y rechazos obreros apuntan al sector empresarial -en especial por los incesantes despidos-, a tal punto que no pocos dirigentes calificaron a esa Mesa de Diálogo como una “pantomima” y ya se atrevieron a calificarla de “inconducente”. Otros apuestan al diálogo hasta “sus últimas consecuencias”, pero a la par exigen al Ejecutivo que cumpla su rol de mediador.
Otros jugadores
Ante las perspectivas de un año que será activo y conflictivo, las reacciones en los sectores sindicales que no integraron en agosto la conducción de la CGT son diversas y “críticas”.
La Corriente Federal de Trabajadores (CFT) que integran bancarios, lecheros, televisión, pilotos de líneas aéreas, molineros, docentes privados y otras organizaciones, critica por lo bajo el accionar de la CGT, y ya advirtió que de continuar la actual política económica “el país se encaminará a la quiebra”.
Los gremios que integran las 62 Organizaciones Gremiales peronistas del rural y estibador Gerónimo Venegas respaldan al Gobierno nacional (el dirigente es el principal referente del partido Fe en la alianza Cambiemos). Su pelea está encaminada a que las autoridades laborales o la justicia declare ilegítimo el Congreso Normalizador de agosto último, para convocar a un nuevo encuentro que llevaría a “la verdadera unidad sindical”.
Las más de cincuenta organizaciones gremiales que integran el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) del taxista Jorge Viviani y el ferroviario Sergio Sasia mantienen enhiestas las banderas de su propio programa político-sindical. Ellos no comulgan con la conducción de la central obrera ante “la ausencia total de debate respecto de una agenda que debe ser eje del movimiento gremial”.
Son muchos los gremios que quedaron afuera de la CGT ante un panorama nacional y sindical aún no definido. A esta situación se agregan perspectivas de conflictividad, ya que será un año nétamente electoral.
Para las Centrales de los Trabajadores Argentinos (CTA) y Autónoma (CTAA) de Hugo Yasky y Pablo Micheli “las perspectivas de 2017 son decididamente desalentadoras y ominosas”. Afirmaron que ya trabajan en un realineamiento de fuerzas a partir del diálogo con sindicatos de todas las centrales obreras.
La CGT deberá atender en 2017 otro frente no menos importante. Se trata de la contención de los movimientos sociales que lograron ingresar en la central obrera, a partir de un acuerdo directo entre ambos sectores. Esto gracias a la influencia del ladrillero Luis Cáceres, uno de los principales referentes del Movimiento Evita. (Télam)
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