15 Enero 2017
Gustavo Arribas, jefe del servicio de inteligencia del Estado, cuenta con un solo capital político: la confianza absoluta de Mauricio Macri en él. No es un hombre de trayectoria política, no tiene gestión anterior en el Estado y nunca estuvo vinculado con el mundo del espionaje. El mayor cuestionamiento que recibió fue, precisamente, su falta de “idoneidad” para el cargo. Por eso, atañe al Presidente, aunque no lo comprometa, la información que publicó La Nación sobre transferencias de dinero hechas a nombre de Arribas por la misma cueva financiera que en Brasil servía para pagar los sobornos del caso Lava Jato. Por eso, también, el caso preocupa especialmente al jefe del Estado, quien, no obstante, se permitió una broma cuando Arribas le hizo su descargo telefónico (está en Brasil): “¡Bienvenido a la política!”, le dijo Macri, tal vez como consuelo o como aceptación de las explicaciones.
La información de la que da cuenta hoy La Nación alivia la situación de Arribas. La ejecutiva de cuentas del banco Credit Suisse, Ester Di Berardino, confirmó que sólo ingresó en la cuenta del jefe de los espías el monto que aceptó Arribas: 70.475 dólares, que este lo atribuyó a parte del pago de la venta de un inmueble. En el mismo mail, el banco suizo dejó constancia de que “no recibimos y no fueron acreditados” los otros cuatro envíos por valor de casi 530.000 dólares. El documento del banco, entregado a este diario por el jefe de gabinete de Arribas, el abogado Mariano Herrera, señala, en última instancia, que cuatro de las cinco transferencias hechas en Brasil no llegaron a manos del funcionario argentino. Las transferencias fueron despachadas desde Brasil a la misma cuenta de Arribas en el mismo banco suizo.
Ningún funcionario oficial puso en duda la existencia de las transferencias de las que dio cuenta el periodista Hugo Alconada Mon, de reconocida seriedad y honestidad en su carrera profesional. Pero ninguno, tampoco, pudo responder qué pasó con aquellas transferencias que no fueron acreditadas por el banco. ¿Fue un error que alguien rectificó a tiempo? ¿Tuvo relación con la venta de aquel departamento? De hecho, el propio Arribas reconoce en su desmentida que el monto ingresado en el banco de Suiza fue “parte” de la venta del departamento. Si este fuera el caso, se trataría de un problema tributario de Arribas con la agencia impositiva de Brasil, porque en el momento en que se hicieron esas transferencias él residía y tributaba en ese país.
El contexto en que se hicieron las transferencias tiene varios aspectos. Por un lado, sucedió inmediatamente después de que se anunciara, por enésima vez, el lanzamiento de las obras de soterramiento del Ferrocarril Sarmiento que están a cargo de un consorcio de empresas del que participa la brasileña Odebrecht (que aceptó mediante el sistema de delación premiada el pago de millones de dólares en sobornos en muchos países de América latina, la Argentina entre ellos), una española, una italiana y la argentina Iecsa. Por lo general, las cuevas financieras utilizan la misma cuenta para enviar al extranjero, en Brasil y aquí también, el dinero procedente de operaciones buenas, malas y peores.
Otra parte de ese contexto es que las obras del soterramiento del Sarmiento son jurisdicción exclusiva del gobierno nacional y que la concesión de las obras, y sus diversos avatares, sucedieron durante el gobierno de los Kirchner. “La Capital tuvo cero participación en esos trámites”, aseguró un funcionario de carrera de la ciudad. Durante el gobierno de Néstor Kirchner se decidió la concesión a aquel grupo de empresas y el ex presidente cambió el plan de las obras. Programadas para empezar en Once y terminar en Castelar, Kirchner intuyó el desembarco de Macri en la Capital en 2007 y modificó el inició de los trabajos. Debían empezar en Castelar, en la provincia de Buenos Aires, y terminar en el porteño barrio de Once, tres años después.
Las obras no alcanzaron a ponerse en marcha por la falta de financiamiento, provocado por la crisis económica internacional de 2008. En diciembre de este año, Cristina Kirchner decidió, por un decreto que lleva su firma y las de Sergio Massa y Aníbal Fernández (jefe de Gabinete y ministro del Interior, respectivamente, de esa época), destinar recursos de la Anses a las obras e incorporarlas al presupuesto. En 2011 cambió de estrategia y creó un fideicomiso para el soterramiento del Sarmiento mediante la emisión de bonos. Esa sigue siendo la plata con la que empezaron ahora los primeros trabajos.
El contexto político de la época es también significativo. Las transferencias a Arribas se hicieron en septiembre de 2013. En ese mes, Cristina Kirchner ardía de furia contra Macri y contra Massa. Macri había bajado su lista de diputados nacionales en la provincia de Buenos Aires para que la oposición se unificara en la candidatura de Massa. Un mes después, Massa ganaba las elecciones bonaerenses y derrumbaba el proyecto cristinista de la re-reelección. “Cristina eterna” fue un slogan abatido definitivamente ese domingo.
Macri no le soltará la mano a Arribas. Apartó en su momento a Juan José Gómez Centurión de la dirección de la Aduana, pero a este lo estaban acusando de un presunto delito en el ejercicio de su cargo actual. El caso de las transferencias de dinero a Arribas sucedió hace tres años, mucho antes de que el funcionario regresara al país y se convirtiera en jefe del espionaje estatal. Además, Macri confía en la honestidad de su viejo amigo. Es la confianza, otra vez.
Con todo, Arribas deberá explicar ante la Justicia la diferencia entre las transferencias hechas en Brasil y el monto mucho menor que se acreditó en su cuenta en Suiza. Deberá mostrar también las escrituras y los documentos relacionados con la venta del departamento en San Pablo, y demostrar que la cuenta de Suiza está declarada. Sólo si la justicia argentina desestimara totalmente que ese dinero tuvo relación con la política local, la causa será enviada a Brasil para su investigación en el fuero tributario.
La revelación de esas transferencias provocó varias presentaciones judiciales, dos provenientes de aliadas de Macri, Elisa Carrió y Graciela Ocaña, aunque esta última es más cercana que aliada. Tres jueces tiene el caso. La primera presentación fue de Carrió y cayó en el juez Rodolfo Canicoba Corral. Mala suerte para Arribas; ese juez incorporó la eternidad en los plazos del Código Procesal Penal. La denuncia de Ocaña se sumó a una anterior que ella había hecho cuando Odebrecht aceptó el pago de coimas en la Argentina. La tiene el juez Marcelo Martínez de Giorgi y es el expediente más antiguo si el caso se investigara dentro de la causa Odebrecht.
Sebastián Casanello es el juez al que le cayó la denuncia del cristinista Frente para la Victoria contra Arribas. Obviamente los tres expedientes se unificarán en algún momento en un solo juzgado. El escandalizado cristinismo es un frenesí de hipocresía. Odebrecht denunció en los Estados Unidos que pagó 35 millones de dólares en sobornos en la Argentina entre 2007 y 2014, años de exclusivo kirchnerismo. El monto del que se está hablando en el caso Arribas es menos del 2% de aquella cifra oficialmente gastada en coimas.
Arribas deberá probar plenamente ante los jueces argentinos que el Presidente no se equivocó en su confianza. Mientras tanto, la presunción de inocencia debe aplicarse tanto a Milagro Sala como a él. Es un principio del Derecho que no admite interpretaciones sesgadas por la ideología.
La información de la que da cuenta hoy La Nación alivia la situación de Arribas. La ejecutiva de cuentas del banco Credit Suisse, Ester Di Berardino, confirmó que sólo ingresó en la cuenta del jefe de los espías el monto que aceptó Arribas: 70.475 dólares, que este lo atribuyó a parte del pago de la venta de un inmueble. En el mismo mail, el banco suizo dejó constancia de que “no recibimos y no fueron acreditados” los otros cuatro envíos por valor de casi 530.000 dólares. El documento del banco, entregado a este diario por el jefe de gabinete de Arribas, el abogado Mariano Herrera, señala, en última instancia, que cuatro de las cinco transferencias hechas en Brasil no llegaron a manos del funcionario argentino. Las transferencias fueron despachadas desde Brasil a la misma cuenta de Arribas en el mismo banco suizo.
Ningún funcionario oficial puso en duda la existencia de las transferencias de las que dio cuenta el periodista Hugo Alconada Mon, de reconocida seriedad y honestidad en su carrera profesional. Pero ninguno, tampoco, pudo responder qué pasó con aquellas transferencias que no fueron acreditadas por el banco. ¿Fue un error que alguien rectificó a tiempo? ¿Tuvo relación con la venta de aquel departamento? De hecho, el propio Arribas reconoce en su desmentida que el monto ingresado en el banco de Suiza fue “parte” de la venta del departamento. Si este fuera el caso, se trataría de un problema tributario de Arribas con la agencia impositiva de Brasil, porque en el momento en que se hicieron esas transferencias él residía y tributaba en ese país.
El contexto en que se hicieron las transferencias tiene varios aspectos. Por un lado, sucedió inmediatamente después de que se anunciara, por enésima vez, el lanzamiento de las obras de soterramiento del Ferrocarril Sarmiento que están a cargo de un consorcio de empresas del que participa la brasileña Odebrecht (que aceptó mediante el sistema de delación premiada el pago de millones de dólares en sobornos en muchos países de América latina, la Argentina entre ellos), una española, una italiana y la argentina Iecsa. Por lo general, las cuevas financieras utilizan la misma cuenta para enviar al extranjero, en Brasil y aquí también, el dinero procedente de operaciones buenas, malas y peores.
Otra parte de ese contexto es que las obras del soterramiento del Sarmiento son jurisdicción exclusiva del gobierno nacional y que la concesión de las obras, y sus diversos avatares, sucedieron durante el gobierno de los Kirchner. “La Capital tuvo cero participación en esos trámites”, aseguró un funcionario de carrera de la ciudad. Durante el gobierno de Néstor Kirchner se decidió la concesión a aquel grupo de empresas y el ex presidente cambió el plan de las obras. Programadas para empezar en Once y terminar en Castelar, Kirchner intuyó el desembarco de Macri en la Capital en 2007 y modificó el inició de los trabajos. Debían empezar en Castelar, en la provincia de Buenos Aires, y terminar en el porteño barrio de Once, tres años después.
Las obras no alcanzaron a ponerse en marcha por la falta de financiamiento, provocado por la crisis económica internacional de 2008. En diciembre de este año, Cristina Kirchner decidió, por un decreto que lleva su firma y las de Sergio Massa y Aníbal Fernández (jefe de Gabinete y ministro del Interior, respectivamente, de esa época), destinar recursos de la Anses a las obras e incorporarlas al presupuesto. En 2011 cambió de estrategia y creó un fideicomiso para el soterramiento del Sarmiento mediante la emisión de bonos. Esa sigue siendo la plata con la que empezaron ahora los primeros trabajos.
El contexto político de la época es también significativo. Las transferencias a Arribas se hicieron en septiembre de 2013. En ese mes, Cristina Kirchner ardía de furia contra Macri y contra Massa. Macri había bajado su lista de diputados nacionales en la provincia de Buenos Aires para que la oposición se unificara en la candidatura de Massa. Un mes después, Massa ganaba las elecciones bonaerenses y derrumbaba el proyecto cristinista de la re-reelección. “Cristina eterna” fue un slogan abatido definitivamente ese domingo.
Macri no le soltará la mano a Arribas. Apartó en su momento a Juan José Gómez Centurión de la dirección de la Aduana, pero a este lo estaban acusando de un presunto delito en el ejercicio de su cargo actual. El caso de las transferencias de dinero a Arribas sucedió hace tres años, mucho antes de que el funcionario regresara al país y se convirtiera en jefe del espionaje estatal. Además, Macri confía en la honestidad de su viejo amigo. Es la confianza, otra vez.
Con todo, Arribas deberá explicar ante la Justicia la diferencia entre las transferencias hechas en Brasil y el monto mucho menor que se acreditó en su cuenta en Suiza. Deberá mostrar también las escrituras y los documentos relacionados con la venta del departamento en San Pablo, y demostrar que la cuenta de Suiza está declarada. Sólo si la justicia argentina desestimara totalmente que ese dinero tuvo relación con la política local, la causa será enviada a Brasil para su investigación en el fuero tributario.
La revelación de esas transferencias provocó varias presentaciones judiciales, dos provenientes de aliadas de Macri, Elisa Carrió y Graciela Ocaña, aunque esta última es más cercana que aliada. Tres jueces tiene el caso. La primera presentación fue de Carrió y cayó en el juez Rodolfo Canicoba Corral. Mala suerte para Arribas; ese juez incorporó la eternidad en los plazos del Código Procesal Penal. La denuncia de Ocaña se sumó a una anterior que ella había hecho cuando Odebrecht aceptó el pago de coimas en la Argentina. La tiene el juez Marcelo Martínez de Giorgi y es el expediente más antiguo si el caso se investigara dentro de la causa Odebrecht.
Sebastián Casanello es el juez al que le cayó la denuncia del cristinista Frente para la Victoria contra Arribas. Obviamente los tres expedientes se unificarán en algún momento en un solo juzgado. El escandalizado cristinismo es un frenesí de hipocresía. Odebrecht denunció en los Estados Unidos que pagó 35 millones de dólares en sobornos en la Argentina entre 2007 y 2014, años de exclusivo kirchnerismo. El monto del que se está hablando en el caso Arribas es menos del 2% de aquella cifra oficialmente gastada en coimas.
Arribas deberá probar plenamente ante los jueces argentinos que el Presidente no se equivocó en su confianza. Mientras tanto, la presunción de inocencia debe aplicarse tanto a Milagro Sala como a él. Es un principio del Derecho que no admite interpretaciones sesgadas por la ideología.
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