31 Diciembre 2016
EDUARDO DE ZAVALÍA. Presidente de la Asociación de Amigos. la gaceta / foto de archivo
La Asociación de Amigos del Museo de la Casa Histórica perdió el manejo de los fondos que recaudaba por la venta de entradas y de otros servicios, y el lugar físico que usaba en el museo. La batería de medidas implementada por el Ministerio de Cultura de la Nación con el propósito de transparentar el manejo de la vivienda donde sesionó el Congreso de Tucumán obligó a la organización no gubernamental a despedir a siete empleados, entre ellos cuatro parientes de la directora interina Patricia Fernández Murga: Constanza y Marta Fernández Murga, y dos hijos de la segunda, Gonzalo y Rocío García. Frente a este panorama, Eduardo De Zavalía, presidente de la Asociación, optó por una posición cauta y manifestó: “lo esencial es que haya dinero para mantener el edificio”.
La entidad de la sociedad civil nació en 1994 para colaborar con el cuidado de la Casa Histórica. Con los años comenzó a percibir ingresos con la boletería, el alquiler del tercer patio y el giro de la tienda de recuerdos. La recaudación trepó hasta los $ 3 millones en 2015 y se supone que, pese al cierre temporal de la Casa, habría sido mayor este año por el frenesí que acarreó el Bicentenario. En octubre, el Ministerio de Cultura de la Nación estableció la gratuidad para el acceso al público y el uso del tercer patio (se informa por separado). Esa política coloca en riesgo la disponibilidad de fondos para arreglar la propiedad, según De Zavalía. “No tengo claro cuál es la solución, pero sí me importa que los arreglos se hagan ya sea con dinero que ponga el Estado o el público”, expresó. Es que la supresión de la boletería no vino hasta aquí acompañada de mayores partidas de parte de la Nación.
Algunos interlocutores señalaron que con la caja chica que recibe la Dirección del museo alcanza apenas para tener los baños en condiciones. E indicaron que la fachada está necesitando una mano de pintura -el blanco inmaculado tiene manchas propias del uso como escenario fotográfico-; que hay filtraciones en el techo; que hubo problemas con la instalación eléctrica y que una cámara se estropeó. En pocas palabras: los desperfectos se acumulan a la espera de financiamiento.
La entidad de la sociedad civil nació en 1994 para colaborar con el cuidado de la Casa Histórica. Con los años comenzó a percibir ingresos con la boletería, el alquiler del tercer patio y el giro de la tienda de recuerdos. La recaudación trepó hasta los $ 3 millones en 2015 y se supone que, pese al cierre temporal de la Casa, habría sido mayor este año por el frenesí que acarreó el Bicentenario. En octubre, el Ministerio de Cultura de la Nación estableció la gratuidad para el acceso al público y el uso del tercer patio (se informa por separado). Esa política coloca en riesgo la disponibilidad de fondos para arreglar la propiedad, según De Zavalía. “No tengo claro cuál es la solución, pero sí me importa que los arreglos se hagan ya sea con dinero que ponga el Estado o el público”, expresó. Es que la supresión de la boletería no vino hasta aquí acompañada de mayores partidas de parte de la Nación.
Algunos interlocutores señalaron que con la caja chica que recibe la Dirección del museo alcanza apenas para tener los baños en condiciones. E indicaron que la fachada está necesitando una mano de pintura -el blanco inmaculado tiene manchas propias del uso como escenario fotográfico-; que hay filtraciones en el techo; que hubo problemas con la instalación eléctrica y que una cámara se estropeó. En pocas palabras: los desperfectos se acumulan a la espera de financiamiento.
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