Por Juan Manuel Montero
29 Diciembre 2016
EXPLOTARON DE FELICIDAD. Los jugadores de San Martín festejan luego de haber vencido a Unión Aconquija y ascender a la B Nacional en Catamarca. la gaceta / forto de franco vera
Fue Gonzalo Rodríguez el que se puso la capa de superhéroe. Cuando las papas quemaban. “Turbo” tuvo la frialdad para definir un partido durísimo ese domingo 26 de junio en Catamarca y darle al pueblo “Ciruja” la mayor alegría de los cinco últimos años. Habían pasado 60 meses de deambular por torneos semiamateurs que no se condecían con la grandeza del pasado “santo”.
San Martín se había casando de rebotar una y otra vez contra el ascenso y para colmo tenía que ver a los “primos” codearse con los equipos de Primera.
San Martín comenzó 2015 con una apuesta de los dirigentes sentada en el banco: Sebastián Pena. Pero los números le fueron esquivos. Pena dirigió a San Martín 31 partidos desde junio de 2015 hasta abril de 2016. Consiguió 11 victorias, 10 empates y 10 derrotas y presentó la renuncia luego de caer con San Jorge. Fue el turno del “bombero” Ariel Martos, quien consiguió una victoria fundamental contra Mitre, en Santiago del Estero. Entonces los dirigentes se jugaron por un técnico con chapa. Diego Cagna llegó a Tucumán con un objetivo concreto: depositar a San Martín en la segunda categoría del fútbol argentino.
No fue un camino fácil, pero Cagna, con buena experiencia sobre sus espaldas, forjó con el paso de los partidos un equipo equilibrado, que supo hacerse fuerte de local, pero que además jugó de igual a igual de visitante. Y así llegó ese 26 de junio, luego de haber vencido por la mínima en La Ciudadela, cuando San Martín volvió. Y lo hizo jugando bien, sin dejar dudas y con un 4 a 2 global que lo depositó en la B Nacional. La mitad de la provincia deliró con el logro, y como en sus mejores gestas copó la plaza Independencia para celebrar.
Pero esa alegría, como suele pasar, llevó a mirar más allá de lo que se había conseguido. El pueblo “Santo” exigió el ascenso a Primera, una odisea nada fácil de cumplir. Y Cagna, con experiencia en estas lides, aún lucha por encontrar un equipo. Hoy San Martín parece partido al medio, con una defensa sólida y una delantera rendidora, pero sin un medio campo que garantice marca y juego. Es la gran apuesta para 2017.
San Martín está décimo, en un campeonato absolutamente irregular, y al que le faltan aún tres fechas para llegar a la mitad. Lo que viene será más duro. Si Cagna logra consolidar el equipo y no cometen los mismos errores de la primera etapa pueden ser protagonista. En el próximo torneo, con una AFA caótica, puede llegar a ser más complicado soñar con el ascenso. Al menos, la pelea ahora es en una divisional acorde a su rica historia. Para nunca más volver.
San Martín se había casando de rebotar una y otra vez contra el ascenso y para colmo tenía que ver a los “primos” codearse con los equipos de Primera.
San Martín comenzó 2015 con una apuesta de los dirigentes sentada en el banco: Sebastián Pena. Pero los números le fueron esquivos. Pena dirigió a San Martín 31 partidos desde junio de 2015 hasta abril de 2016. Consiguió 11 victorias, 10 empates y 10 derrotas y presentó la renuncia luego de caer con San Jorge. Fue el turno del “bombero” Ariel Martos, quien consiguió una victoria fundamental contra Mitre, en Santiago del Estero. Entonces los dirigentes se jugaron por un técnico con chapa. Diego Cagna llegó a Tucumán con un objetivo concreto: depositar a San Martín en la segunda categoría del fútbol argentino.
No fue un camino fácil, pero Cagna, con buena experiencia sobre sus espaldas, forjó con el paso de los partidos un equipo equilibrado, que supo hacerse fuerte de local, pero que además jugó de igual a igual de visitante. Y así llegó ese 26 de junio, luego de haber vencido por la mínima en La Ciudadela, cuando San Martín volvió. Y lo hizo jugando bien, sin dejar dudas y con un 4 a 2 global que lo depositó en la B Nacional. La mitad de la provincia deliró con el logro, y como en sus mejores gestas copó la plaza Independencia para celebrar.
Pero esa alegría, como suele pasar, llevó a mirar más allá de lo que se había conseguido. El pueblo “Santo” exigió el ascenso a Primera, una odisea nada fácil de cumplir. Y Cagna, con experiencia en estas lides, aún lucha por encontrar un equipo. Hoy San Martín parece partido al medio, con una defensa sólida y una delantera rendidora, pero sin un medio campo que garantice marca y juego. Es la gran apuesta para 2017.
San Martín está décimo, en un campeonato absolutamente irregular, y al que le faltan aún tres fechas para llegar a la mitad. Lo que viene será más duro. Si Cagna logra consolidar el equipo y no cometen los mismos errores de la primera etapa pueden ser protagonista. En el próximo torneo, con una AFA caótica, puede llegar a ser más complicado soñar con el ascenso. Al menos, la pelea ahora es en una divisional acorde a su rica historia. Para nunca más volver.
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