El esfuerzo tuvo su recompensa

El esfuerzo tuvo su recompensa

El “Trueno Verde” cerró un año lleno de satisfacciones.

BALUARTE. El chaqueño Rodrigo Setaringer fue uno de los jugadores más regulares que tuvo Nicolás Avellaneda durante 2016. la gaceta / foto de DIEGO ARáOZ BALUARTE. El chaqueño Rodrigo Setaringer fue uno de los jugadores más regulares que tuvo Nicolás Avellaneda durante 2016. la gaceta / foto de DIEGO ARáOZ
28 Diciembre 2016
El lunes 4 de abril, Nicolás Avellaneda empezó a recorrer un camino de ensueño: debutaba en el Campeonato Argentino de Clubes del NOA (ex Liga “C”). A fines de junio salió campeón y ascendió al Torneo Federal. El viernes pasado el “Trueno Verde” coronó un año inolvidable ya que venció a Huracán BB y obtuvo el título de campeón Absoluto del Torneo Bicentenario, organizado por la Asociación Tucumana de Basquetbol.

El presidente del club, Gustavo Paz, luce contento. “Fue un 2016 para el recuerdo, sin dudas, y sumamos un motivo más para brindar este fin de año”, destacó. Pero en paralelo a su sonrisa, su rostro muestra esa mueca seria, típica de quien está resolviendo mentalmente una ecuación. “Mientras íbamos avanzando en la (ex) liga ‘C’ yo pensaba en cómo íbamos a hacer para enfrentar el Torneo Federal. Los viajes son largos y costosos”, le dijo a LG Deportiva.

El tema económico no es menor. La mayoría de los gastos se pagan con el aporte de patrocinadores. “Son empresarios, pero más que nada son amigos: Daniel Galina, Pablo Casen, Hugo Morales, Santiago Gassep y Roberto Sagra, entre otros”, explicó el dirigente.

Abrir la cancha cuando juegan de locales es otro gasto elevado. “Nos cuesta $ 12.000. Eso incluye el traslado de los árbitros, su alojamiento y los viáticos. Además, nos obligan a trasmitir el partido en directo, mediante streaming, y a llevar las estadísticas online. Todo eso significa pagar un operador”, afirmó. “Las entradas cuestan $ 60 pero sólo pagan entre 50 y 70 personas. Con eso no alcanza”, explica.

Además del salario de los jugadores -Paz admite que prácticamente se trata de una “ayuda”, más que de un sueldo-, deben costear traslados y hotelería. “Hay que darse maña. Cuando fuimos a la minigira en La Rioja alquilé una casa quinta a cuatro kilómetros del centro. Tenía todas las comodidades: habitaciones y comedor con aire acondicionado, pileta y una cancha. Cocinábamos nosotros. Esto unió al grupo, y nos salió más barato que un hotel”, graficó.

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