Por Alejandro Klappenbach
11 Diciembre 2016
REUTERS (archivo)
Pasaron dos semanas de la consagración argentina en la Copa Davis y no es arriesgado decir que Federico Delbonis ha vivido los días más intensos de su carrera. Intensos y extraños, sin dudas. Y, probablemente, los más inesperados. La Davis siempre aparece en el racimo de ilusiones de los tenistas argentinos en etapa formativa pero ni en el mejor de los sueños propios, Federico imagino alguna vez ese domingo histórico de Zagreb. Argentina con la chance de la primera ensaladera. Y él con la responsabilidad, el nervio, la tensión, la carga y el disfrute de un quinto punto maravilloso. Hoy las aguas están más calmas. La normalidad gana espacio y la demanda periodística se acomoda a niveles manejables. Lo que no afloja es la euforia de la gente.
“Es algo que no se puede creer. En distintas oportunidades, grupal e individualmente, habíamos sentido el calor del público. Cuando jugás de local y conseguís un buen resultado, la gente te muestra el cariño y el agradecimiento a cada paso. Pero esta vez fue diferente, inimaginable. La dimensión de esta euforia no pudo estar en los cálculos de ninguno de nosotros. Quien te diga que lo imaginó, miente. Esto forma parte de esas cosas que, aunque te pasen varias veces, te van a sorprender siempre. Lo que viví en Azul fue absolutamente conmovedor”, afirma.
- ¿Fue el punto emotivo más alto?
- De lo que pasó fuera de la cancha, sí. Tanta gente allí para recibirme, agradecerme, elogiarme. Difícil creer que uno merezca tanto. Y que además sea en casa, con conocidos, amigos, familiares. Parece un cuento, un lindo cuento.
- Marcás una diferencia al aclarar “de lo que pasó fuera de la cancha”. ¿Y de lo que viviste adentro?
- La vivencia de equipo fue muy profunda. Funcionamos bien no solo en Zagreb sino durante todo el año, los que estuvieron en menos series y con los que fuimos a todas. No se notó la diferencia. Ahora, individualmente, ese partido contra Karlovic no me lo olvido nunca más en la vida. Nada de lo que viví en mi carrera se puede comparar con eso. Y probablemente, nada de lo que vaya a vivir.
- ¿De ese partido te decantó algo en particular después de dos semanas?
- La satisfacción de haber estado mentalmente al nivel de lo que exigía la ocasión. No es fácil mantenerse enfocado. Es como que luchás para que el resultado no te distraiga y puedas estar el mayor tiempo posible con las energías dispuestas al 100% para hacer lo mejor en cada punto. Ese era mi objetivo y lo conseguí.
- Te vimos concentrado como nunca. ¿Fue así?
- Yo recuerdo un estado parecido en algunos otros partidos. Éste, claro, tiene otra repercusión. No es sencillo explicar porqué en ciertas ocasiones no te distraés o, llegado el caso, podés volver muy rápido de una distracción. Varias veces me pasó eso de que nada me perjudicara y fue una experiencia muy valiosa para ese partido con Karlovic.
- ¿Coincidimos en que es un rival muy especial tenística y mentalmente? ¿Hiciste algún trabajo para sostener tu concentración?
- El mundo del tenis sabe que Ivo es alguien que te obliga a convivir muy bien con la frustración de no poder jugar, si se entiende por jugar hacerlo con puntos que tengan cierto desarrollo. Muchas veces ni siquiera tocás la pelota. Durante el partido te encontrás constantemente diciéndote “no importa, la próxima la devolvemos”. En la semana practicamos mucho la devolución, ya que Cilic también es un gran sacador. Mi objetivo era devolverle una buena cantidad de saques. Eso generaría dos cosas: él iba a tener que volear y yo tendría más confianza.
- ¿Lo viste antes de jugar el partido? Orsanic dijo que lo cruzó en el vestuario y lo notó muy tenso.
- Orsa no me dijo nada. En algún lugar leí o lo escuché contándolo pero a mí no me dijo una palabra, seguramente para no sacarme de mi rutina. Quizá la gente no sepa que los equipos compartimos el gimnasio durante toda la serie. Una parte de la entrada en calor la hicimos ahí, juntos, en el mismo lugar. Ni siquiera lo miré, no recuerdo nada que él haya hecho, realmente estaba en mi mundo.
- ¿Lo notaste muy cargado de responsabilidad?
- Al principio yo estaba nervioso y mi sensación fue que él se sentía a gusto. Los primeros tres games los jugó desde el fondo, manteniendo la pelota viva, con paciencia. Ya cuando empezó a arriesgar más el saque, me mostró que el partido se le estaba complicando. Mi traducción fue: si busca con el servicio más de lo normal es porque no puede aguantar el resto. Por suerte, salió todo bien.
- ¿Puede que Croacia no haya aprovechado del todo la ventaja de ser local con la elección de superficie y pelota que hicieron?
- Ellos eligieron de acuerdo a lo que creían que les iba a favorecer. Cilic jugó muy bien el segundo semestre en superficies parecidas. Y de hecho jugó muy bien en la final. Nosotros hicimos un gran trabajo de adaptación. Es cierto que imaginábamos algo más rápido, aunque no creo que hayan cometido un error en la elección. Por último, el público fue otro factor que pudo habernos distraído y lo manejamos perfecto.
- ¿Sentís que tu actuación, este triunfo, puede ser una bisagra para tu futuro?
- En lo personal me ocupo de lo que puedo mejorar o cambiar. Hace años que pienso y me manejo así. Nunca estoy pendiente de lo que piensen sobre mí, me concentro en mis fortalezas, para aprovecharlas, y en mis puntos flojos, para mejorarlos. Persigo mis objetivos, alcanzarlos me llena de confianza y me da energías para continuar. De eso se trata.
La conversación termina invadida por los reclamos de un niño. Su hijo. Allí están puestas hoy las energías de Federico. Su familia, su lugar, su hogar. Y también sus vacaciones. El joven, hijo del arquero Horacio y de mamá Marta, trabajadora social, sabe lo importante que es el descanso. A él, a quien tanto le costó ser tenista profesional, no hay que explicarle nada respecto de buscar las oportunidades y aprovecharlas. Lo hizo desde que le regalaron una raqueta. Y Lo hizo el histórico domingo 27 de noviembre de 2016.
“Es algo que no se puede creer. En distintas oportunidades, grupal e individualmente, habíamos sentido el calor del público. Cuando jugás de local y conseguís un buen resultado, la gente te muestra el cariño y el agradecimiento a cada paso. Pero esta vez fue diferente, inimaginable. La dimensión de esta euforia no pudo estar en los cálculos de ninguno de nosotros. Quien te diga que lo imaginó, miente. Esto forma parte de esas cosas que, aunque te pasen varias veces, te van a sorprender siempre. Lo que viví en Azul fue absolutamente conmovedor”, afirma.
- ¿Fue el punto emotivo más alto?
- De lo que pasó fuera de la cancha, sí. Tanta gente allí para recibirme, agradecerme, elogiarme. Difícil creer que uno merezca tanto. Y que además sea en casa, con conocidos, amigos, familiares. Parece un cuento, un lindo cuento.
- Marcás una diferencia al aclarar “de lo que pasó fuera de la cancha”. ¿Y de lo que viviste adentro?
- La vivencia de equipo fue muy profunda. Funcionamos bien no solo en Zagreb sino durante todo el año, los que estuvieron en menos series y con los que fuimos a todas. No se notó la diferencia. Ahora, individualmente, ese partido contra Karlovic no me lo olvido nunca más en la vida. Nada de lo que viví en mi carrera se puede comparar con eso. Y probablemente, nada de lo que vaya a vivir.
- ¿De ese partido te decantó algo en particular después de dos semanas?
- La satisfacción de haber estado mentalmente al nivel de lo que exigía la ocasión. No es fácil mantenerse enfocado. Es como que luchás para que el resultado no te distraiga y puedas estar el mayor tiempo posible con las energías dispuestas al 100% para hacer lo mejor en cada punto. Ese era mi objetivo y lo conseguí.
- Te vimos concentrado como nunca. ¿Fue así?
- Yo recuerdo un estado parecido en algunos otros partidos. Éste, claro, tiene otra repercusión. No es sencillo explicar porqué en ciertas ocasiones no te distraés o, llegado el caso, podés volver muy rápido de una distracción. Varias veces me pasó eso de que nada me perjudicara y fue una experiencia muy valiosa para ese partido con Karlovic.
- ¿Coincidimos en que es un rival muy especial tenística y mentalmente? ¿Hiciste algún trabajo para sostener tu concentración?
- El mundo del tenis sabe que Ivo es alguien que te obliga a convivir muy bien con la frustración de no poder jugar, si se entiende por jugar hacerlo con puntos que tengan cierto desarrollo. Muchas veces ni siquiera tocás la pelota. Durante el partido te encontrás constantemente diciéndote “no importa, la próxima la devolvemos”. En la semana practicamos mucho la devolución, ya que Cilic también es un gran sacador. Mi objetivo era devolverle una buena cantidad de saques. Eso generaría dos cosas: él iba a tener que volear y yo tendría más confianza.
- ¿Lo viste antes de jugar el partido? Orsanic dijo que lo cruzó en el vestuario y lo notó muy tenso.
- Orsa no me dijo nada. En algún lugar leí o lo escuché contándolo pero a mí no me dijo una palabra, seguramente para no sacarme de mi rutina. Quizá la gente no sepa que los equipos compartimos el gimnasio durante toda la serie. Una parte de la entrada en calor la hicimos ahí, juntos, en el mismo lugar. Ni siquiera lo miré, no recuerdo nada que él haya hecho, realmente estaba en mi mundo.
- ¿Lo notaste muy cargado de responsabilidad?
- Al principio yo estaba nervioso y mi sensación fue que él se sentía a gusto. Los primeros tres games los jugó desde el fondo, manteniendo la pelota viva, con paciencia. Ya cuando empezó a arriesgar más el saque, me mostró que el partido se le estaba complicando. Mi traducción fue: si busca con el servicio más de lo normal es porque no puede aguantar el resto. Por suerte, salió todo bien.
- ¿Puede que Croacia no haya aprovechado del todo la ventaja de ser local con la elección de superficie y pelota que hicieron?
- Ellos eligieron de acuerdo a lo que creían que les iba a favorecer. Cilic jugó muy bien el segundo semestre en superficies parecidas. Y de hecho jugó muy bien en la final. Nosotros hicimos un gran trabajo de adaptación. Es cierto que imaginábamos algo más rápido, aunque no creo que hayan cometido un error en la elección. Por último, el público fue otro factor que pudo habernos distraído y lo manejamos perfecto.
- ¿Sentís que tu actuación, este triunfo, puede ser una bisagra para tu futuro?
- En lo personal me ocupo de lo que puedo mejorar o cambiar. Hace años que pienso y me manejo así. Nunca estoy pendiente de lo que piensen sobre mí, me concentro en mis fortalezas, para aprovecharlas, y en mis puntos flojos, para mejorarlos. Persigo mis objetivos, alcanzarlos me llena de confianza y me da energías para continuar. De eso se trata.
La conversación termina invadida por los reclamos de un niño. Su hijo. Allí están puestas hoy las energías de Federico. Su familia, su lugar, su hogar. Y también sus vacaciones. El joven, hijo del arquero Horacio y de mamá Marta, trabajadora social, sabe lo importante que es el descanso. A él, a quien tanto le costó ser tenista profesional, no hay que explicarle nada respecto de buscar las oportunidades y aprovecharlas. Lo hizo desde que le regalaron una raqueta. Y Lo hizo el histórico domingo 27 de noviembre de 2016.
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